jueves, marzo 28, 2024
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“Aunque tenga miedo, voy a luchar”

Ha caído en combate el internacionalista colombiano, defendiendo a la población civil del Donbass

Federico García Naranjo
@garcianaranjo

Comunista, internacionalista, héroe. Ha caído en Donetsk por fuego de artillería el joven colombiano Alexis Castillo. Desde 2014 se hallaba enlistado en las milicias populares de aquella república resistiendo la limpieza étnica y la agresión militar del gobierno neonazi de Ucrania contra la población civil del Donbass.

Oriundo de Zarzal, Valle, viajó muy joven a España donde trabajó en diversos oficios y se vinculó con movimientos sociales y organizaciones antifascistas, espacios que le permitieron acceder al conocimiento y al pensamiento crítico. Allí Alexis se hizo comunista.

Compromiso internacionalista

Tras el golpe de Estado de 2014, el establecimiento de un gobierno neonazi en Ucrania y el comienzo de la guerra civil en el Donbass, Alexis, como español que también era, entendió que su deber internacionalista era honrar la memoria de miles de hombres y mujeres que en 1936 viajaron de diferentes países a España a luchar junto a las fuerzas republicanas para resistir el golpe de Estado fascista.

Las Brigadas Internacionales marcaron así un hito en la historia de la solidaridad internacional y Alexis comprendió que no podía ser inferior a su compromiso. Debía también marchar al frente a defender a la humanidad del fascismo, allí donde este se atreviera a asomar sus fauces.

El episodio que determinó la decisión de Alexis fueron los hechos del 2 de mayo de 2014 en Odessa, cuando cientos de ultranacionalistas ucranianos quemaron vivas a 42 personas opositoras al gobierno de Kiev, en la sede de los sindicatos de aquella ciudad. Aquella masacre hizo comprender a Alexis que la población ucraniana de habla rusa necesitaba su ayuda.

Llegó a Donetsk sin hablar prácticamente nada de ruso, lo que en un principio hizo difícil su adaptación, pero su entrega, su compromiso y su mística revolucionaria, pronto le granjearon el afecto y el respeto de sus camaradas. Allí tomó como nombre de guerra el de Alfonso Cano, hizo amigos, se enamoró y tuvo un hijo, tejió lazos de afecto con los habitantes, se convirtió en un combatiente ejemplar y fue reconocido y condecorado numerosas veces por sus superiores.

Fue herido tres veces, la última muy grave, lo que le confirió aún más fuerzas para continuar. En una entrevista con la televisión rusa donde narró los hechos en los que casi perece, dijo “cuando caí herido, vi como en las películas, lo vi todo como en fotogramas, desde el principio de mi vida hasta el final, pero lo último que vi, cuando vi a mi hijo dije no, este no es el momento, no puedo”. Así sobrevivió a una mina antipersonal, prohibidas por la Convención de Ginebra, pero su comandante y dos de sus compañeros quienes le acompañaban aquel día, no corrieron con tanta suerte.

Un amante de la paz

Alexis siempre se reivindicó como comunista, partidario de las causas justas, defensor de la vida y amante de la paz. Su marcha al Donbass no tenía como propósito agredir a nadie sino proteger a la población civil de los ataques del ejército ucraniano. Sabía que su trabajo consistía en mantener la línea del frente alejada de las ciudades para impedir que la artillería enemiga pudiese alcanzarlas.

En su quehacer en medio de la guerra, contribuyó a mantener a la población civil en las mejores condiciones posibles, llevando alimentos, agua y medicamentos. Organizó una red de voluntarios que distribuían las ayudas humanitarias. Practicaba la solidaridad operativa, el amor eficaz.

Su vocación de entrega no se limitaba al discurso o la palabra. Alexis siempre fue alguien útil a quienes le rodearon. Alguien que, en palabras de su amiga, la periodista y politóloga rusa Liu Sivaya, “nunca te traía problemas, siempre te traía soluciones”.

“Con los ojos abiertos”

El presidente Gustavo Petro reconoció la vida y la lucha de Alexis. En un trino, resaltó que fue un joven revolucionario que había marchado a la guerra “con los ojos abiertos”, es decir, por su propia voluntad y convencido de estar cumpliendo con su deber.

Su frase recordó una canción de Silvio Rodríguez en memoria a Eliseo Reyes, el capitán San Luis, héroe internacionalista caído con el Che en Bolivia, “amada, la claridad me cerca”. Alexis, como el capitán, como el Che, como los brigadistas internacionales de 1936, comprendió que debía llevar su coherencia hasta las últimas consecuencias y ofrendar su vida, si era preciso, por defender sus convicciones.

Porque a diferencia de lo que sostuvo cierta prensa bienpensante, Alexis no era un mercenario. No había ido a luchar bajo contrato ni a través de una “empresa de seguridad” como la que organizó el magnicidio del presidente de Haití o la operación Gedeón en Venezuela. Ni tampoco era un exmilitar contratado para combatir o vigilar, como hay tantos en Colombia y se han convertido en un producto de exportación.

No, Alexis fue a la guerra por su propia voluntad y convencido de que perseguía una causa que merecía la pena en ser defendida, la causa de la vida, de la paz y de la autodeterminación de los pueblos.

Una de sus más grandes preocupaciones fue siempre que el mundo conociera lo que realmente estaba sucediendo en el Donbass. La prensa hegemónica había ocultado intencionalmente al público la guerra civil durante ocho años, porque las atrocidades allí cometidas no encajaban con el relato de Ucrania como víctima que se nos ha querido vender desde entonces.

Esa estrategia de ocultamiento ha contribuido a que buena parte de la opinión pública crea que fue Rusia la que comenzó las hostilidades en febrero de este año, cuando en realidad tuvo que intervenir para resolver una guerra civil enconada, estancada y brutal, donde la población civil de habla rusa estaba llevando la peor parte.

Para Alexis era fundamental que se conociera la verdad y por ello promovía la visita de periodistas a la zona, participaba en foros de internet y hacía lo posible por divulgar lo que sucedía en el Donbass.

Hasta siempre

El pasado 28 de octubre, Alexis se encontraba con tres compañeros defendiendo una posición recuperada a las fuerzas ucranianas al norte del aeropuerto de Donetsk. Tras dar de baja a 22 enemigos en un cruento combate, fueron alcanzados por un obús lanzado por la artillería enemiga que les impactó de lleno. Murieron instantáneamente.

Ni Alexis ni sus camaradas sufrieron. Pocas horas después y en medio del intenso fuego de artillería que no cesaba, unidades de las fuerzas especiales de las milicias populares rescataron los cuerpos y los llevaron a un lugar seguro para sus exequias.

La lucha de Alexis, su compromiso político, su entrega por la humanidad, su inmensa generosidad, su carácter amable y fraterno y su coherencia hasta el final lo han convertido en un héroe del internacionalismo revolucionario. Nos hubiese gustado mucho conocerlo, compartir sus experiencias, invitarlo a tomar un café en la sede de VOZ y darle la bienvenida de nuevo a este, su país.

Nos queda su ejemplo, su sonrisa y su reflexión: “Por muchas veces que yo caiga herido, por muchas veces que pierda sangre, yo voy a estar dispuesto a luchar por lo que pienso. Entonces, aunque tenga miedo, voy a luchar”.

Hasta siempre, Alexis. Que la tierra te sea leve.

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