Alfredo “El Cortico” y doña Marta “Mamá olla” junto con jóvenes de la primera línea son los cuidadores que atesoran el santuario de la lucha, bajo el faro vigilante del monumento a la resistencia
Zabier Hernández Buelvas
La lucha del pueblo colombiano en el Estallido Social adquirió, en partes y momentos, proporciones épicas. La fuerza del poder popular movilizado en las calles marcó las luchas del siglo XXI en Colombia y América Latina.
El paro nacional y el Estallido Social quedaron sembrados en la historia de las luchas del pueblo. Estas historias humanas, trágicas y también solidarias, crearon espacios, redes y organizaciones sociales, reconfiguraron barrios, calles y abrieron una nueva etapa de ascenso victorioso de la lucha popular.
Puerto Resistencia, referente en Cali, Valle del Cauca, es uno de esos lugares con un pueblo organizado que cambió a la ciudad y aportó a la lucha y las victorias populares.
En un taxi que nos lleva a Puerto Resistencia, su conductor habla profusamente con expresión de satisfacción y conocimiento pleno del lugar, nos explica sobre qué significa y trata PR, por qué es importante y el valor que tiene para él. Su enfoque es solidario y de reconocimiento de los jóvenes que allí lucharon y perdieron la vida. De manera cercana y en un estilo característico del Valle, me dice “Ois, esa lucha fue importante, si no, no tuviéramos a este Gobierno que ha ayudado mucho a los jóvenes”.
“Mamá olla”, en pie de lucha

Me saluda y me confirma orgullosa: “Soy la Marta, la mamá de la olla de Puerto Resistencia y aquí estoy todavía en pie de lucha”. Me cuenta su historia y comienza a tirar línea. “Llegué aquí para ayudar a los jóvenes en el paro, por esa arremetida tan dura que tuvieron, donde la gota que rebozó la copa fueron los huevos de Carrasquilla”.
Me habla sobre el estado actual de la organización popular. “Aquí nos reunimos y nos organizamos mamitas de ollas de todos los puntos, para hacer ollas, no solo a los jóvenes de primera línea, sino también para la comunidad, habitantes de calle, inmigrantes, niños, ancianos y personas discapacitadas”.
Le pregunto sobre cómo está organizado el espacio alrededor del monumento, se emociona y habla con el corazón acelerado: “El monumento se pensó y se comenzó a construir en medio del Estallido, la idea fue de los jóvenes, querían que existiera una imagen que fuera alusiva a nuestra lucha de antes, durante y después del paro y del Estallido. Nos quitaron tanto que nos quitaron hasta el miedo. También se hizo el monumento a la olla, como homenaje a todas las mamitas ollas de todo el país, aporte que fue muy significativo porque con hambre no hubiéramos resistido”.
“El Cortico”, el jardinero vigía de PR

Me recibe alegre y confiado, con una sonrisa más grande que su estatura. “Me llamo Alfredo y me dicen ‘El cortico’ por lo alto que soy” y ríe a carcajadas. “Soy primera línea y soy habitante de calle”. Me hace seña que lo siga, al fondo hay unas diez personas, me confirma sin pedírselo, “ellos son primera línea y vienen todos los días a darse su vuelta”.
Me señala con orgullo un jardín y una huerta. “Esta hermosa huerta la he sembrado con mis compañeros, llevo cuatro años acá. Este monumento y esta huerta la hicimos como homenaje a las luchas del pueblo y en apoyo a Petro. El monumento es la mano izquierda, para poder cambiar la película de los malos gobiernos”.
Le pregunto ¿de quién fue la idea del monumento a la resistencia? Toma aire y expresa: “Aquí comenzó el paro el 28 de abril de 2021, aquí comenzó la película de la lucha. En medio del Estallido, enfrentamos al ESMAD, que se demoró 20 días en llegar hasta este punto, por la resistencia del pueblo, la batalla fue dura, en medio de eso fue surgiendo la idea de inmortalizar este punto de la lucha del pueblo”.
Mira el monumento y cuenta: “Está hecho de cemento, arena y hierro. ¿Usted ve esos postes? Esos postes en el Paro los tumbamos, los demolíamos y sacábamos todo el material para ir construyendo el monumento. Tiene nueve metros y medio. Lo hicimos en veinte días antes de que llegara el ESMAD porque si no, no lo hubieran dejado hacer. Y en dos días los grafiteros hicieron las pinturas y las imágenes”.
Cuenta sobre su huerta: “Aquí tengo sembrado yuca, mango, plantas aromáticas, plátano, acetaminofén, albahaca, espinaca, guanábana, maíz, piña, café”. ¿Cómo la mantiene? “Hice un pozo profundo de doce metros hacia abajo y ¿vea el agua pura que sale? Y me sirve para el aseo y regar las plantas”.
El Cortico y Mamá Olla son ahora los guardianes de la memoria de la lucha del pueblo caleño y colombiano.