Desde siempre, las mujeres han cumplido un papel en el arte como musas más que como artistas. Sin embargo, hay quienes logran romper estos patrones machistas que rigen la sociedad e irrumpen en las letras, la pintura, el canto y el teatro para dejar su impronta y hacer historia
Anna Margoliner
Violeta Forero
La visión que existe sobre el mundo ha sido construida principalmente por las experiencias y la voz de los hombres, quienes han tenido históricamente el privilegio de desenvolverse en el espacio público. La mujer estaba relegada a las tareas caseras, mantener la familia y conservar un rol en el oikos, como se denominaba en la Antigua Grecia al hogar.
Conquistar el espacio público ha sido una lucha que ha tomado siglos, bastaría con recordar, por ejemplo, el acceso a la educación académica que fue primordialmente creada por y para los hombres y cómo las mujeres lograron formarse hasta obtener títulos universitarios.
Es por esta razón que, a lo largo de la historia en las sociedades, cuyo desenvolvimiento se ha producido alrededor de la perspectiva masculina, las mujeres y su visión han quedado reducidas. Los relatos de guerra y el retorno de ella a casa (La Ilíada y la Odisea de Homero) han maravillado a miles de personas e incluso era el deber de todo ciudadano aprenderlas y recitarlas. Catalogadas como una visión de la naturaleza humana cuando menos.
Mientras ¿qué pasaba con la visión del mundo que ocupaban las mujeres? Afortunadamente algunos de los poemas de Safo de Mitilene o de Lesbos resistieron hasta nuestros días enredados en la lectura de papiros o en la extracción de citas, fascinando a quien los encuentra:
“Pues logra Cipris al corazón doblegar
y al que ama que nunca levemente ame.
Ahora me hace recordar a Anactoria,
que no está conmigo,
ya la que quisiera ver con su amoroso andar
y la radiante luz de su rostro,
mucho más que a los carros lidios o las armas
con que combaten de pie sus guerreros.” (Libro 1, canto 27, verso 15-20)
Lejos del mundo que respiraba guerra y sangre, las mujeres le escribían (escribimos) al amor, a la esperanza, a la utopía. Safo inspiró desde su poesía a mujeres contemporáneas y es una referente de la lírica occidental, incluso Platón la llamó La décima musa. Podríamos seguir haciendo un recuento de quienes escribieron su resistencia a través de la poesía, pero mencionar a Safo y su erotismo nos recuerda a las poetisas latinoamericanas y colombianas del siglo pasado.
Nombres como Alfonsina Storni, Gabriela Mistral o Alejandra Pizarnik, han sonado en las aulas de los colegios y universidades en clases de literatura por su incidencia en la escritura, las perspectivas que brindaron y la profundidad de su obra. Significaron rupturas en las corrientes artísticas de las cuales fueron parte.
En Colombia aún hoy hace falta una antología que hable más allá de Soledad Acosta de Samper o María Mercedes Carranza, de todas las poetisas que han nacido en esta tierra y que resisten desde sus palabras, como Maruja Vieira (bautizada así por Pablo Neruda), una mujer comprometida con las letras quien fue galardonada con la Medalla Simón Bolívar del Ministerio de Educación de Colombia, la Orden José Acevedo y Gómez en el grado Cruz de Oro del Concejo de Bogotá y la Orden Gabriela Mistral de la República de Chile, entre otras. Sus obras han sido traducidas al inglés, francés, portugués, alemán, griego, húngaro y gallego. Aquí un poema del 2007, a propósito de un problema social del país:
Los desplazados
Llegaron cantando
y sembraron
en el cemento árido.
Celebraron
los ritos del amor
y del respeto a las semillas.
A cada una de las parcelas
que inventaron
le pusieron el nombre
que dejaron atrás, en el campo.
Ahora fue así.
¿Y mañana, cuando sepan
que no los vieron,
que no los escucharon,
que los olvidaron?
Mañana…
Otro de los ejemplos dignos de admirar por la forma de su escritora, sus poemas, sus cuentos y su militancia política es María Isabel García Mayorca, narradora, maestra, poeta e historiadora a quien varios artículos se le han dedicado en las páginas de este histórico semanario.
Isa, como le dicen sus amistades más cercanas, ha escrito cientos de poemas que han sido publicados en diferentes libros de carácter nacional e internacional, llevándose todas las sonrisas y los aplausos por la facilidad de sus líricas y ha sido inspiración para cientos de mujeres que buscan retratar desde este género literario sus pensamientos.
Exiliada
Pegada a sus entrañas
está la tierra.
Ese pedazo tan real, tan llevadero, tan suyo, donde no ha de volver porque alguien decretó su exilio.
Ahora habita este rincón
sin piso ni raíces.
Ellos saben que esto es la
muerte pero desconocen
que la vida
toma muchas formas.
Su tierra tendrá el hadaire
de su nombre y crecerá
día a día hasta hacerse
manga de agua en la ribera.