martes, abril 30, 2024
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Bombardeo humanitario

El ataque militar tuvo como objetivo destruir la caravana humanitaria y enviar un mensaje al mundo para escarmentar. Tres vehículos diferentes, separados entre sí por más de un kilómetro de distancia, fueron golpeados, uno a uno en una zona que no era de conflicto

Ricardo Arenales

Los tres vehículos con alimentos y otros elementos de ayuda humanitaria urgente fueron atacados, el 2 de abril pasado, con misiles por tropas israelíes ocupantes en la Franja de Gaza. Los carros tenían cada uno en sus puertas laterales y en la capota superior las iniciales WCK, que los identificaba como miembros de la organización humanitaria World Central Kitchen.

José Andrés, Chef, Humanitario y Fundador, World Central Kitchen, EE. UU. Foto: Foro Económico Mundial/Jakob Polacsek

El director de la ONG, el prestigioso chef norteamericano español José Andrés, había coordinado hasta el mínimo detalle el desplazamiento y rutas de la caravana con el alto mando de las Fuerzas de Defensa Israelíes, FDI. Pero los militares del cuartel general operativo, de la unidad encargada de proteger la ruta acordada, sospecharon que entre el personal humanitario se transportaba un militante de la resistencia, armado, y pese a que no tenían la información precisa, decidieron atacar todos los vehículos de la caravana.

Siete trabajadores humanitarios murieron como resultado de la incursión. Otra masacre más, de las que a diario cometen las tropas sionistas en la martirizada Palestina. Pero esta vez sucedió una cosa diferente. De los socorristas asesinados, seis eran de nacionalidad extranjera, y todos a su vez oriundos de países occidentales, la mayoría de los cuales respaldan a Israel en su guerra genocida.

Condena internacional

Se trata de personas oriundas de Australia, el Reino Unido, Polonia, uno de ciudadanía norteamericana-canadiense y de Palestina. Las masacres cotidianas de palestinos son procedimientos habituales que no concitan mayores pronunciamientos de los gobiernos. Esta sí. La mayoría de las potencias occidentales coincidieron en reclamar de la administración Netanyahu poner fin al genocidio, declarar una tregua definitiva y abrir los canales de ayuda humanitaria al pueblo gazatí, que se muere de hambre y necesidades, además de soportar los bombardeos sionistas.

La reacción de la comunidad internacional fue inmediata y dura. El secretario general de las Naciones Unidas condenó la matanza y exigió al gobierno de Israel rendición de cuentas por crímenes de guerra. El papa Francisco, en su homilía de fin de semana, clamó por detener el baño de sangre en Gaza. Hasta el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, aliado y soporte fundamental de Netanyahu en su guerra de exterminio contra el pueblo palestino, demandó explicaciones a su pupilo.

Israel debió responder ante el rechazo global a su conducta. “Nos estamos esforzando al máximo para golpear con precisión a los terroristas, y utilizando cada hilo de inteligencia, y al final las unidades sobre el terreno deciden lanzar ataques sin ninguna preparación, en casos que no tienen nada que ver con la protección de nuestras fuerzas”, indicó una fuente del ministerio israelí de Defensa.

Daño colateral

 

“Quiero ser claro: el ataque no se llevó a cabo con la intención de perjudicar a trabajadores humanitarios de WCK. Fue un error que siguió a una identificación errónea, de noche, durante la guerra, en condiciones muy difíciles. No debería haber ocurrido”, precisó la fuente. Posteriormente, el primer ministro Netanyahu aseguró que el procedimiento militar fue un ‘error’ y pidió disculpas a los familiares de las víctimas. Voceros del Departamento de Estado de los Estados Unidos defendieron también la tesis del ‘error’, algo que los mismos norteamericanos solían llamar ‘daño colateral’.

Los hechos y el relato de los testigos indican otra cosa. El ataque militar tenía como objetivo destruir a la caravana humanitaria y enviar un mensaje al mundo para escarmentar. Eran tres vehículos diferentes, separados entre sí por más de un kilómetro de distancia. Fueron golpeados, uno a uno en una zona que no era de conflicto.

La organización humanitaria responsable de la ayuda facilitó al Ejército israelí su ubicación, coordinó con el mando militar sus rutas. Los tres coches destruidos llevaban en el techo las iniciales de la ONG.

Felonía

Gaza se ha convertido en un laboratorio de deshumanización de las víctimas palestinas. Las diferentes organizaciones encargadas de coordinar la ayuda humanitaria coinciden en afirmar que, desde que comenzó la agresión israelí contra la población de la Franja de Gaza, en octubre pasado, han muerto más de doscientos trabajadores humanitarios.

Lo que recuerda que el ataque contra el convoy de la WCK no es el primero que se registra contra personal de ayuda humanitaria.

En la ofensiva israelí para desarticular la ayuda hay que tener en cuenta la felonía para bloquear y limitar la entrada de vehículos con suministros de las Naciones Unidas o de organizaciones como Médicos sin Fronteras a través de las líneas limítrofes de Gaza con sus vecinos. Se impide la actividad de organismos como la Unicef, la Organización Mundial de la Salud o la Oficina de Coordinación de Ayuda Humanitaria de las Naciones Unidas, entre otras.

Ha matado empleados de la Agencia de las Naciones Unidas para para la Población Refugiada en Oriente Próximo, UNRWA; asesinado a médicos, personal paramédico, choferes de ambulancias. A periodistas, académicos, artistas y docentes.

Contra las organizaciones humanitarias

En la llamada ‘masacre de la harina’, el 29 de febrero pasado, las fuerzas israelíes dispararon contra una multitud que esperaba la entrega de ayuda en alimentos. 112 civiles murieron y al menos quinientos más resultaron heridos por acción de las balas israelíes, como confirmó el parte médico.

Lo del 2 de abril pasado “no es solo un ataque contra WCK, es un ataque contra las organizaciones humanitarias que actúan en las situaciones más espantosas, donde los alimentos se usan como arma de guerra. Es imperdonable”, dijo Erin Gore, directora ejecutiva de World Central Kitchen, que anunció también que suspende inmediatamente las operaciones en la zona.

Varios barcos con comida y elementos de supervivencia, que habían llegado a última hora a Gaza, emprendieron su regreso a Chipre con 240 toneladas de ayuda no distribuida tras el suceso, anunció el martes de la semana pasada un funcionario chipriota que jugó un papel fundamental en el restablecimiento de la ruta marítima de ayuda humanitaria para el pueblo palestino.

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