martes, diciembre 10, 2024
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El padre de todas las guerras

La degradación de la situación en Ucrania y en Palestina no es casual, forma parte de la estrategia de Estados Unidos para mantener su hegemonía

Alberto Acevedo

En medio de la confrontación de Israel con una pluralidad de frentes de guerra, que amenazan con una escalada del conflicto en todo el Medio Oriente, se estableció que la bomba con que las tropas sionistas asesinaron al líder de la resistencia islámica, Sayyed Hassan Nasralla, era de fabricación norteamericana.

Los analistas, que por petición de The Washington Post examinaron los videos del ataque y sus repercusiones, indicaron que el daño es consistente con el uso de múltiples bombas de dos mil libras, una munición tipo BLU-109, de fabricación norteamericana. Tras la revisión de un video publicado por la Fuerza Aérea Israelí, tres analistas determinaron que el material audiovisual muestra aviones de combate transportando las bombas de dos mil libras, varias de las cuales eran del tipo anteriormente mencionado.

El ejemplo viene al caso para ejemplificar la denuncia hecha en diversas oportunidades por las fuerzas de la resistencia palestina: una buena parte de las armas empleadas por Israel proceden del arsenal norteamericano. Para graficar el escenario del conflicto, Estados Unidos pone las armas e Israel aprieta el gatillo.

Genocidio continuado

Con esa alianza siniestra, las acciones violentas de Israel contra el pueblo palestino alcanzaron en un año un nivel de agresión nunca antes visto. En palabras del alto comisionado de la Unión Europea, Josep Borrell, Israel se comporta “como un grupo terrorista” y comete un genocidio continuado al que ninguna potencia occidental parece interesar ponerle fin.

Pero la responsabilidad de las grandes potencias va más allá de dejar que Israel cometa este genocidio. Sin el armamento y la financiación que se le proporciona a este país, este no podría cometer los crímenes y bombardeos que ejecuta contra la población civil, sin el más mínimo respeto por el Derecho Internacional y el Derecho Internacional Humanitario.

Varios estudios intentan cuantificar las dimensiones de esa ayuda criminal. Un informe de la Universidad de Brown, que acaba de publicarse, muestra que Estados Unidos ha enviado a Israel 17.900 millones de dólares en asistencia militar en este último año, la cantidad más alta desde que comenzó a hacerlo en 1959. Una cifra que no refleja, sin embargo, la totalidad de la ayuda militar.

Ataque israelí contra Beirut. Foto Unión Europea, Lisa Hastert

Ayuda enmascarada

El diario The Wall Street Journal asegura que se han enviado “decenas de miles de armas, incluidas bombas y municiones guiadas de precisión a Israel desde los ataques de Hamás del 7 de octubre, utilizando procedimientos que han enmascarado en gran medida la escala de apoyo militar de la administración”.

Se hace, dice este diario, a través de más de cien envíos de armas, cuyo valor está por debajo del umbral establecido por la ley norteamericana para que sea obligatoria su notificación. Y esta financiación, ya de por sí extraordinaria, no se queda ahí. La administración Biden prepara un acuerdo adicional de nuevos envíos de armamento a Israel por un valor de 20.300 millones de dólares.

El genocidio que lleva a cabo Israel es, en realidad, una pieza más de la geoestrategia imperial que impone Estados Unidos. Si Washington quisiera realmente evitar la barbarie que vemos cada día en el Medio Oriente y si no hubiera querido que se llegara a la situación actual en Ucrania, nada de esto pasaría; el mundo se hubiera ahorrado tanto sufrimiento e indignación y se habrían salvado miles de vidas humanas que se están perdiendo.

Una estimación conservadora

Otros informes sobre el monto de la ayuda norteamericana al régimen de Netanyahu van más allá. “El apoyo a Israel, para que mantenga la guerra genocida en Gaza y las otras escaladas en el Medio Oriente, le han costado a Estados Unidos, a los contribuyentes, al menos 22 mil 750 millones de dólares desde el 7 de octubre de 2023”. Así lo informó el proyecto Costos de la Guerra, de la Universidad de Brown, en un documento publicado el pasado 7 de octubre.

Los costos de la guerra llegaron a esta cifra, una estimación muy conservadora, combinando el costo de la ayuda militar estadounidense a Israel y el costo de las operaciones militares estadounidenses relacionadas en la región, incluida la guerra contra los hutíes en Yemen.

A esta situación se suma el hecho de que las guerras de Israel se han convertido en una mina de oro para la industria mundial de armamentos, sobre todo la norteamericana. Un informe reciente revela que las empresas de armas estadounidenses han obtenido beneficios excepcionales gracias a las guerras en Gaza y el Líbano.

Rentabilidad

En un informe presentado la semana pasada, el Quincy Institute for Responsible Statecraft, un grupo de expertos en política exterior de Estados Unidos, destacó que las compañías armamentísticas estadounidenses superaron los principales índices bursátiles en lo que va del año. Este notable crecimiento se ha visto impulsado por el incremento de las ventas de armamento a Israel, en el contexto de la guerra genocida en la Franja de Gaza, así como por la reciente intensificación de la violencia en el Líbano.

Los expertos también destacaron que Lockheed Martin, la empresa detrás del polémico caza F-35, empleado por Israel en sus operaciones aéreas sobre Gaza, Líbano, Siria y Yemen, ha registrado un aumento notable en su rentabilidad, al alcanzar un impresionante 54.86 por ciento entre el 7 de octubre de 2023 y el mismo día del año siguiente.

Entre tanto, en estos juegos de guerra, las cifras de la matanza son espeluznantes. Desde el 7 de octubre de 2023, Israel ha masacrado más de 42.000 palestinos, entre los que se cuentan 16.000 niños. ¿Cuál de los dos gobiernos es más genocida? ¿El de Tel Aviv o el de Washington? ¿Este camino desbocado podría conducir a un nuevo Vietnam para Estados Unidos? Son preguntas para una nueva aproximación al tema.

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