lunes, mayo 6, 2024
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Covid-19: Los desechos contaminadores

La manera en que se producen y desechan los recursos sanitarios, desde la cuna hasta la tumba. Otra secuela del covid-19

José Ramón Llanos

Aunque desde la segunda mitad del siglo XX ya los científicos preveían que este sería la época de los virus, el hombre no se preparó para afrontar esta situación. Sin embargo, al decir de Samuel Alizon1[1], el problema es que el hombre debido a la eficacia de los antibióticos para curar las enfermedades infecciosas, se volvió prepotente y creyó que había derrotado las infecciones bacterianas.

Tan cierto es esto que los responsables de la salud pública de los Estados Unidos pregonaban: “La guerra contra las pestes ha sido ganada y los recursos nacionales ahora deben dirigirse a combatir los problemas crónicos como el cáncer y las enfermedades cardiovasculares”2[2].

Los hechos han demostrado que ni los científicos, ni organismos como la Organización Mundial de la Salud, OMS, afrontaron eficazmente el reto que planteó la pandemia del covid-19. Ni siquiera estos organismos tuvieron una visión totalizadora de las distintas situaciones de diversa naturaleza que suponía combatir la pandemia.

Por esa razón, desde el comienzo no se previeron los gigantescos recursos humanos, económicos y organizativos que debieron coordinarse para el manejo de la pandemia. Por ejemplo, no se previó inmediatamente la necesidad urgente de hacer un cálculo de la cantidad y la calidad de los recursos médico-sanitarios óptimos para superar el covid-19.

Tampoco se previó el enorme volumen de recursos económicos de urgente necesidad para evitar la expansión a nivel mundial de lo que se creyó era una epidemia y que rápidamente se convirtió en pandemia. Ni siquiera se orientó a todos los países afectados para que organizaran la forma como se iba a manejar y eliminar la basura producida por mascarillas, y otros elementos utilizados para combatir la enfermedad causada por el covid-19.

Consecuencias de estas imprevisiones

A lo anterior hay que sumarle que después que la OMS identificó la enfermedad producida por el covid-19 como una pandemia, comunicó también a los gobiernos del mundo las acciones necesarias para evitar consecuencias altamente lesivas sobre la población. Infortunadamente la mayor parte de las autoridades políticas desoyeron estas recomendaciones y cuando la aplicaron no utilizaron los métodos que permitieran a las poblaciones entender que debían aplicarse con urgencia.

Por la imprevisión y la desorganización como se utilizaron los recursos de prevención y los instrumentos para aplicar las vacunas, estos se han convertido en un gravoso problema y han creado riesgos para la salud y el deterioro del medio ambiente. Por esta razón, la OMS está advirtiendo: “Los deshechos médicos generados por la respuesta del covid-19 se han convertido en una amenaza a la salud y el medio ambiente”.

Incluso el material que envió la ONU, del orden de las 87.000 toneladas, para proteger a los profesionales médicos y sanitarios han devenido en desechos altamente contaminantes. Téngase en cuenta que son mascarillas, envases de vacunas, jeringuillas, envases de desinfectantes, etc.

El más reciente informe de ese organismo calcula que estos deshechos son del orden de miles de toneladas. Por ejemplo, los más de 140 millones de instrumentos para las pruebas generan 2.600 toneladas de residuos plásticos y 731 mil litros de residuos químicos y más de 8.000 millones de vacunas han producido aproximadamente 144 mil toneladas de jeringuillas utilizadas, agujas y deshechos de empaques.

Téngase en cuenta, que solo están siendo cuantificados los envíos de la OMS, por tanto, si se incluyen los generados por gobiernos y ciudadanos las cantidades de desechos resultan inconmensurables y por tanto aumentan aún más los riesgos.

Afectación del personal médico y las comunidades

Distintas entidades sanitarias del orden mundial han hecho un estudio de la gestión hospitalaria de los deshechos y han concluido que tienen muchas falencias. Han calculado que el 30 por ciento de las instituciones sanitarias no tienen los recursos suficientes, ni el nivel de organización para manejar los residuos sanitarios óptimamente. Si el estudio lo circunscribimos a los países poco desarrollados estas falencias son del orden del 60 por ciento. Debido a estas carencias se afecta a los médicos y personal auxiliar dedicado a las labores de salud.

Las consecuencias de esta desorganización lesionan a los trabajadores sanitarios quienes están expuestos a microorganismos nocivos y también comprometen la salud de las personas que viven cerca de los lugares donde se arrojan residuos, lo cual aumentan los roedores que son portadores de enfermedades. Un agravante es que algunas veces se procede a la incineración de los residuos, lo cual contamina el aire y las aguas.

Ante este problema la doctora María Neira, directora de Medio Ambiente, Cambio Climático y Salud de la OMS comentó: “El covid-19 está forzando al mundo a reconocer las lagunas y los aspectos desatendidos del flujo de residuos y la forma en que producimos, utilizamos y desechamos nuestros recursos sanitarios desde la cuna hasta la tumba”.

Ella añadió que la optimización del manejo de los deshechos sanitarios es un compromiso que adquirieron todos los países en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Además, es un aprendizaje necesario para aplicarlo ante otras pandemias que seguramente se presentarán en el futuro.

Esta crítica situación denunciada por la OMS obliga al Gobierno colombiano, especialmente al Ministerio de Salud y a los responsables de generar políticas para evitar la contaminación ambiental y prevenir las enfermedades contagiosas, a diagnosticar cuál es la situación de nuestro país en relación con el manejo de los desechos sanitarios, en qué lugares se depositan para evitar afectar lesivamente a la población. Como suele suceder siempre en Colombia, los asuntos de esta naturaleza son manejados pésimamente.

Para muestra un solo botón. Según el IDEAM, en Colombia se producen 22.000 toneladas de basuras por día, y un 20 por ciento de ellas se arroja en botaderos que no cumplen con las normas vigentes o peor todavía son incineradas o arrojadas a quebradas, ríos o lagunas. Desde el punto de vista de la contaminación un desastre. Una situación que agrava el problema de la contaminación es que aparte de los residuos de clínicas y hospitales se le deben sumar los de instituciones odontológicas, veterinarias, centros de estética y funerarias.

Un proceso altamente contaminante está relacionado con los líquidos producto de la descomposición procedente de las fosas comunes de los cementerios. Se conocen las enfermedades causadas a la población infantil que habita en los barrios marginales de Cartagena por las aguas servidas sin tratamiento, los desechos industriales, la descomposición de la flora y fauna marina que llegan a la Bahía de Cartagena. En todo el país se encuentran situaciones similares

1[1] Director de Investigaciones del Centro Nacional de Investigaciones Científicas y especialista de Epidemiología y de Evolución de las Enfermedades Infecciosas de Francia

2[2] Samuel Alizon. Evolución, Ecología y pandemias. Poner a dialogar a Pasteur y Darwin. Edición de Seuil. Octubre 2020. P. 11

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