De la Campaña Admirable a la reconquista de Venezuela, brilló el genio militar de El Libertador
José Ramón Llanos
Algunos historiadores no recogen las dificultades y limitaciones que afectaron a Simón Bolívar con su llegada a Cartagena. Aunque Florentino González asegura que Bolívar fue recibido con múltiples atenciones y muy valorado.¹ Los primeros inconvenientes estuvieron condicionados por la controversia en torno a cómo organizar los territorios recientemente liberados. Se disputaban la organización los federalistas liderados por Camilo Torres y los centralistas orientados por Antonio Nariño. Esa era uno de los escollos.
Su derrota en Puerto Cabello pesaba mucho en el poco valor que le reconocían en su condición de militar. Se le atribuían más calidades militares a sus colegas venezolanos que arribaron con él, por ejemplo, al coronel José Félix Ribas.
Y aunque Bolívar ya había publicados sus dos primeros textos políticos militares Sobre la conducta de Monteverde y el Manifiesto de Cartagena, tanto Camilo Torres, Antonio Nariño y Rodríguez Torices reconocían la fluidez estilística, la elegancia de la prosa y la claridad conceptual de los dos documentos, pero no demostraban que el autor fuera un buen militar.
La patria boba
Cartagena liberada era gobernada por Manuel Rodríguez Torices. Pero la ciudad estaba cercada por las fuerzas militares enemigas, además estaba aislada del resto del país porque el río Magdalena estaba dominado por los españoles. La situación se veía agravada por el federalismo y las tendencias aislacionistas regionales, era una especie de caudillismo suicida.
Cartagena, Mompox, Tunja, Villa de Leiva, Mogotes, Santafé, San Gil, Girón, Charalá, Neiva, Medellín, Río Negro, Mariquita y Sogamoso cada una de ellas habían hecho sus propias constituciones. Estas acciones eran propias de la llamada patria boba.
Con todas estos desaciertos y caudillismo tuvo que lidiar Bolívar para poder organizar el Ejército Libertador. La efectiva y audaz campaña militar del venezolano fue el catalizador que hizo posible que todas las facciones patriotas reconocieran en el caraqueño el militar capaz de convertir en realidad los anhelos libertarios de Sudamérica.
Las primeras victorias
Venciendo la indiferencia y aún los ataques de algunos dirigentes, Bolívar con su táctica de permanente movilidad y ataque cambió la forma de hacer la guerra. Ya él repetía continuamente “toda guerra defensiva es perjudicial”, por eso rápidamente se ganó su reconocimiento y la aceptación de su liderazgo militar.
Con apenas 400 hombres con un ataque rápido, el 23 de diciembre de 1813 se tomó Tenerife, los españoles derrotados huyeron hacia Valledupar y dejaron abandonados artillería y buques y otras armas. Esta victoria marcó el inicio de la llamada Campaña Admirable. Tenía El Libertador apenas 30 años.
Posteriormente, otras victorias confirmaron la genialidad táctica de Bolívar. Triunfó en Plato, Zambrano y el 27 de diciembre se tomó Mompox y allí reforzó su ejército con 500 momposinos y con estos refuerzos derrotó a las fuerzas españolas que defendían El Banco, Tamalameque, Chiriguaná y Gamarra. El 8 de enero reportó al Congreso de la Nueva Granada: “En 15 días logré liberar de españoles la navegación del río Magdalena”.
A mediados del mes de enero, Bolívar se toma Ocaña y allí establece su cuartel para estudiar los caminos que le faciliten la toma de Cúcuta. El 28 de febrero se inicia la marcha hacia Cúcuta que después de una batalla de 4 horas logran tomar la ciudad y numerosas armas que abandona el enemigo. Después de asegurada la ciudad, Bolívar le comunica al Congreso de la Nueva Granada la derrota de los españoles:
“Ya tiene Vuestra Excelencia terminada la campaña de Cúcuta y liberada una bella porción de la Nueva Granada de los tiranos que la asolaban. Ahora solo nos resta vencer a los opresores de Venezuela”.
La llegada de las tropas a Venezuela se dio el primero de marzo de 1813, cuando las tropas bolivarianas pasaron de Cúcuta a San Antonio. El Libertador dirigió una proclama:
“Vuestras armas liberadoras han venido hasta Venezuela, que ve ya respirar a una de sus provincias al abrigo de vuestra generosa protección. En menos de dos meses habéis terminado dos campañas y habéis comenzado una tercera que comienza aquí y que debe culminar en el país que me dio la vida. Vosotros fieles republicanos marcharéis a redimir la cuna de la independencia colombiana, como los cruzados redimieron a Jerusalén, cuna del cristianismo… El brillo de vuestras armas invictas hará desaparecer en los campos de Venezuela las bandas españolas como se disipan las tinieblas delante los rayos del cielo. La América entera espera su libertad y salvación vosotros, impertérritos soldados de Cartagena y de la Unión”².
En esta proclama una vez más Bolívar expresa su concepción latinoamericanista y reafirma su ideal de liberar el continente de la opresión colonialista española y el inicio de la solución, como dijo en el Juramento del Monte Sacro: “el problema del hombre en libertad, parece que el asunto ha sido desconocido y que el despejo de esa incógnita no ha de verificase sino en el Nuevo Mundo”.
El decreto de La Guerra a Muerte
Las complicaciones que plantearon la campaña de Simón Bolívar para liberar a Venezuela lo obligaron a promulgar el 15 de julio de 1813 el decreto de La guerra a Muerte. Entre otras razones como se conocía Bolívar en el Manifiesto de Cartagena había señalado que la primera República de Venezuela había sucumbido por la falta de resoluciones y decisiones de los altos responsables y dirigentes venezolanos en esa ocasión. Por tanto, Bolívar se vio obligado a tomar esa drástica determinación para rápidamente resolver el problema de apoyo de los españoles a las huestes y espías colonialistas.
En uno de sus párrafos finales el decreto determinaba: “A pesar de nuestros justos resentimientos contra los inicuos españoles, nuestro magnánimo corazón se digna aún abrirles por la última vez una vía a la conciliación; todavía se les invita a vivir entre nosotros, si detentando sus crímenes y convirtiéndose de buena fe, cooperan con nosotros a la destrucción del gobierno intruso de la España y al restablecimiento de la república de Venezuela.”
La historia y los analistas militares reconocen que esa decisión bolivariana salvó la guerra en Venezuela y del continente, al respecto Tomás Rueda Vargas concluye: “la guerra a muerte en la plaza de Trujillo en 1813, hizo la independencia del continente. La guerra a muerte destruyó la vacilación, tumbó de un tajo la neutralidad”.
Téngase en cuenta que en ese momento el ejército libertador apenas contaba con 1.600 combatientes y Monteverde 16 mil, 5.000 dispuestos a oponerse a los granadinos. El 28 de junio los granadinos dirigidos por Bolívar, Urdaneta y Ribas derrotó a los españoles en las batallas de Desembocadero, Niquitao y Barinas. La rapidez y la intrepidez de las tropas libertadoras hicieron creer a los oficiales españoles que Bolívar había movilizado 10 mil hombres.
Posteriormente, Bolívar, Ribas y Urdaneta derrotaron a los españoles en Horcones, en la Sabana de los Taguanes sufrieron una derrota apabullante los españoles. Finalmente, Bolívar culminó su reconquista de Venezuela y emitió su proclama triunfal el 8 de agosto de 1813 en Caracas.