viernes, marzo 29, 2024
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Irán: Una lección de soberanía y dignidad

El acuerdo suscrito entre las potencias del denominado grupo 5+1, reconoce el derecho de Irán a realizar un programa nuclear con fines pacíficos, lo que le brinda la posibilidad de ingresar al mercado mundial de la energía atómica. A esto se suma su potencial petrolero y producción de gas natural

La jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini y el canciller iraní, Mohamad Yavad Zarif, protagonistas del acuerdo de Viena.
La jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini y el canciller iraní, Mohamad Yavad Zarif, protagonistas del acuerdo de Viena.

Alberto Acevedo

El derecho que la república islámica de Irán alegó en su favor, durante más de 35 años de tensas relaciones con las potencias occidentales, para adelantar un programa nuclear con fines pacíficos, orientado a la generación de energía eléctrica, tecnología de punta y potenciales médicos, fue finalmente reconocido en el paquete de acuerdos alcanzados el pasado 14 de junio, entre el grupo de países denominado 5+1 e Irán.

A cambio de una serie de restricciones en sus investigaciones nucleares, particularmente relacionadas con el enriquecimiento limitado de uranio, y la supervisión permanente de la OIEA, el organismo de inspección nuclear de las Naciones Unidas, a partir de este momento Irán tendrá la posibilidad de ingresar al mercado mundial en materia de energía atómica.

El denominado grupo de los 5+1, está compuesto por las potencias que integran el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas: Estados Unidos, Rusia, China, Francia e Inglaterra, a los que se suma Alemania. Todos ellos son potencias nucleares. Estados Unidos además, es el único país en el mundo, hasta ahora, que ha descargado una bomba nuclear contra otra nación, en el caso de Japón, durante la segunda guerra mundial.

Resulta paradójico, que todos estos países estén desarrollando programas nucleares con fines bélicos, distintos a los que ha adelantado Irán, con fines pacíficos. Entre todos reúnen un arsenal nuclear suficiente para destruir el planeta tres o cuatro veces. Estados Unidos además, alienta el programa nuclear ofensivo de Israel, del que se calcula posee entre 100 y 200 bombas nucleares y se erige como un peligroso factor de desestabilización en toda la región del Oriente Medio.

Sólida diplomacia iraní

Históricamente, estas potencias, que en su mayoría han sido responsables de guerras, hambrunas, invasiones contra pueblos enteros, responsables en buena medida de dos conflagraciones mundiales, con millones de víctimas ente muertos, heridos y lisiados, no tendrían autoridad alguna para inmiscuirse en el programa nuclear de otro país que como Irán, no constituye una amenaza para sus vecinos. El cuento de que el régimen de los ayatolas es auspiciador de terroristas, ha sido una invención de Estados Unidos, Alemania e Israel, para justificar su política intervencionista en la región negarle a Irán su derecho a adelantar su propio programa nuclear, simplemente porque no es un país plegado a los intereses de las grandes potencias, como sí lo es Israel en la misma región.

Y estos son los países que, echando por la borda los principios de la justicia internacional, desconociendo el papel de las Naciones Unidas, asumen por cuenta propia un “derecho”, que nadie les ha conferido, de reglamentar el uso de energía nuclear de otras naciones que no les son afectas. Como se abrogan el derecho a “certificar” la aplicación de las normas de derechos humanos, y en general pretenden plegar a la órbita de sus intereses, el destino de las naciones, como acaban de hacerlo con Grecia.

Con el acuerdo suscrito en Viena la semana pasada, ninguna de las partes quedó completamente satisfecha. Estados Unidos y sus aliados querían imponer a Irán mayores limitaciones, hasta la anulación total de su programa nuclear. En esto atendían un reclamo de su aliado natural en la región, Israel. Irán, por su parte, quería el levantamiento inmediato y total de las sanciones financieras y comerciales impuestas por occidente, cosa que logró solo de manera gradual, y en la medida en que la OIEA certifique el cumplimiento de los acuerdos.

No obstante, la diplomacia iraní logró que las medidas adoptadas estuvieran cimentadas en unos postulados mínimos de respeto hacia la dignidad nacional del pueblo iraní y su soberanía. A la nación persa no lograron ponerla de rodillas, como habían hecho unas horas antes con el pueblo griego.

Un mercado que se internacionaliza

El acuerdo suscrito traerá consecuencias importantes y reordenamientos en el Medio Oriente. El documento de Viena se ve como un acuerdo nuclear. Pero es más que eso. A partir de ahora, Estados Unidos e Irán lucharán por su posicionamiento en la región, en condiciones de competencia más equitativas.

A Irán se le levantan las restricciones y sanciones en el sector financiero, bancario, comercial y en materia de hidrocarburos. Las restricciones para la compra de armas serán parciales en los próximos cinco años, y anuladas totalmente a partir de ese lapso.

Con una población estimada en 80 millones de habitantes, Irán es un mercado atractivo para no pocas empresas transnacionales que vuelven a poner sus ojos en ese país. La nación persa tiene además una fuerte industria nacional. Tiene la cuarta mayor reserva de petróleo en el mundo, estimada en 150.000 millones de barriles de crudo y la segunda mayor reserva de gas natural del planeta.

El país goza de un merecido prestigio por su dinámica diplomacia internacional, que le ha permitido ganar aliados estratégicos como Rusia y China, tener las mejores relaciones posibles con sus vecinos y apoyar a las naciones que han sido objeto de la política intervencionista de las potencias extranjeras.

Alivio internacional

El acuerdo de Viena, que según analistas occidentales introduce un elemento de estabilidad en la región, ha sido visto con recelo por algunas de las monarquías del Medio Oriente, aliadas de Estados Unidos, que temen a un duro competidor en el mercado mundial de hidrocarburos.

También está la posición de Israel, que ha considerado a Irán como su enemigo natural, refugio de terroristas, y quien por boca de su primer ministro Netanyahu, asegura que el acuerdo nuclear le permite al país persa reagrupar sus energías y desarrollar programas ofensivos a largo plazo, una vez sean eliminadas completamente las restricciones que aún se le imponen.

El otro escenario de oposición es en el propio congreso de los Estados Unidos, que deberá ratificar los acuerdos. La bancada republicana, anuncia su voto en contra, a lo que el presidente Obama responde que en caso de desaprobación, vetará la decisión del congreso e insistirá en un acuerdo que considera como uno de sus mayores logros en política internacional, al lado del restablecimiento de relaciones diplomáticas con Cuba.

Pese a estas reacciones en contra, que comparten las élites más recalcitrantes y guerreristas en otros países, la opinión pública en el mundo ha recibido con beneplácito los términos del acuerdo de Viena sobre el programa nuclear iraní. El presidente de este país, Hasan Rohani, dijo que el acuerdo “es una muestra de compromiso constructivo. Con esta crisis innecesaria que se ha vivido y que está resuelta, emergen nuevos horizontes con un enfoque centrado en los desafíos compartidos”.

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