martes, abril 23, 2024
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Ecocidio mayúsculo en la Reserva Thomas Van der Hammen

La afectación a este sistema “impactará negativamente la eco-región central colombiana”, dice un pronunciamiento de la Red de Amigos de la Reserva Forestal Thomas Van der Hamme

Diógenes Laercio

Después de cinco años de estudio de la solicitud, el consejo directivo de la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca, CAR, aprobó un proyecto que permitirá la construcción de un tramo de la Avenida Boyacá al norte de Bogotá, por predios de la reserva forestal Thomas van der Hammen, considerada un patrimonio ecológico de la ciudad y de la nación.

Durante unos seis lustros, si no más, grupos ecologistas han venido advirtiendo del daño enorme que a la mencionada reserva forestal le haría si se sustrajeran franjas de terreno de la zona para edificar viviendas, centros comerciales o carreteras y avenidas, como en su momento lo intentó la administración de Enrique Peñalosa, y ahora parece que lo logra la alcaldesa Claudia López.

Para entender la magnitud del daño ecológico que causaría la intervención urbanística de la reserva, es bueno mostrar en cifras sus dimensiones. Se trata de un predio de 1.395 hectáreas. El parque “es un territorio estratégico para lograr la conectividad ecológica como parte integral de la estructura ecológica principal de Bogotá y a nivel regional. La afectación a este sistema impactará negativamente la eco-región central colombiana”, dice un pronunciamiento de la Red de Amigos de la Reserva Forestal del Norte de Bogotá Thomas Van der Hammen.

Drástica transformación

“Si se toca y se desarticula será inminente la pérdida de flora, fauna nativa, de suelos con vocación agroecológica, humedales, quebradas y bosques. El desastre ambiental será incalculable; aumentará y agudizará la deuda social y ecológica que existen en la ciudad.

“De la misma manera se extenderán los conflictos socio-ambientales por la drástica transformación del territorio rural para suelos de expansión urbana destinados a procesos de reurbanización e industrialización”, precisa la Red de Amigos de la Reserva Forestal.

La Fundación Humedales Bogotá, por su parte, ha enumerado al menos 187 razones para preservar la Reserva Forestal. Algunas de ellas tienen que ver con que esta ofrece muchos servicios ecosistémicos que benefician a los bogotanos como la conectividad de flujo de agua entre los Cerros Orientales y el río Bogotá, la descomposición de desechos, la regulación del caudal del río Bogotá, la captura y almacenamiento de carbono, la regulación del clima y la polinización de cultivos, a lo que se suma que, es hogar de la megabiodiversidad endémica de la sabana de Bogotá y la reserva para ayudar en la dispersión y movimiento de las poblaciones de aves.

Habitante de la Reserva Forestal Van der Hammen. Foto Oswaldo Cortes, vía Alcaldía de Bogotá

Trino de Petro

En la Van der Hammen existen en la actualidad al menos 187 especies de aves registradas en su hábitat, es a ello a lo que se refiere la Fundación Humedales, cuando habla de que existen 187 razones para defender y preservar esa franja de suelo.

De las 187 especies, 28 son migratorias y 157 son de residentes nativas, es decir, especies endémicas, que son exclusivas de Colombia. Entre ellas están la tingua bogotana (en peligro de extinción) y el chamicero cundiboyacense. El 12 de febrero de 2016, el entonces parlamentario Gustavo Petro publicó un Twitter: “la movilización ciudadana por la defensa de la reserva Forestal Thomas Van der Hammen merece todo nuestro apoyo”. Sería muy oportuno que el hoy presidente Petro se pronunciara en igual sentido y, además, con acciones prácticas para defender y proteger la inviolabilidad de la reserva.

La reserva tiene un potencial de restauración, recreación y uso público, que contribuiría de manera sustancial a mejorar la calidad de vida y la oferta recreativa de los capitalinos, al tiempo que permite que esa área favorezca en el futuro la conectividad ecológica regional.

Peligro de extinción

Si por el contrario se afecta el terreno, como ha sido la idea de la alcaldesa Claudia López en su Plan de Ordenamiento Territorial, se ponen en peligro esos espacios de mitigación de inundaciones existentes, que garantizan una única pieza de paisaje cultural rural de la sabana, en la zona norte de Bogotá.

La Red de Amigos de la Reserva asegura que, la preservación de esta “contribuye a la adaptabilidad del cambio climático mitigando el aumento de la temperatura del planeta. Su preservación se vincula con iniciativas globales frente a la crisis civilizatoria y a los acuerdos suscritos por Colombia en la COP21”.

Pero estas razones al parecer no han sido tomadas en cuenta por la alcaldesa de Bogotá; proyectos urbanísticos como Lagos de Torca y la autopista, ya bastante adelantados, que propone construir la mandataria, seguramente llevarán a la extinción de las poblaciones de aves y a la larga a este resguardo natural.

La reserva está aportándole a la ciudad un aire más limpio, un hábitat verde, un hogar para casi dos centenares de especies de aves. En contraste, los proyectos urbanísticos en marcha extienden hasta esta valiosa zona muchos problemas actuales de la ciudad como el smog, la escasez de hospitales, la inseguridad, la falta de cultura ciudadana, los trancones y la insuficiencia de pavimentación de vías.

El último pulmón

Hoy en día la reserva forestal, unida ecológicamente con el cerro La Conejera, el Humedal Conejera, el Humedal Torca-Guaymaral, el bosque Las Mercedes, los cerros orientales y el río Bogotá, representa el último pulmón de esa gigantesca mole de cemento que es la capital, y tal vez la última zona que mejor representa la flora y la fauna de la sabana de Bogotá.

No deja de ser irónico que, la Reserva Van der Hammen cobró existencia legal gracias a una resolución de la CAR Cundinamarca, y ahora, es un director de la CAR, el señor Luis Fernando Sanabria el que, mediante una resolución, autoriza el fin de su existencia.

En recientes declaraciones de prensa, la secretaria de Hábitat de Bogotá, Nadya Rangel (El Tiempo, abril 23, página 4.3) admite que, la resolución que les entregó el señor Sanabria habilita el plan zonal Lagos de Torca, cuya planeación existe desde el año 2000 y, por consiguiente, la extensión de la Avenida Boyacá, pasando por Van der Hammen hasta empalmar con la Avenida 235, Guaymaral.

No contentos con esto, el Instituto de Desarrollo Urbano, IDU, analiza la extensión de otra avenida depredadora, la Suba-Cota, que arrebatará otra porción de la Van der Hammen. Toda la riqueza ecológica de la zona amenaza con hundirse; réquiem por la tingua bogotana y el chamicero cundiboyacense.

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