VOZ habló con Wilman Gómez, artista que expone en Bruselas esculturas, pinturas y performance, en homenaje a las víctimas y como crítica estética a la violencia, al Estado y al narcotráfico
Luydomin Atencia
Sobre Gómez, se puede leer en la presentación de su obra “es un artista visual que ha construido su experiencia principalmente en torno a la escultura y la pintura. Su enfoque artístico está influenciado por el recorrido de su vida, y sus obras son el resultado de una búsqueda de identidad y espiritualidad, de un acercamiento comprometido con sus orígenes colombianos”.
“La exposición “Les Oubliés”, “The Forgotten”, Los olvidados, es una obra de largo aliento, que incluye vídeos, varias instalaciones en homenaje a personas asesinadas y desaparecidas, por haber reclamado sus derechos fundamentales, en un régimen donde reinan los narcotraficantes y las militancias armadas” reza la presentación oficial de la exposición. Es también un homenaje a las jóvenes víctimas del Estallido social en Colombia en el 2021.
Al verla y examinarla, se puede sentir una profunda reflexión sobre el valor de la vida, y el lugar de la muerte en ella. Estar allí, recorrerla y detenerse en cada parte de un todo estético, “Los olvidados” nos plantea nuestro compromiso con la paz, con la realidad de miseria y muerte que invade nuestros territorios colombianos.
Como sociedad occidental, todos estamos conectados de una forma u otra con estas personas olvidadas. Todos los países del mundo también tienen sus propios “olvidados”, reafirma el artista.

¿Cómo ha recibido la gente de Bélgica tu obra?
Les ha encantado, aunque dicen que es una exposición muy dura, demasiado fuerte, pero al mismo tiempo, que es linda, que tiene dureza, pero que es poética.
La obra del “Río Grande”, ¿Qué significado tiene para ti y qué quieres que la gente encuentre en ella?
Es la obra que más ha llamado la atención del público visitante y la que más gusta, porque al mismo tiempo que es hermosa, tiene una fuerza triste y estremecedora. Es un performance, al que le dediqué muchos días, invertí todo mi tiempo, mi energía. Cada día construí entre cinco y diez personas representadas en estas estatuillas, hasta tener quinientas personas, que deambulan y hacen parte del río de la memoria.
¿Y que un río contenga tantas muertes? ¿Cómo reaccionan quienes la observan?
Les parece muy duro. La gente dice: que horrible, pero la admiran como poesía como arte. Se imaginan la cantidad, porque son quinientas piezas de personajes ahí, que formalmente están muertos, para ellos es duro y más ver la cantidad, porque no se imaginan esto en la realidad.
¿Cuentan que hay personas que han llorado ante tu obra?
Sí, les toca el corazón, algunas lloran, otras expresan su rabia también, algunas preguntan, por qué no se hace nada para parar los asesinatos y las violaciones de Derechos Humanos. Otras reclaman que por qué en Europa, no se sabe nada de esto.
¿Por qué un colombiano se viene a Bélgica, a Europa, a presentar su trabajo?
Bueno, es importante que lo diga: porque tengo adentro un dolor de muchos años. Tenía algo que sacar, la muerte de mi hermano asesinado, él asesinato de muchos familiares, primos, y mi madre también. Siento aún en mi piel y en mi corazón el dolor de mi madre que se desmoronó en sufrimiento por el asesinato de su hijo. Todo eso me motivó. Estoy sacando ese dolor con mi arte, de a poco.
¿Colombia tendría la oportunidad de ver esta exposición en algún momento?
Sí. Voy a donar la exposición a Colombia, es para las víctimas y para la sociedad de mi país. Como dijo la exministra de salud Carolina Corcho cuando vino a verla. “Esta obra – dijo – serviría como para sanar las heridas de Colombia, como medicamento para el dolor y los sufrimientos que ha tenido Colombia”.