¿Considera que su trabajo es monótono, estresante o rutinario? ¿Ha visto en alguna parte del mundo a personas realizando trabajos desagradables, pero felices? ¿Se siente satisfecho con lo que hace?
Zabier Hernández Buelvas
Tres hechos producen este relato. Un reencuentro con el libro El mecanógrafo del parque del escritor vallecaucano Julián Malatesta, que generó la curiosidad por esos trabajos bellos que, lamentablemente, se han perdido en la saturación tecnocientífica de nuestras vidas.
De este libro, Álvaro Bautista Cabrera dijo: “El poeta se transfigura en un artesano de la palabra pública; con su máquina de escribir, en medio del parque, pide ‘cinco palabras’ a todo el mundo; la voz poética se encarama en el andamio de la recepción de los mensajes de los otros”.
Los tinterillos de Pasto
Esto evocó otros recuerdo. En Pasto, frente al Palacio de justicia, estaban los famosos tinterillos, estos escribidores de los que muchos no saben o no prefieren escribir. Redactaban derechos de petición, declaraciones extrajudiciales e incluso cartas poéticas para solicitar la mano de la mujer amada.
En el 2001, se podían contar unos nueve o diez tinterillos, entre ellos una señora y un anciano librero, quienes organizaban sus sillas, máquinas y grandes paraguas en el lugar donde ejercían su oficio de escribidores. Sin embargo, en 2022, solo quedaban dos. La vida y el oficio se desvanecen. Como dijo Jimmy Arango, “hasta el amor fenece”.
Hacedores de huecos y el envolvedor
El tercer momento es la conversación con el poeta José Martínez. En el diálogo, él contaba que hay personas en caminos y carreteras que hacen huecos y luego se dedican a taparlos. Así se convierten en hacedores y tapadores de huecos en las vías. Montan su propio peaje, pero aquí la diferencia es que el pago es voluntario.
La memoria seguía trayendo imágenes. En el mercado de Bazurto en Cartagena ─lo vi también en Barranquilla─, está el que vende pescado, pero, a su lado está el envolvedor. Su oficio es coger el pescado, envolverlo en recortes de papel de las bolsas del azúcar que desocupan en los depósitos. Luego, el pescado empacado lo introduce en una bolsa plástica para evitar que el comprador se unte del olor del alimento.
Hay hombres y mujeres en el mundo que hacen este otro oficio. Si usted se va de viaje y tiene un jardín, existe el regador o regadora de plantas. Todas las mañanas, cada uno o dos días, el regador de plantas las consiente. No es propiamente una persona jardinera, el cual también es otro oficio en decadencia.
El palpador de llantas pinchadas
Se trata de un oficio en las grandes carreteras, destinado a tractomulas y camiones. Cuando los conductores hacen una pausa para descansar o alimentarse, una persona los espera con un bate de madera. Golpea las dieciséis, cuatro o seis llantas del vehículo para detectar si alguna está “pinchada o tiene baja de aire”. Inmediatamente informa al conductor sobre cualquier problema encontrado.
Asegurar un puesto en la fila es una tarea muy colombiana, realizada por el cuidador de puestos. Debe contactar a su cuidador la noche anterior a su cita en la EPS, la embajada o el tránsito, informándole la hora a la que debe llegar. El cuidador se presenta entre las 4 o 5 a.m. Su oficio consiste en hacer la fila en su lugar, y al llegar, usted le paga por haber guardado el puesto. Existen familias dedicadas a este oficio que madrugan y generan un ingreso diario para su hogar.
Oficios raros y desagradables
El portal supercurioso.com describe una variedad de trabajos realizados en diferentes culturas. Por ejemplo, en India es común encontrar limpiadores de orejas, quienes se encargan de extraer la cera del oído. En Japón, si cometes un error, puedes encontrar a un disculpador profesional que se presente en tu nombre y ofrezca las disculpas pertinentes. En este país existen agencias dedicas a las disculpas, algunas de las cuales operan online. En lugares como Estados Unidos, donde opera una fuerte creencia relacionada con los extraterrestres y los ovnis, puedes contratar a un ufólogo si sospechas la presencia de seres de otro mundo.
En Japón, el metro es el medio masivo de transporte más usado, a veces son tantos los usuarios que la empresa ferroviaria contrata a varios empujadores del metro llamados “oshiya”. Son personas, fuertes y valientes, escogidas para empujar a los usuarios para que suban al metro y las puertas se puedan cerrar. El metro de Japón transporta a más de cuarenta millones de personas cada día.
Y la lista es larga. Existen mascota de equipos deportivos, el psicólogo veterinario, el abrazador o abrazadora profesional, el inspector de papas fritas, el ondeador de banderas, el probador de juguetes sexuales, el testador de olores, el recogedor de pelotas de golf bajo el agua, el balanceador de dados.
Por mi parte, me dedico a uno de los oficios más hermosos del mundo: soy poeta, escritor y periodista alternativo.