El acuerdo ha sido rechazado tanto por las grandes multinacionales de la agricultura de origen francés como por los pequeños productores, lo que ha llevado al gobierno galo a ceder ante la presión de la poderosa Federación Nacional de Sindicatos de Agricultores, FNSA
Alberto Acevedo
Los días 5 y 6 de diciembre pasados, se celebró en Montevideo una cumbre de líderes de los dos bloques económicos, con la presencia de la conservadora Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, y los jefes de Estado de los países que componen el Mercado Común del Sur, Mercosur. El encuentro concluyó con la firma de un Tratado de Libre Comercio.
Analistas de uno y otro lado coincidieron en calificar como ‘histórico’ el paso dado en la suscripción del Tratado, pues hacía 25 años se venían haciendo esfuerzos de distinta índole para alcanzar esta meta, que establecerá la posibilidad de nuevos y más ágiles flujos de comercio entre la Unión Europea y el bloque de países latinoamericanos.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, fue clave durante las negociaciones. Frente a diversos reparos de los gobiernos de Francia e Italia, el líder brasileño dijo que correspondía a la Unión Europea tomar una decisión. Empero, dijo, “Ursula von der Leyen tiene la potestad de sellar ese acuerdo y yo pretendo firmarlo incluso este año”, puntualizó durante un reciente foro sobre industria en Brasilia.
Necesidad política
Von der Leyen dijo, por su parte, que, con la creación de un mercado de más de 700 millones de consumidores, “esta alianza va a fortalecer las cadenas de valor, va a desarrollar industrias estratégicas, va a apoyar la innovación y va a crear trabajos y valores para ambos lados del Atlántico”, en una intervención de cierre del encuentro, sosteniendo que hoy “es un buen día para Mercosur, un buen día para Europa y un momento histórico”. “Significa más trabajos y mejores trabajos, más elecciones y mejores precios”, puntualizó la diplomática europea.
Destacó que el vínculo entre Europa y los países del Mercosur “es uno de los más fuertes del mundo” y señaló: “Estamos fortaleciendo esta alianza única, como nunca antes. Al hacerlo estamos mandando un mensaje claro y poderoso al mundo” y agregó que se trata no solo de “una oportunidad económica sino de una necesidad política”.
Lo que sigue no será como transitar por un camino de rosas. El texto del acuerdo deberá ser aprobado, en América Latina por cada uno de los parlamentos, y en el viejo continente por el Parlamento Europeo. De momento, el TLC ha sido rechazado por gobiernos como los de Francia e Italia y de organizaciones sociales, particularmente agrarias. El periodista Fabián Cardoso, según recoge la agencia Cubadebate, asegura que el proteccionismo de Europa podría ser uno de los mayores obstáculos para lo que el Mercosur necesita.
Cuestión de soberanía
Actualmente, las autoridades de Francia encabezan una cerrada oposición al tratado de libre comercio con Mercosur. Su principal argumento es que el TLC aumentaría las importaciones agrícolas desde Suramérica, lo que, según los agricultores de ese país, perjudica sus economías.
El gobierno francés ha expresado su rechazo a través de canales oficiales. “El proyecto de acuerdo entre la UE y Mercosur es inaceptable tal como está. El presidente Emmanuel Macron se lo ha vuelto a decir a la presidenta de la Comisión Europea”, señaló un breve comunicado de la presidencia publicado en su cuenta de X un día antes de comenzar el encuentro de Montevideo. “Seguiremos defendiendo incansablemente nuestra soberanía agrícola”, puntualiza el comunicado.
En Europa, el acuerdo ha sido rechazado tanto por las grandes multinacionales de la agricultura de origen francés como por los pequeños productores, lo que ha llevado al gobierno galo a ceder ante la presión de la poderosa Federación Nacional de Sindicatos de Agricultores, FNSA.
Amplio rechazo
Anteriormente, más de 400 organizaciones sociales de todo el mundo habían emitido una declaración conjunta contra la firma del tratado y habían advertido que un cuarto de siglo de negociaciones previas se hizo a puerta cerrada para eludir la defensa de los intereses de los pequeños agricultores y evitar que el rechazo al acuerdo fuera aún mayor.
Ecologistas en Acción, una de las organizaciones que lidera este rechazo, ha sido clara en señalar que el TLC firmado este mes de diciembre sólo favorece a las multinacionales y tendrá además graves repercusiones ambientales y sociales.
Esta ONG plantea varias objeciones a una eventual vigencia del TLC entre Mercosur y la UE. Entre ellas, que el Tratado agravará los impactos del comercio internacional sobre la agricultura familiar en los dos bloques, aumentará el extractivismo y profundizará la crisis climática y la pérdida de biodiversidad.
Desarticula el tejido industrial
Aunque para su ratificación definitiva ─advierte Ecologistas en Acción─ en principio sería necesaria la aprobación de los 27 Estados miembros de la UE, no se descarta que la Comisión Europea divida el acuerdo en dos partes, lo que permitiría eludir el control democrático y el derecho de veto por parte de los parlamentos nacionales.
El acuerdo, señalan los ecologistas, comportará grandes beneficios para las multinacionales a un enorme costo humano y ambiental. Se trata de un acuerdo neocolonial que supone acentuar el papel de los países del Mercosur como exportadores de materias primas de todo tipo, especialmente las agropecuarias, lo que aleja aún más cualquier esperanza de soberanía alimentaria a ambos lados del Atlántico y dificulta posibles estrategias futuras para el desarrollo de un comercio justo entre ambas regiones.
Por su parte, Europa aumentaría la exportación de productos industriales, que incluye los pesticidas peligrosos, cuya utilización está prohibida en la UE. También otros bienes de consumo como automóviles y maquinaria agrícola, desarticulando el tejido industrial interno de esa región suramericana.
El acuerdo viene a reforzar una relación comercial colonial y extractivista que agravará las desigualdades sociales, fomentará la deforestación, acelerará la crisis climática y aumentará el riesgo de desplazamiento de pueblos y violaciones de derechos humanos, concluyen quienes se oponen a que entre en vigor este acuerdo comercial.