martes, abril 23, 2024
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Apuntes sobre la historia de Ucrania

La historia del país eslavo para la historiografía Occidental es un cúmulo de mentiras. Lo que vemos en los medios de información es apenas una brizna de la pirámide de falsedades que se escriben a diario

Eduardo Rosero Pantoja

No es fácil hablar de Ucrania con solvencia en medio de tanto “ucraniólogo” que ha surgido por todas partes en medio de la actual coyuntura. En su territorio, los ucranianos raizales han convivido por siglos con rusos, judíos, tártaros, polacos, bielorrusos y otras etnias, sin dejar de ser eslavos y hermanos entrañables de los primeros.

Desde la época de los zares, ciudades como Odesa, Kiev, Khárkhov, Dniepropetrovsk y otras, han tenido la mayor concentración de judíos. El zarismo, oportuno es decirlo, oprimió y persiguió a los judíos de la manera más cruel, organizando exterminios, llamados pogrom, principalmente en la primera ciudad nombrada.

Estas persecuciones tuvieron que ver con deportaciones, que desde aquella ciudad se hacían en trenes que llevaban mujeres judías, desde Odesa hasta Moscú y San Petersburgo, abocándolas a la ignominia y desventura. Varios decretos zaristas (ukazes) persiguieron la lengua ucraniana, privando a ese pueblo de la posibilidad de comunicarse y de desarrollar su cultura. Dos meses después de la Revolución de Octubre, Ucrania entró a formar parte de la Unión Soviética, con plenos derechos para desarrollarse como país y como nación. La lengua ucraniana empezó a enseñarse sin restricciones en la nueva república.

Revolución y segunda guerra mundial

La historia de Ucrania, desde que existe para la historiografía occidental, es un cúmulo de mentiras. Lo que vemos y oímos en los medios de información es apenas una brizna de la gigante pirámide de falsedades que se escriben, se dicen y se proyectan en imágenes. La invasión hitleriana de 1941 a la Unión Soviética, también tocó a Ucrania, donde las tropas nazis iban por los recursos naturales, como el carbón y el hierro de la cuenca del Donbáss, y por los copiosos cereales de ese país.

También, abochornó a Ucrania, porque varios de sus ciudadanos se convirtieron en colaboradores del nazismo y, en no pocas oportunidades, los jerarcas hitlerianos, sedujeron a las hermosas mujeres ucranianas, para poderles sacar los secretos de sus maridos combatientes en los frentes de guerra occidentales con el fin tomar contra ellos las más terribles represalias.

Hombro con hombro, los soldados ucranianos lucharon con los rusos y otras nacionalidades de la Unión Soviética, por liberarla del nazismo. Fue el mariscal Semión Timoshenko, de origen ucraniano, uno de los militares más importantes en la victoria de la Unión Soviética sobre el nazismo. Participó en las batallas de Stalingrado (23 de agosto, 1942 – 2 de febrero, 1943) y Leningrado (8 de septiembre, 1941 – 27 de enero, 1944).0

El periodo soviético

En el periodo en que existió la Unión Soviética, Ucrania fue de enorme desarrollo agrícola, industrial, minero, cultural, tecnológico y científico. Imposible encontrar un campo de estas actividades donde los ucranianos no hayan alcanzado las más altas cotas de progreso.

Hacia los años ochenta, Ucrania graduaba la mayor cantidad de ingenieros de toda Europa y sus especialistas ocupaban los más altos cargos, tanto en el gobierno central, como en sus entidades productivas. Muchos tractores, camiones y automóviles producidos en Ucrania, rodaron por las carreteras de las 15 repúblicas soviéticas, lo mismo que maquinarias y equipos de producción ucraniana, se conocieron allí y en el exterior. La energía nuclear tuvo enormes avances en Ucrania y llegó a ser una de las fuentes principales para el suministro de energía, tanto para el autoabastecimiento, como para el cubrir las necesidades de otras repúblicas.

Después de la perestroika

La Ucrania contemporánea, empezó en 1991 con la disolución de la Unión Soviética, pero, el embrión del nuevo Estado, de corte nacionalista, se formó en los años de la perestroika. Desde esa época, los partidarios del extremista Stepán Bandera, ya decían: “Dejemos de alimentar a Moscú”, en el supuesto de que los ucranianos le entregaban todo el trigo y los demás cereales a los rusos. Decían, además: “Si nos separamos de los rusos, vamos a vivir en el nivel de vida de los franceses o ingleses”.

Bueno es recordar, que en esos años de la perestroika hubo un referendo, en el que la mayor parte de los ucranianos votaron por continuar con la adhesión a la Unión Soviética. Dos años después, cuando caló la propaganda antirrusa, ya votaron en contra de esa adhesión, o sea que hubo un referendo separatista, en donde ganaron los nacionalistas.

A partir de 1992, la economía de Ucrania decayó en dos tercios y los ríos de leche y miel que les habían prometido los partidarios de Bandera, no llegaron nunca.

La hipocresía de Europa

En su soberbia, los ucranianos se consideraron más europeos que los mismos polacos, a pesar de su origen eslavo, con fuerte mezcla judía. Hay que decir, que en el periodo de Gorbachov (1985-1991), los ucranianos y todos los soviéticos la pasaron mal.

En ese entonces se echaron la mentira de que, como europeos, la iban a pasar muy bien. Soñaban encontrarse con un Occidente rico, limpio y confortable, pero éste, a lo largo de casi tres décadas, no ha hecho más que decirles a los ucranianos, que ellos nunca serán miembros de la Comunidad Europea, dictamen extendido a otras repúblicas exsoviéticas, debido a que tienen otra cultura y tradiciones y son, fundamentalmente, eslavas o musulmanas.

Aducían los ucranianos nacionalistas, que ellos eran capaces de inundar a Europa con sus productos del agro y la industria, pero no tuvieron en cuenta, que el mercado europeo está regulado por el sistema de cuotas y no es una opción abierta para vender sin medida. Conclusión: los europeos no son hermanos de los ucranianos. Prueba de ello, es que no tuvieron la menor intención de defenderlos militarmente, a pesar de los gritos de guerra de la OTAN contra los rusos, desde que ésta se fundó en 1948.

El futuro

La desmilitarización de Ucrania, de la que habla el presidente Vladimir Putin, parece que se ha cumplido en lo fundamental, destruyendo más de 4.000 objetivos militares, como son aeródromos, arsenales, sitios estratégicos y equipos de guerra. Lo de la “desnazificación” tendrá que ver con la rehabilitación de los territorios liberados, asunto que no se cumple únicamente con la destrucción de las cruces gamadas, sino, con la reeducación de la gente, que, en décadas de ultranacionalismo, ha trocado todos los valores que tuvo Ucrania como constructora del socialismo y defensora de su legado.

No menos importante es la reconstrucción de la memoria histórica de los luchadores ucranianos, que ofrendaron su vida durante la Guerra Patria, en contra del nazismo, junto a millones de compatriotas que perecieron defendiendo esa noble y justa causa.

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