El eurotour que se dio el presidente lo dejó más malparado de lo que ya estaba. Hoy su desaprobación alcanza el 73%, según Invamer
Pablo Arciniegas
El presidente Iván Duque, que últimamente anda por fuera de foco gracias a las campañas electorales, cerró su gira por Europa con broche de oro. Durante su intervención en el Parlamento Europeo, el pasado 15 de febrero, varios diputados de la institución que llevaban camisetas blancas con los nombres de las víctimas del Estado escritas se pusieron de pie, en un mínimo gesto de respeto que aquí, en Colombia, sería acusado abiertamente de ‘castrochavista’ por la corrupta exdirectora del SENA María Andrea Nieto, en su programa ‘El Control’.
Pero lo de los eurodiputados es apenas la cereza del pastel, porque desde el año pasado, con la conferencia de Glasgow COP26, Duque dejó expuesta su hipócrita posición en el terreno de la política internacional. De puertas para adentro, cualquier iniciativa de desarrollo social y de justicia es vista como enemiga de la doctrina de ‘Paz con Legalidad’ y la seguridad jurídica que tanto proclama el expresidente Álvaro Uribe desde su Twitter, pero de puertas para afuera, ahí sí, Colombia es ese maravilloso país donde los jóvenes, los activistas, los ambientalistas y las víctimas cuentan con todas las garantías para generar un cambio.
Ese país que Duque exhibe en el exterior, Polombia, solo existe en su cabeza y en la de Ingrid Betancur, que todavía se pregunta qué es una maquinaria política. Aunque, lo cierto es que si el Acuerdo de Paz ha dado frutos no ha sido por él ni por su administración, así el analista claudialopista, y hoy candidato al Congreso por la Alianza Verde Ariel Ávila diga que sí, que después de tres años por fin se está ejecutando una plata del PNIS. ¡No pues gracias!
Para su información, si el Acuerdo ha salido adelante, es por las víctimas y excombatientes que apostaron todo, como los que hacen parte de la Casa de la Paz, en la localidad de Teusaquillo, Bogotá.
Fiasco en el medioambiente
Retomando lo del COP26, parada que no hizo parte de la gira de Duque este año, la presentación de Duque fue un fiasco completo, porque mientras nuestro perfeccionista mandatario hablaba de su ‘producir conservando y conservar produciendo’, el piedemonte llanero era reducido a cenizas por la ganadería intensiva y los agronegocios, y también por los carteles.
Pero su excusa, o la de su súper creativo ministro Molano fue y es echarles toda la culpa a las disidencias de las FARC, como si para mover las toneladas y toneladas de coca que salen de Colombia no fuera necesaria su venia. Eso es patear la lonchera.
Lo cierto es que Duque fue a hacer lo mismo este año en la cumbre One Ocean en Brest, en donde le dieron el patazo de mojar prensa con Macron. Supuestamente los dirigentes fueron citados para hablar sobre alternativas para recuperar el medioambiente y los océanos, pero al mismo tiempo que el presidente de Colombia solicitaba declarar la bahía de Tribugá como patrimonio de la Unesco, el homicidio de Breiner Cucuñame, indígena y ambientalista de 14 años del Cauca, sigue impune, hecho que nos mantiene en el vergonzoso primer puesto de naciones más peligrosas para defender la naturaleza.
Además, durante el gobierno de Iván, ‘de equidad para todos’, la empresa de explotación minera Minesa, proveniente de Emiratos Árabes Unidos, no solamente se ha dedicado a traspasar los límites de Santurbán, sino que también amenaza a periodistas independientes y a activistas del páramo.
Y esto va de la mano de cosas como que, en San Andrés y Providencia, luego que el presidente prometió reconstruir en cien días, se sufre de una escasez crónica de agua potable y que gran parte de los esfuerzos de su bancada se concentraron en regresar a las fumigaciones con glifosato.
Recolectar millas
Lo de Duque y el medioambiente ciertamente es un fiasco, pero un fiasco para la mitad de la población porque en Colombia, para bien del fascismo, está implantada la idea de que el crecimiento es producción y ya, sin importar que en el camino se acabe el planeta. Sin embargo, si hay un tema sensible para el uribismo y sus masas, es la fábula de la austeridad y el gasto público.
Lo curioso es que el joven candidato de las canas pintadas, que se atrevía a pautar en vallas: ‘Menos impuestos, más trabajo’, terminó empujando la madre de todas las malas reformas tributarias y de paso demostró una fascinación por recolectar millas aéreas.
Según un informe del senador Wilson Arias, Iván se habría gastado 3.700 millones de pesos en 44 vuelos internacionales, en un periodo presidencial atravesado por la pandemia. Pero lo peor no es eso, sino que en cada paseo el presidente de ‘extremo centro’, que fue a rendirle honores a Mao en China, carga con su hermano Andrés.
Andrés, según la misma Presidencia, no tiene función ni puesto definido, es decir, pasea gratis por todo el mundo con la plata que se recoge de cada compra, cada insignificante compra, que hacen los colombianos. A Luxemburgo y Bélgica fueron a parar los dos hermanos, quién sabe si a hablar de los siete enanitos y la Economía Naranja.
No te olvidaremos
Iván Duque ha sido un presidente peculiar en la historia de Colombia. Gobierna como prueba fehaciente del increíble poder que llegó a acumular Uribe y, además lo hace a una edad temprana en comparación con sus predecesores. Lo que significa que el paso por la Casa de Nariño apenas es un escalón en su carrera política. Quién quita y quizás más adelante vuelva al BID o aspire a la OEA. Pero como senador no es viable, porque, así como le quedan años de vida a Duque, así mismo, le queda tiempo a los que no olvidan para reclamar justicia por sus actos.
Recordemos su decreto de asistencia militarizada en Cali, decisión que sumió a la ciudad en una ola de violencia. Recordemos al ministro Molano declarándole la guerra a la gente desde el puente de la Batalla de Boyacá. Recordemos cada víctima del Esmad y de la Policía. Recordemos la represión en Buenaventura. Y los bombardeos, y las corbatas en los organismos de control y todas las veces que Iván Duque respondió como si no hubiera pasado nada o no le importara nada.
No te olvidaremos, Iván. Haber hecho trizas el Acuerdo de Paz y, encima, haber puesto a Alberto Carrasquilla como amo de las finanzas, disparó el hambre y la violencia en Colombia y demostró de manera contundente que el neoliberalismo tropical está matándonos. No olvidaremos a Duque porque su talante represivo ha sido muy evidente, y de recordárselo se encargaron los eurodiputados en Francia, que frente a la comunidad internacional dejaron claro que él no era ningún innovador, ni tampoco un defensor de la paz, sino todo lo contrario, un tipo tan falso que se autoentrevista.
La gira de Duque por Europa fue una gira de mentiras y fue la peor de las ideas de Luigi Echeverry, si lo que buscaba era mejorar su imagen porque, hoy, según Invamer la desaprobación de la ‘joven revelación’ de Colombia, Iván Duque Márquez está en un 73%. Eso ni Andrés Pastrana en su peor momento.