viernes, abril 19, 2024
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El “No” sin legitimidad

La modalidad ilegal y deshonesta como lo hicieron desde las toldas del “No” le resta legitimidad a la victoria en el plebiscito. Uribe Vélez y su séquito de agresivos seguidores lo que pretenden es abrir de nuevo la negociación, haciendo propuestas que cambien el fondo del Acuerdo de La Habana

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Editorial del Semanario VOZ

El gerente de la campaña del “No”, Juan Carlos Vélez Uribe, exsenador y excandidato a la Alcaldía de Medellín y de las entrañas del expresidente y ahora senador Álvaro Uribe Vélez, en medio de la efervescencia por la pírrica victoria en el plebiscito, le declaró al diario La República de Bogotá que logró recaudar $1.300 millones para la campaña del “No” con el aporte de apenas 30 personas y 30 empresas.

Pero además, Vélez Uribe reconoció que la estrategia fue la de crear indignación sobre la base de fomentar mentiras, montajes y noticias falsas sobre las principales acusaciones contra el Acuerdo de La Habana de que significaba impunidad, entregarle el país al castrochavismo, imponer la “ideología de género” y amenazar la propiedad privada, entre otros infundios. “Unos estrategas de Panamá y Brasil nos dijeron que la estrategia era dejar de explicar los acuerdos para centrar el mensaje en la indignación”, explicó Vélez.

Así diseñaron la publicidad, con infundios, explotando la debilidad de la publicidad gubernamental y la casi ninguna o superficial pedagogía de la paz desde las toldas oficiales. En el colmo del absurdo, la propaganda en radio y televisión del Sí le hizo concesiones y terminó avalando la maniobra del Centro Democrático.

Dicha campaña, hay que decirlo, no pudo adelantarse sin el consentimiento de los directivos, sobre todo de Álvaro Uribe Vélez, quien todo lo conoce y lo decide. “Sin su autorización no se mueve una hoja en el Centro Democrático”, dicen algunos de sus cuadros dirigentes.

La modalidad ilegal y deshonesta como lo hicieron desde las toldas del “No” le resta legitimidad a la victoria en el plebiscito, que fue por una mínima diferencia. Porque no existe la derrota de la que hablan algunos de sus pedantes voceros, ya que la votación demostró que el país quedó partido, de a mitades, entre los partidarios del “Sí” a la paz” y del “No” a los Acuerdos de La Habana. La victoria matemática fue para los enemigos de los acuerdos y para quienes en el fondo avalan la guerra y la salida militar, así digan lo contrario.

Sin embargo la decisión si bien afectó la implementación del Acuerdo de Paz, de todas maneras, de conformidad con la misma decisión de la Corte Constitucional, existen otros caminos legales y constitucionales para que el presidente Juan Manuel Santos le abra paso a los acuerdos y a la paz estable y duradera. Al fin y al cabo el plebiscito no decidió entre la paz y la guerra.

Uribe Vélez y su séquito de agresivos seguidores lo que pretenden es abrir de nuevo la negociación, haciendo propuestas que cambien el fondo y el contenido real del Acuerdo de La Habana. Mejor dicho: quieren un nuevo acuerdo que bien saben que es un imposible, porque al fin y al cabo es impedir el camino de la paz. Es la forma velada de prolongar el conflicto e imponer de nuevo la guerra contra las FARC-EP y el pueblo colombiano. Es el resultado del odio visceral a la guerrilla que lo demostró durante los ocho años de “seguridad democrática”, que fomenta a nivel nacional e internacional con la complicidad de la “gran prensa” y de algunos grupos económicos que financiaron la campaña.

Las propuestas del “No” en sus variantes son similares. Apuntan a modificar acuerdos que fueron logrados en cuatro años de negociaciones como suprimir la justicia transicional tal y como se concibió, para remplazarla por el modelo de Ralito con los paramilitares; eliminar la participación en política de los dirigentes de las FARC-EP; quitar todo blindaje legal y constitucional al Acuerdo de Paz de La Habana; modificar los acuerdos sobre desarrollo rural y tierras, en particular lo que tiene que ver con las propiedades mal habidas como una manera de proteger a los despojadores de tierras ganaderos, latifundistas y narcotraficantes; entre otros temas, son las aspiraciones de la extrema derecha.

Son propuestas que modifican la esencia de los acuerdos. En el fondo pretenden es la desmovilización y la entrega de los guerrilleros sin cambios democráticos y opciones de su participación política. Con toda razón el diario The New York Times criticó a Uribe y lo acusó de estar obstaculizando la paz.

Las movilizaciones estudiantiles y populares están reclamando ¡Paz ya! Sin demoras ni dilaciones. Con generosidad el Gobierno y las FARC anunciaron que estudiarán las propuestas para aceptar aquello que vaya orientado a precisar y a contribuir en la mejor presentación para la implementación del Acuerdo. La paz es irreversible a pesar de las trampas y las provocaciones del uribismo guerrerista.

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