lunes, marzo 24, 2025
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Davos y COP 28

La timidez de las decisiones de la COP28 sirvió al Foro de Davos para no avanzar más en decisiones relacionadas con la salvación de la vida en el planeta

Carlos Fernández

Pareciera como si los dirigentes estatales, corporativos, de entidades multilaterales y representantes de organizaciones sociales, reunidos en los encuentros globales sobre la marcha de la economía mundial, el cambio climático, la transición energética y otros temas, compartieran un diagnóstico general sobre la situación que afronta el mundo en cada uno de esos temas.

El más reciente de esos encuentros tuvo lugar entre el 15 y 19 de enero del presente año: la quincuagésima cuarta reunión del Foro Económico Mundial de Davos, por el nombre de la población suiza donde se lleva a cabo. Con anterioridad, entre el 30 de noviembre y el 12 de diciembre, se celebró en Dubái la sesión vigésima octava de la Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático, COP 28, convocada por las Naciones Unidas.

Pero la apariencia de la existencia de acuerdos sobre el diagnóstico es engañosa. Aunque hay puntos en común, hay grandes diferencias en el señalamiento de las características de los problemas, en el análisis de sus causas y, sobre todo, en el planteamiento de las soluciones.

Las preocupaciones del Foro Económico Mundial

Primero hay que señalar que el Foro de Davos es una reunión anual de los grandes multimillonarios del mundo. Los jefes de Estado y de Gobierno que participan lo hacen a partir de la invitación que les hacen los organizadores del Foro. Para estos, el principal tema de preocupación de la reunión de este año es “lograr la seguridad y la cooperación en un mundo fracturado”. Como si no tuvieran ninguna responsabilidad en el desencadenamiento de los conflictos bélicos que suceden en la escena mundial ─Rusia-Ucrania, Gaza, Yemen, mar Rojo y un largo etcétera─, se muestran preocupados por el bajo rendimiento de la economía en el último tiempo y por las oscuras perspectivas que se prevén hacia el futuro inmediato y a mediano plazo, de acuerdo con los pronósticos del Banco Mundial.

Tales perspectivas se agravan si se tiene en cuenta que, según el economista inglés Michael Roberts, se observa el cumplimiento casi que inexorable de la ley establecida por Marx acerca de la tendencia descendente de la tasa de ganancia en el capitalismo. De acuerdo con Roberts, esta tasa habría pasado en los países de la OCDE del diez por ciento en 1960 a menos del siete por ciento en 2019-2020.

Este descenso, obviamente, no implica que no existan sectores económicos y corporaciones que, en medio de la tendencia, vean elevar enormemente sus ganancias, como es el caso de las empresas que explotan el petróleo y las armas. Estos desequilibrios se ven reflejados en el abismal incremento de la desigualdad en el mundo, tal como lo plantea Oxfam en el informe presentado, como todos los años, a la consideración de los participantes en el Foro de Davos.

Pero lo que en verdad preocupa a los organizadores del Foro es que la actividad económica en general se debilite y se incrementen los riesgos de catástrofes migratorias y de crecimiento elevado del desempleo de la fuerza de trabajo, principal fuente de extracción de beneficios corporativos.

De ahí que el segundo tema de preocupación del que se ocupó el Foro fue “cómo crear crecimiento y empleo para una nueva era”. Pero se lo pregunta como si esto no tuviera relación con la primera preocupación de la fragmentación económica generada por la geopolítica.

El Foro está concebido para determinar las políticas que, en el nivel mundial, permitan la supervivencia y la prevalencia del capitalismo monopolista. Para ello, la solución estaría en lo que constituye la tercera preocupación de los organizadores, a saber: “la inteligencia artificial (IA) como motor de la economía y la sociedad”. Al respecto, la preocupación se dirige a determinar cómo la IA “afecta a los modelos de negocio” y a determinar sus “riesgos industriales y sociales”. Como siempre, el negocio por delante.

