viernes, abril 19, 2024
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Europa sin el gas ruso

“Vamos a vender petróleo y gas en otros lugares”, indicó el Kremlin, apoyados en que los gobiernos de las tres cuartas partes de la población mundial, incluyendo los de China e India, no se adhieren a las sanciones y compran este combustible a precio justo

Alberto Acevedo

El pasado 31 de agosto, el poderoso consorcio ruso Gazprom suspendió el suministro de gas a Europa a través del gasoducto Nord Stream 1, alegando que debía realizar trabajos de mantenimiento planificados, previstos para concluir el 3 de septiembre. Un día antes de esa fecha, la compañía comunicó que suspendía por tiempo indefinido la entrada en funcionamiento del gasoducto debido a fallas en el sistema.

El anuncio se produce en un complejo contexto en el que, de una parte, la Unión Europea había anunciado la imposición de un tope a los precios de las importaciones de combustibles de Rusia, medida acompañada de un sexto paquete de sanciones a ese país, una decisión respaldada también por una cumbre del Grupo de los 7. Y en momentos en que se avecina el invierno, que algunos vaticinan como ‘muy crudo’ debido a los desajustes del cambio climático.

Las autoridades rusas indicaron que encontraron en la red de suministro “una fuga de aceite mezclada con un compuesto sellado en las conexiones de los cables de los sensores de velocidad del rotor de baja y media presión” en la turbina Trent 60, ubicada en la estación de compresión Portovaya. También descubrieron fugas de aceite en otros tramos del gasoducto.

Argumentos de parte y parte

Gazprom declaró que envió una carta describiendo las irregularidades técnicas a Christian Bruch, director general de la empresa Siemens, compañía responsable del mantenimiento de las turbinas del gasoducto. Al día siguiente, desde la empresa gasística indicaron en una nota de prensa que Siemens estaba llevando a cabo tareas de reparación y que detectó fallas y fugas de aceite. Además, añadieron que Siemens estaba lista para hacer las reparaciones, pero que no había ningún lugar donde hacer estos trabajos.

Mientras en Occidente algunos gobiernos indicaron que fallas como las señaladas son recurrentes y jamás pretexto para suspender el servicio, el Kremlin aseguró que no es posible suministrar gas como antes a Europa en medio de las restricciones y sanciones impuestas a Rusia. En primer lugar, las sanciones obstaculizan la reparación de las turbinas. «Los problemas con el bombeo aparecieron debido a las sanciones impuestas por Estados occidentales, incluyendo Alemania y Reino Unido, contra nuestro país y varias empresas. No existen otras causas que lleven a los problemas con el bombeo», comentó el portavoz del presidente ruso, Dmitri Peskov.

“Vamos a vender petróleo y gas en otros lugares”, indicó el Kremlin, basándose en que los gobiernos de las tres cuartas partes de la población mundial, empezando por los de China e India (que suman tres mil millones de habitantes), no se adhieren a las sanciones y compran el gas ruso a precios asequibles.

Rusia aumenta dividendos

Además, los mecanismos especulativos del mercado energético han disparado el precio del gas y han permitido a Rusia ganar más vendiendo menos. Los mecanismos de interdependencia -asimétrica- de la globalización capitalista están haciendo agua por todos lados, y la anarquía del capitalismo hace imposible gobernarlos.

Una reunión extraordinaria de ministros de Energía del G-7, celebrada en Bruselas el 9 de septiembre pasado, asumió la propuesta de fijar un techo temporal al precio del petróleo proveniente de Rusia. La idea es que todos los países que tengan la intención de continuar importando crudo de Rusia se comprometan a hacerlo solo a precios iguales o inferiores al precio tope. Buscan así aliviar la presión sobre los precios mundiales del petróleo y apoyar a los países importadores.

La contramedida que produjo esta propuesta fue la suspensión completa de los despachos de gas a Europa. Para el viejo continente se configura así una tormenta perfecta, pues ya padece las consecuencias de una galopante inflación, no supera del todo los efectos de la crisis sanitaria por el coronavirus y se anuncia una ola de protestas ciudadanas debido a la falta de gas, al desempleo, los bajos salarios y el recorte al gasto social. Es con este cuadro de cosas como Europa pretende enfrentar además el crudo invierno que ya se avecina.

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