viernes, abril 19, 2024
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“Hay que hacer un campo rentable”

Erick Velasco, candidato a la Cámara de Representantes por Nariño en la lista del Pacto Histórico, explica algunos problemas de su región y cómo pueden solucionarse

Juan Carlos Hurtado Fonseca
@Aurelianolatino

En el poco debate que ha habido en la campaña presidencial, algunos precandidatos de la derecha han dicho que no se puede o no se debe subir los aranceles a las importaciones de alimentos, porque se produciría inflación y se crearían grandes mafias de contrabando. Lo han expresado para tratar de contrarrestar la propuesta del Pacto Histórico, que busca fortalecer la producción nacional y bajar los precios de estos productos de la canasta básica familiar.

“La inflación se controla con producción. Y el cese de importaciones o mecanismos de aranceles es lo que hacen comúnmente las potencias como Estados Unidos que tienen un mercado súpercontrolado y no solo con aranceles, sino con medidas fitosanitarias. El tema es cesar la importación de productos que hoy representan un gran renglón y peso en el empleo nacional. El control de las mafias es parte de los mecanismos que habrá que encontrar. La protección no es solo aranceles, es cuidado de las fronteras para evitar el contrabando. Son varias las medidas que hay que tomar”.

De esta manera responde el economista, especialista en políticas públicas y gobierno, y planificación territorial, y candidato a la Cámara de Representantes por Nariño en la lista del Pacto Histórico, Erick Velasco.

Tres grandes problemas

Desde que Erick era estudiante en la Universidad de Nariño, participaba en las luchas de la comunidad estudiantil, al punto que llegó a ser elegido representante ante el Consejo Superior. En su vida de profesional se vinculó a las resistencias agrarias y fue partícipe de escenarios de movilización y de organización.

“Participamos activamente del paro agropecuario de 2013, principalmente en el sur de Nariño. Hemos estado en muchas luchas en defensa del agua, del patrimonio público y contra la privatización de Empopasto, que intentó ser negociada con una empresa española”, explica al mostrar su recorrido político.

Esas peleas fueron dejando un acumulado organizacional con profesionales y usuarios de la salud, trabajadores y comunidad educativa que lo llevó a ser concejal de Pasto en 2015. Luego, fue vocero y estuvo en otras luchas sociales: “Tanto fue así, que en el estallido social fui el único concejal que acompañó las movilizaciones y a los muchachos judicializados, hasta el punto que tengo una investigación en la Procuraduría”, anota este líder social.

Entre los principales problemas de su departamento, Erick identifica a la crisis del agro, como consecuencia de los tratados de libre comercio y la apertura económica que arrasó productos como el trigo y la cebada y tiene en peligro a lecheros y paperos.

El segundo problema que señala, es la violencia que se asienta fundamentalmente en la Costa Pacífica y en la cordillera, donde existen conflictos asociados con el narcotráfico y más de 50 mil familias dependen de la siembra de la hoja de coca. “Es algo serio el abandono estatal y los cultivos de uso ilícito en esas partes”.

Y el tercer gran problema, son los altos índices de pobreza y miseria, necesidades básicas insatisfechas, que se hace evidente en que el 99% de las zonas rurales de Nariño no tienen agua potable. “Es un departamento bastante pobre. No tenemos industria no tenemos producción”.

Propuestas de solución

Para solucionar la problemática identificada, el candidato asegura que se iniciaría aplicando los planteamientos del Pacto Histórico y de Gustavo Petro: “Tenemos una serie de propuestas listas para presentar ante el Congreso de la República”.

No obstante, antes hay que sobreponerse a obstáculos, derrotar a las mafias electorales y ganar las elecciones. Tiene confianza porque asegura que Nariño es un departamento rebelde y las izquierdas han sido importantes, “ganó el plebiscito por la paz y aquí nunca ha ganado Uribe”,

Aunque sabe que, como organización política alternativa, se está ante un reto importante, tiene confianza porque conocen de primera mano las condiciones del departamento: “Por eso tenemos tres apuestas grandes, la productividad, fundamentalmente el apoyo al agro que tiene muchos problemas como la importación de alimentos. El tema de la educación como derecho de todos y todas; y una apuesta decidida a la implementación de cada uno de los puntos contenidos en el Acuerdo de Paz, principalmente, al punto uno porque necesitamos reforzar todas las medidas de protección, de sustitución de cultivos de uso ilícito con proyectos que den alternativas reales a los campesinos que están en medio del narcotráfico y no tienen otras salidas”, argumenta Erick Velasco.

Acerca del asunto de la pobreza, cree que hay que tomar decisiones de Estado, “las tomará el nuevo gobierno con Gustavo Petro y lo acompañaremos desde el Congreso”. Pero hay que hacer reformas a las leyes que rigen el agro. Argumenta que, como primera medida, hay que renegociar los tratados de libre comercio. En segundo lugar, cesar la importación de alimentos en géneros de la producción en donde Nariño sea bastante activo, como papa, leche, café. Y, en ercer lugar, -argumenta- se requiere una política de crédito que haga del Banco Agrario el principal banco de Colombia, que sea una banca pública que permita el apalancamiento del agro con créditos blandos y con la posibilidad de que sean condenables.

Lo anterior, se debe complementar con una reactivación de la producción de abonos e insumos como la tenía el país hace treinta años, y articular las inversiones en educación y conocimiento hacia la industrialización del campo. “Hay que tener en cuenta que lo que abunda en este departamento es el minifundio o microminifundio. Aquí el problema es más de producción”, señala el candidato identificado con el número 105 en la lista del Pacto Histórico a la Cámara.

Industrialización del campo

Erick sabe que entre las consecuencias nefastas que han dejado los tratados de libre comercio, está la migración de mano de obra, especialmente jóvenes, de la ruralidad a los centros urbanos. Y sus propuestas de reactivación agropecuaria tendrían dificultades. Hoy el salario promedio en el campo colombiano es de 300 mil pesos mensuales, en el mejor de los casos.

“Por eso los jóvenes salen del campo, porque les va mejor mendigando en las ciudades o raspando hoja de coca. En esas condiciones la producción rural no es atractiva para ellos. Para que eso cambie, hay que proteger la producción nacional, reactivándola, dándole incentivos y hacer del campo un campo rentable”.

El problema permea el ámbito cultural porque hay que convencer a muchos jóvenes que regresen a las parcelas. “Por eso, ellos deben ver que el campo no va a ser más sinónimo de miseria y pobreza, sino que debe haber un consumo interno en el país que posibilite la rentabilidad”.

En consecuencia: “Todo esto pasará por una reestructuración al sistema educativo y focalizar los esfuerzos hacia el agro. Entonces, es protección de la soberanía alimentaria, del consumo interno, y con educación y conocimiento que haya apropiación de capacidad, inversión y capital. Solamente así, esa cultura de pensar que el campo no es rentable puede ir cambiando, y los jóvenes se sentirán atraídos de volver a la siembra con la intención de industrializar. Se debe entender que no solo le apostamos a la producción primaria, sino a incorporar procesos de transformación de materias primas, que apropien a los jóvenes campesinos de la tierra”, concluye Erick Velasco.

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