Violeta Forero
@Violeta_Forero
“Óyeme, ustedes si tenían un as bajo la manga”, fue la afirmación de un viejo amigo liberal con el cual tuve la oportunidad de tertuliar hace algunos días. Hacía referencia al extraordinario papel que ha venido desempeñando la dirigente comunista Gloria Inés Ramírez al frente del Ministerio del Trabajo.
Incluso, me sorprendió cuando dijo: “Es sin duda una carta presidenciable para el 2026”. Las consecuencias de esa sentencia no se hicieron esperar en la amena charla, no solo por lo precipitado que significa pensar en nombres para la siguiente elección, que será en tres años y pico, sino por las posibilidades de que una militante del Partido Comunista llegue a ocupar permanentemente el Solio de Bolívar.
Si bien ya han pasado varios días, con sus noches de aquella conversación, la inquietud se mantiene. Claro, en la última etapa nos hemos cansado de contar las veces en las que Gloria Inés, bajo la figura de la ministra delegataria, ha ejercido con eficiencia las funciones presidenciales. Por ello, no es descabellado pensar y soñar con que en el futuro sea una posible candidata fuerte a la Presidencia de la República.
Sobre lo precipitado, tampoco es un disparate ir barajando nombres que puedan continuar con el proyecto progresista que viene liderando el presidente Gustavo Petro. “Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente”, dice el viejo y conocido dicho popular.
En días pasados, el analista Héctor Riveros en su columna La ministra comunista fue generoso en elogios hacia Gloria Inés Ramírez, al calificarla como “la ministra estrella del gabinete del actual gobierno”. El columnista de La Silla Vacía analiza que, ante la alta expectativa de las reformas pensional y laboral resultaron ser muy moderadas. Y finaliza su escrito sugirió que la alta funcionaria, “seguramente ha dejado a un lado viejas posturas para tratar de encontrar un punto medio”.
Gracias Héctor, pero usted se está equivocando en todo menos en que la ministra estrella es Gloria Inés. Sobre las reformas presentadas, fue un compromiso de campaña que todo cambio, en este gobierno de corte progresista, se haría a partir del diálogo social. Por otro lado, “no es pecado” plantear dos proyectos que atacan en serio al corazón del neoliberalismo.
A propósito de las “viejas posturas”, analistas como Riveros no entienden que las personas formadas al interior del Partido Comunista, comprenden e interpretan la actividad política con una máxima: “flexibles en la táctica, radicales en la estrategia”. Queremos el socialismo para el país, pero somos conscientes de que en este momento toda nuestra inteligencia y acumulado político están con las reformas que el país necesita y que definitivamente cambiaran la vida de las grandes mayorías. Eso sí, seguimos con nuestros trabajos de masas y sus justas peleas cotidianas por ampliación de derechos. No renunciamos a la alegría, ni a la revolución.
¿Soy una desquiciada en proponer una presidenta comunista? No. De hecho, desde Eutiquio Timoté, pasando por Jaime Pardo Leal y Bernardo Jaramillo, hasta la actualidad, el Partido Comunista mantiene su vocación de poder. No más, no menos.
A mi viejo amigo liberal le contesté que por el momento la tarea es sacar adelante las reformas. Eso sí, parafraseando al Profesor Súper O, le deje claro que: “si el trabajo, las pensiones y la salud son recuperados como los derechos que son, estaremos reduciendo los niveles de neoliberalismo, mucho más que un poquitico”. Todo nuestro respaldo a Gloria Inés para que así sea.