La geografía cenagosa, la fertilidad de sus suelos, la fauna silvestre, la pesca, la riqueza de sus recursos hidrobiológicos, entre otras características, convierten al municipio mojanero en un lugar único del Caribe colombiano. Sin embargo, es uno de los pueblos más vulnerables del territorio. Estas son las voces de La Mojana cordobesa
Óscar Sotelo Ortiz
@oscarsopos
El pueblo ayapalense siente que son el patio trasero de La Mojana. Además de ser uno de los municipios más afectados por la ola invernal del año pasado, también adolece de todos los problemas socioeconómicos que pueda tener cualquier lugar olvidado en la geografía nacional.
Ayapel, Córdoba, se encuentra ubicado en el extremo oriental del departamento. Bañado por las aguas del río San Jorge y la imponente ciénaga que lleva el nombre del municipio, es uno de los territorios anfibios de Colombia.
“Una región cenagosa, laberíntica, enmarañada, en la que solo a grandes trechos se sorprende un atisbo de la luz del sol”, sería la descripción de Ayapel hecha por el escritor costeño y Nobel de literatura Gabriel García Márquez.
Caregato
Sin embargo, la belleza del municipio también se convierte en su principal problema. Se encuentra ubicado en una zona vulnerable. Cualquier temporada de lluvias, o una ola invernal, significan el desbordamiento del río Cauca y el rompimiento de Caregato, un boquete construido en 1962 con el propósito de liberar más de 400 mil hectáreas en La Mojana, pero que fracturó para siempre el curso natural del afluente.
Las consecuencias de los desbordamientos han sido cultivos inundados, ahogamiento de animales de corral, destrucción de las vías terrestres, desconexión total o parcial con la región, agudización de las problemáticas sociales, entre otras calamidades.
“Negar que Caregato es un actor que nos ha llevado a las condiciones extremas en las que estamos, sería mentir. Nos pueden tapar Caregato, pero si no hay una política de Estado que le garantice al campesino vender sus productos a buen precio, vamos a seguir en las mismas condiciones”, dice José Portella, pequeño agricultor de la región, a propósito del reciente anuncio hecho por el Gobierno nacional del “cierre total” en el boquete.
Para don José, en el imaginario del interior cuando se habla de La Mojana se reduce la acción gubernamental a Majagual y Guaranda, ambos municipios de Sucre, “pero resulta y pasa que Ayapel, que es el municipio que recibe los peores embates de la ola invernal, no recibe un peso de beneficios. Nosotros también somos mojaneros y merecemos respeto”.
Desde otra perspectiva, el dirigente del Pacto Social por La Mojana, Camilo Daza, analiza lo logrado en Caregato: “Si bien nosotros promovimos el primer paro mojanero y confrontamos al Gobierno de Petro, hoy celebramos el cierre del boquete”.
No obstante, para Daza es importante considerar tres puntos cruciales. “El primero es la sedimentación sobre el río Cauca en los 21 puntos críticos identificados. Lo segundo es avanzar en educación especializada para el territorio y lo tercero son los proyectos productivos. Ojo, de La Mojana baja, porque el anterior Conpes no pensó en Ayapel, San Jacinto y Nechí”, argumenta.
Olvido institucional
La mayoría de procesos organizados reparan ante el olvido institucional. Pedro Julio Jaque, representante de los pescadores de la ciénaga de Ayapel, pide al Gobierno departamental y nacional un plan para la reforestación de playones, caños y quebradas, así como la extracción de la biomasa que produce la minería y las inundaciones. “Estas acciones urgentes beneficiarían a las 2.000 personas que sobrevivimos de la pesca”, exclama el líder social.
También las autoridades emiten alertas. Según Manuel Aguirre, secretario de educación del municipio, las consecuencias han sido desastrosas: “Nuestra infraestructura se encuentra muy deteriorada. En la tierra baja de Ayapel tenemos unos albergues temporales, que básicamente son una enramada y un plástico en la mitad de un potrero. Esto ha desatado una deserción estudiantil del 30 por ciento”.
El funcionario también explica que en las pruebas Saber están por debajo del promedio departamental y nacional, además de tener una institución en el último lugar de Córdoba, lo que aumenta la preocupación.
Finalmente, la gestora cultural Shakira Mosquera identifica que siendo Ayapel cuna musical de la región, donde además se hace el Festival de la Canción y Acordeoneros en la última semana de marzo, no hay una Casa de la Cultura: “No tenemos donde presentarnos. Los esfuerzos por promover la música de acordeón y las danzas autóctonas se quedan en esfuerzos inútiles”.
La ciénaga
En palabras del pescador Pedro Julio, la ciénaga es la principal empresa de Ayapel. De hecho, García Márquez la describió en alguna oportunidad como “un mar extenso, inextricable, cuya superficie cubierta de anémonas impide que se conozcan sus límites exactos”.
Por eso, la población ayapalense es consciente que la misión es proteger la ciénaga a pesar de las dificultades. “Nuestro humedal es el más grande de agua dulce que tiene el país. Para recuperarlo se debe reforestar con especies nativas porque los ecosistemas son muy sensibles. Es el corazón de nuestro territorio”, explica el profesor Ángel Urrutia, promotor de la catedra de la ciénaga.
En la misma línea, Katherine Toro, lideresa y representante de la Asociación Agroambiental Perú Contigo, expone las acciones puntuales para proteger las plantas nativas que se han visto afectadas por el cambio climático: “Queremos aportar en la recuperación de la fauna, la flora y el cuidado del agua. Ya contamos con 6.000 plantas de mangle de agua dulce, además de mil plantas de frutales, maderables y ornamentales”.
También los cabildos zenú se vienen comprometiendo con la conservación de los ecosistemas. Es el caso del gobernador indígena Elver Castillo, quien promueve una iniciativa de recuperación ambiental en las orillas de la ciénaga.
“Nuestro trabajo es en río Viejo, específicamente en el zapal denominado Nuestra Tienda. Anteriormente allí íbamos a cazar el ponche, la hicotea, la babilla y la iguana. Todas esas especies emigraron. Cambiamos la mentalidad y emprendimos acciones para recuperar el ecosistema. Lo maravilloso es que logramos que nuestros animales nativos regresaran. Ya no los cazamos, sino que los protegemos”, dice el gobernador Castillo.
Tanto Ángel, Katherine y Elver piden que sus esfuerzos de protección de la ciénaga no sean en vano. Y como en todos los territorios del país, se exige acompañamiento y apoyo de la institucionalidad, ya sea departamental o nacional.
La puerta de La Mojana
Para nadie es un secreto que Ayapel es un territorio controlado por las autodenominadas Autodefensas Gaitanistas de Colombia, AGC. Por eso, la población es enfática en exigir que la política de Paz Total se extienda a todos los actores armados.
“Se le ha dado una oportunidad a las FARC, se le está dando al ELN y a las disidencias. ¿Será que con eso seguimos en paz? La respuesta es no. Por eso el llamado al Gobierno y a todos los actores armados es que los necesitamos dialogando”, declara el gestor de paz Fermín González.
De concretarse una solución al conflicto armado, Ayapel sería sin lugar a dudas un punto turístico en la región. Así lo piensa Diego Giraldo Jiménez, gestor cultural del municipio: “Cuando se habla de Macondo la gente suele pensar exclusivamente en Aracataca. Pero García Márquez y su familia también vivieron en La Mojana. Muchas de las historias que cuenta nuestro Nobel tienen que ver con nosotros y con nuestra idiosincrasia. Queremos que el país nos identifique como la puerta de La Mojana, el pueblo donde nacen las quimeras”.