Pero… ¿y la crisis ambiental?

Como es lógico, querer salvar el negocio a largo plazo no se puede hacer soslayando la preocupación por las crisis ambientales: la del cambio climático, la de la pérdida de la biodiversidad, la de la contaminación, etc. De ahí que los organizadores del Foro hayan convertido esta en su cuarta y última preocupación, enunciada así: “Una estrategia a largo plazo para el clima, la naturaleza y la energía”.

Solo que las propuestas de una estrategia semejante no se salieron de las pobres y frustrantes conclusiones de la COP28, realizada, como ya se dijo, un mes antes del Foro. En la COP 28, se aprobó una “disminución progresiva” del uso del carbón y de otros combustibles fósiles en los sistemas energéticos “de manera justa y ordenada” y el desarrollo de energías limpias a fin de lograr el objetivo de cero emisiones netas en el todavía lejano 2050.

La timidez de las decisiones de la COP 28, organizada por las Naciones Unidas e invadida de una enorme cantidad de cabilderos de la industria dedicada a explotar los combustibles fósiles, sirvió al Foro, organizado, en parte, por los mismos cabilderos de la COP, para no avanzar más allá en materia de decisiones relacionadas con la salvación de la vida en el planeta. Por eso, las preocupaciones de los organizadores del Foro aparecen como desconectadas, sin un hilo conductor que privilegie la conservación de la vida sobre la producción de la soga que el último capitalista le venderá al penúltimo para que se ahorque.

Colombia en Davos

La presencia del presidente Gustavo Petro, y de algunos de sus ministros, en el Foro no pasó desapercibida. Antes de analizarla, habría que preguntarse qué sentido tiene que la cabeza de un gobierno progresista participe en un evento organizado por los grandes dueños del capital internacional.

De entrada, hay que decir que el Foro, precisamente por la procedencia de sus organizadores, ha tenido una incidencia enorme en los derroteros económicos y políticos que se han fijado en el mundo cada vez que se realiza. Lograr una audiencia para unas propuestas sensatas sobre el manejo de la economía y el medio ambiente en el planeta no es de poca monta. Claro que compartir audiencia con payasos como Milei o con guerreristas como Úrsula von der Leyen ─la presidenta de la Comisión Europea─ o títeres como Zelensky no tiene nada de grato. Pero al Foro asistieron, también, personalidades como el primer ministro de China, Li Quiang, y una serie de políticos y de académicos que están aportando, realmente, a darles solución a los problemas globales del mundo.

Las intervenciones de Petro marcan una continuidad de su pensamiento en materia de lo que debe ser la lucha por la salvación de la vida en el planeta. En esta ocasión, mediante una metáfora un tanto simplificadora pero muy gráfica, la de la chimenea del norte y la esponja del sur, el presidente le dio un nuevo matiz a su discurso al señalar que el sur es el que tiene la solución al problema del cambio climático si el norte se aviene a destrabar los obstáculos que representan la deuda y la falta de una planeación pública regional o internacional, a fin de abordar la financiación y el uso de los recursos para una transición energética hacia fuentes limpias de energía, de forma tal que, con la esponja del sur se apague la chimenea del norte.

Petro señaló que el capitalismo actual no puede dar la solución al problema. Y los organizadores del Foro son conscientes de ello cuando hablan del nuevo marco económico, determinado, según ellos, por sus aspectos tecnológicos: la inteligencia artificial. Un nuevo marco económico implicaría un cambio en las relaciones de producción capitalistas. Petro se limitó a proponer un “capitalismo descarbonizado”. Este se lograría si la sociedad en su conjunto determina y decide, mediante metas mucho más claras que las de la COP 28, dejar de usar los combustibles fósiles. Lo que sería un gran logro.

Sin embargo, la geopolítica actual, representada en los distintos conflictos bélicos, pone enormes obstáculos a este objetivo. La realidad del peligro de desaparición de la vida en el planeta obligará a la humanidad a encontrar la salida.

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