domingo, febrero 16, 2025
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El pulso político en curso

Jaime Caycedo Turriago

El pulso político muestra un atrincheramiento de los dueños del negocio financiero que se apropiaron del sistema de salud, del fondo social destinado a las pensiones e intenta someter al “ánimo de lucro” a la institución pública, que se ha manifestado en la postura obstruccionista de sus representantes políticos en el Congreso nacional, al que llegaron con su desvergonzado respaldo económico.

Neoliberales de cuño. Pretenden seguir estafando la bonhomía del país con la idea de que el sistema es perfecto e intocable y que cualquier reforma en beneficio de lo social crea caos y bancarrota de la economía y de la sociedad. Preparan el terreno contra la reforma laboral que toca el corazón del sistema económico y social, que regula la superexplotación del trabajo asalariado productivo, que canaliza la plusvalía creada en beneficio exclusivo de los acumuladores de capital transnacional y local, en abierto desconocimiento de la justicia social.

Con el empeño de bloquear las reformas buscan desconocer la crisis social profunda que atraviesa la sociedad colombiana, donde la creciente inconformidad con el estado de cosas existente provoca rebeliones populares que han empezado a cambiar el rumbo de la historia política del país.

La implantación del modelo neoliberal y el genocidio político han ido de la mano bajo las apariencias de un Estado social de derecho que no ha tenido la oportunidad de existir. Dicha crisis ha profundizado las desigualdades sociales y dificultado los esfuerzos afirmativos por la vía de la solución política, el diálogo y los acuerdos de paz para la superación de la guerra y sus prolongaciones residuales.

Los partidos del sistema enfrascados en oponerse a las reformas tienen una alta responsabilidad no sólo en el diseño del modelo económico, sino en la complicidad con el genocidio, la represión violenta de las protestas sociales y la criminalidad paramilitar amparada por el Estado y los aparatos ideológicos partidistas.

En el mundo rural donde empieza a tomar cuerpo un sistema de Reforma agraria, el presidente Petro lanzó la iniciativa de un proceso constituyente como una continuación de la lucha misional por cambios que rompan el sometimiento, el fatalismo, el inmovilismo, la apatía y el conformismo. El pulso político es por cambios que permitan emancipar a las mayorías sociales trabajadoras, étnicas y de género, que los acumuladores de capital y de tierras consideran como clases peligrosas.

La Constituyente de 1991 dejó temas pendientes y sin resolver por el régimen político ulterior. Poner el debate social sobre el constituyente primario, pensar que otra Colombia es posible si ella se integra con el acervo de las mayorías excluidas y superexplotadas, implica para el Pacto Histórico y los revolucionarios organizar a esas mayorías con una pedagogía informativa y formativa.

Es necesaria una plataforma de cambios, estructuras de base como las Coordinadoras populares territoriales y sectoriales, pilares de organización unitaria que se construye en la movilización, “desde el pie”.

* Presidente del Partido Comunista Colombiano

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