Jaime Caycedo Turriago
La prensa de derecha pone acento en la creación de un partido único que reúne al conjunto de sectores del Pacto Histórico y enfatizan en el sentido partido único bajo la explicación juridicista de entender que una personería jurídica resume y cambia la esencia de la integración de fuerzas políticas diversas en un frente común, de acción y de lucha por un cambio democrático.
La lógica liberal de esta comprensión del proceso de convergencias políticas y sociales que caracteriza este momento, se reduce a una instrumentación del sistema político existente, con sus limitaciones, con sus contrapesos, bajo el modelo de las tres ramas del poder, pero no observa la esencia del planteamiento tras de la idea de convergencia: integración de una voluntad unificada y eficaz, como reto a transformar estructuras unilaterales que actúan abiertamente en función de los intereses del gran capital y de los grandes dueños de la tierra bajo el auspicio avasallante del imperialismo.
Pasan por alto dos hechos fundamentales. Uno, la decrepitud de la llamada democracia representativa, en cuyas narices el poder dominante ha perpetrado genocidios mientras la “división de poderes”, más que un equilibrio garantiza y favorece la negativa radical a las reformas de justicia social. Dos, la idea de la omnipotencia del dinero y del mercado para someter al orden contrainsurgente la consciencia y la conducta populares. Al ritmo de su experiencia y de lo que acontece en Nuestra América el pueblo ya no se compra ni se vende: se organiza. Tal es la línea abisal que desengloba, hoy, a las mayorías del control de las minorías dominantes.
La integración de una forma de frente popular que se configura, no para bastarse y sobrarse a sí misma, sino para contribuir a la organización de base en cada espacio, territorio, barrio, vereda, puesto de votación, mesa idem; cuyo propósito no es solo elegir unas mayorías congresuales y una fórmula presidencial, sino, además, coadyuvar a la construcción de un nuevo poder constituyente. Tal es el verdadero sentido del proceso unitario como movimiento sociopolítico, que se construye por agregación de partes que son experiencias históricas plurales y significan riqueza y potencialidad creadoras.
La personería jurídica única es una concesión pragmática, transitoria, hasta cuando una reforma política real abra la democracia, nos libere del asfixiante umbral, de la cifra repartidora y reconquiste la proporcionalidad; el Banco de la República sea el banco de la nación para el desarrollo social, laboral, económico y humano; las transnacionales no deduzcan sus impuestos de las regalías que pertenecen a las y los pobladores de nuestra regiones y, lo que es decisivo, se supere la privatización “legal” del Estado, fuente de corrupción y de asalto al erario público.
Integrar, unir vertientes identitarias convergentes en el dinamismo de la lucha por objetivos concretos es crear el instrumento de la organización consciente y desde abajo, para enfrentar el reto transformador, es decir, revolucionario.
* Presidente del Partido Comunista