miércoles, abril 24, 2024
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El séptimo congreso del Partido Comunista

Reunido en abril de 1952, los análisis de los líderes aportaron al desarrollo de la política del PCC en el campo, que se aplicaba para desarrollar la lucha de masas por la reforma agraria

Alejandro Cifuentes

Luego del 9 de abril de 1948 los comunistas colombianos enfrentaron lo que hasta ese momento fue la situación más crítica de la historia del Partido. Mariano Ospina Pérez (1946-1950) decretó el estado de sitio y cerró el Congreso en 1949, instaurando en la práctica una dictadura. Además, adelantó las elecciones presidenciales, por lo que el liberalismo declaró que no había garantías para acudir a las urnas, por lo tanto, el conservador y filofascista, Laureano Gómez, fue el único candidato presidencial.

Gómez dada su quebrantada salud, gobernó en compañía del abogado y litigante de las petroleras norteamericanas, Roberto Urdaneta. El nuevo gobierno mantuvo el estado de sitio y profundizó la persecución contra las organizaciones populares y contra toda oposición, principalmente liberales y comunistas, a quienes Gómez acusaba de haber asesinado a Gaitán para turbar el orden público.

A todos estos factores se sumó el accionar de una policía conservatizada, en colaboración con las bandas de paramilitares conocidas como “pájaros”; ambas decían combatir a los campesinos armados, pero en realidad eran el puntal de la represión oficial contra todos los actores sociales que las autoridades identificasen como enemigos del Estado.

El PCC y la Violencia

Entre 1948 y 1950, ante la escalada de la violencia y de forma espontánea, los campesinos comenzaron a conformar grupos armados para defenderse de las agresiones desatadas por las autoridades y los terratenientes. Estos grupos inicialmente eran de carácter defensivo, pero con el tiempo comenzaron a coordinar sus actividades, con un mando centralizado y empezaron acciones ofensivas.

Los comunistas, a finales de 1949, declararon la política de autodefensa de masas como reacción contra la violencia oficial y también como crítica al liberalismo. Se consideraba que la resistencia parlamentaria contra la dictadura, acción a la que se había limitado la dirección liberal, no podía surtir ningún efecto sin la convocatoria decidida a la acción de las masas.

La autodefensa de masas no era una simple invitación a la creación de grupos armados en el marco de una creciente violencia antipopular de origen oficial; implicaba primordialmente un llamado a las organizaciones populares, en el campo y las ciudades, al desarrollo de mecanismos prácticos para la defensa de la vida y de las libertades ciudadanas, para resistir la violencia policial y paramilitar, coordinada por diversas instancias del Estado. Esta política recogía parte de la experiencia de las luchas sociales de la década de 1920, desarrollada principalmente en las zonas de colonización agraria.

Un Congreso contra la persecución y la ilegalidad

Ante la persecución, varios sectores del PCC plantearon abandonar la lucha de masas, aislándose del proletariado, prácticamente ilegalizando al Partido antes de que lo hicieran las autoridades. No obstante, la dirección le salió al paso a estas posiciones, señalando que las acciones armadas no debían desplazar la lucha de masas, y que ante el difícil escenario, la organización más que nunca debía mantener su vínculo con la sociedad.

En tal momento se adelantó el séptimo Congreso del PCC, el cual se reunió a mediados de abril de 1952. Las tesis llamaron la atención en el escenario internacional sobre la creciente agresividad del imperialismo norteamericano en regiones como Asia y Europa central, mientras la OTAN, el franquismo y el Plan Marshall eran una muestra clara de la amenaza contra la paz mundial.

Las tesis se detenían en el análisis de la experiencia socialista, apuntando los avances económicos de la URSS y las democracias populares de Europa central y oriental. Además, se restallaba especialmente la consolidación de la República Popular China. Por último, el Partido se posesionaba en contra del mariscal Tito en el diferendo que había surgido entre el líder yugoslavo y Stalin. Igualmente, las tesis recalcaban la marcha de las luchas de liberación nacional en el sudeste asiático, donde se resaltaba la independencia de Vietnam.

El problema agrario

Ya en lo referente a Colombia, el Congreso se preocupó por caracterizar la situación en el campo. Se llamó la atención sobre la concentración de la tierra en manos de los grandes terratenientes, a la vez que se constataba el crecimiento de la ganadería extensiva, mientras se venía reduciendo el área de tierra disponible para la agricultura productiva.

Dado este esfuerzo, en las tesis se quiso definir más claramente las relaciones sociales de producción en el agro. Se afirmaba de entrada que en el campo colombiano pervivían y se entrelazaban formas semifeudales y capitalistas de producción. Y a partir de esta argumentación, se buscó definir a la población del campo, distinguiendo entre proletariado y el semiproletariado agrícola del campesinado, el cual, a su vez, se dividía entre pobres, medios y ricos. Y se hacía una consideración especial para las comunidades indígenas y su propiedad comunitaria, siempre amenazada por los latifundistas. Tales argumentos contribuyeron a romper con la tendencia del Partido a ver de forma homogénea a la población agraria.

Ahora bien, los análisis del Congreso sobre el agro también aportaron para el desarrollo de la política del PCC en el campo, la cual se mantenía firme en el esfuerzo de levantar la lucha de masas por la reforma agraria democrática. Para que esta tuviera curso, el Congreso afirmaba que se debía lograr la consolidación de las clases sociales en el agro, desde el proletariado agrícola hasta los campesinos ricos, para neutralizar a los latifundistas y a los terratenientes de tipo capitalista.

Pero el PCC hizo especial énfasis durante el congreso en el proletariado agrícola, el cual caracterizó de forma más exhaustiva, apuntando la existencia de formas desde obreros temporales hasta el trabajador trashumante. Por eso mismo la organización proletaria en el campo debía observar una mayor flexibilidad.

Así, durante el encuentro se convocó la Segunda Conferencia Nacional Agraria del PCC y se llamó a fortalecer la Federación Nacional de Trabajadores Agrícolas como forma principal de organización de las masas explotadas del campo.

La resistencia armada y la lucha por la democracia

El otro problema central ligado al agro tratado durante el Congreso fue el referente a la Violencia. El encuentro estableció que los comunistas debían profundizar en la organización de autodefensa de masas para encarar la cruenta reacción en el campo y como una forma de concretar el Frente Democrático –política que el PCC había propuesto para formar un movimiento amplio para encarar al reaccionario gobierno Gómez-Urdaneta– en las zonas rurales. La autodefensa debía acompañarse con la toma directa de tierras donde fuera posible y asimismo debían formarse urgentemente sindicatos agrarios en esas zonas.

El Partido concebía el Frente Democrático como un movimiento que debía construirse a partir de organizaciones del proletariado agrícola y urbano, con la activa participación de campesinos pobres y con las organizaciones que habían surgido de la resistencia que estos protagonizaban en zonas como Tolima, Antioquia y los Llanos Orientales. Sin embargo, y en aras de construir el Frente, el Congreso advirtió sobre los riesgos de exagerar los alcances de la resistencia armada y la lucha guerrillera, pues la dictadura conservadora era la más interesada en prolongar la guerra y endurecer el estado de sitio.

Según las conclusiones del Congreso, las guerrillas serían un factor decisivo solo si se fundían con un movimiento más amplio, encabezado por la clase obrera y que luchara por la apertura democrática. Por eso, era tarea fundamental combatir el aventurerismo y el bandolerismo al interior de la resistencia armada, promoviendo la formación política.

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