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Eliseo Diego: el cine y yo

“La muerte es ese pequeño animal que ha cruzado en el patio, y del que nos consuela la ilusión, sentida como un soplo, de que es sólo el gato de la casa, el gato de costumbre, el gato que ha cruzado y al que ya no volveremos a ver… La muerte. Es esa mancha en el muro que una tarde hemos mirado, con un poco de terror”, Eliseo Diego (1920- 1994)

Juan Guillermo Ramírez

Poeta, escritor y ensayista. Nace en La Habana y siendo niño viaja con la familia por Francia y Suiza, experiencia que consideró determinante en su formación poética. Escribe sus primeros cuentos infantiles. Fue uno de los fundadores de la Revista Orígenes, junto a Cintio Vitier, Fina García Marruz y Virgilio Piñera entre otros. Estudia Pedagogía y da clases de Literatura Inglesa y norteamericana en cursos realizados en la Casa de las Américas.

Ocupó el cargo de responsable del Departamento de Literatura y Narraciones Infantiles de la Biblioteca Nacional José Martí hasta 1970. Fue redactor de la Revista Unión de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y miembro de la comisión de publicaciones.

En 1966 publica El oscuro esplendor, uno de sus preferidos. En 1986 Eliseo Diego obtiene el Premio Nacional de Literatura por el conjunto de su obra. Recibe en 1988 y 1989, el Premio de la Crítica. En 1993 recibe el Premio Internacional de Literatura Latinoamericana y del Caribe “Juan Rulfo”. Fallece mientras se encontraba en México y sus restos trasladados a Cuba.

La labor del arte

Todo poema tiene un desarrollo dramático, y toda narración tiene algún poder como imagen. Pero en el caso de Eliseo Diego esto no ocurre en esa mínima medida, sino en grado notable. En sus narraciones, el peso mayor lo tiene el elemento descriptivo –el más fértil para el desarrollo de las imágenes- y no los diálogos-vehículo esencial del desarrollo dramático.

En los parlamentos de sus personajes suelen encontrarse una actitud, un tono poético, que proceden de que los mismos personajes son imágenes poéticas o símbolos que cumplen una función más poética que dramática. Todos los dones son un solo don: el de ver.

La luz incierta del crepúsculo, la atmósfera en la que todo es y no es, empieza y no termina, se insinúa y se equivoca, como si se moviera en un límite fluctuante, en una linde imprecisable que confunde el origen y el final de las cosas, implicando a la vez el tiempo y el espacio, es la luz natural en que hallan sitio la mayoría de las motivaciones de Eliseo Diego, y de sus ideas sobre la creación.

La labor de arte, para este escritor cubano, es dar la vida “tal cual es”; hacer la realidad, reproducirla. La luz y la sombra constituyen la trama de la vida interior del hombre, y representan lo que hay en esta de cordial, cálido y consolador, como lo incierto, amenazante, frío.

Estas hebras opuestas se disponen, en el tejido, de modo que la sombra es inmensa y la luz es un punto, un reducido círculo, hostigado casi hasta la extinción. Su imagen plástica perfecta es la hoguera en la noche. A través de esta imagen se evidencia plásticamente la unión entre la infancia y lo terrible.

La primera película

En Revista Cine cubano No. 124 (1990), aparece una entrevista de María Elena Chaple con el poeta Eliseo Diego. Por considerarla de interés, ofrecemos un breve fragmento: Según el poeta William Wordsworth, la poesía es la inminencia de una revelación.

¿Recuerda cuál fue la primera película que vio?

Ay, ay, ay, que me caigo, de Harold Lloyd. Fue a bordo del vapor “Carmania” con mi abuela y mi madre. Cierto médico de La Habana había recomendado a mi abuela unos baños sulfurosos en Roayat, balneario en la Auvernia, en Francia. No era raro por aquella época que un médico cubano extendiese semejante “receta”. Tenía seis años, y ni mi madre ni mi abuela querían llevarme con ellas. Pero me dio una pataleta y hubo que cargar conmigo. Es mucho lo que le debo a aquel viaje. Mis recuerdos son tan vivos como los de antes, incluido el terror de caerme con Harold Lloyd. Supongo que desde entonces padezco de “vértigo de alturas”.

¿Qué película le suscitó una viva emoción?

Alas, sobre los combates de aviones durante la Primera Guerra Mundial. Me resultaron emocionantes. Fueron tomadas en vivo, sin trucos, desde aviones de verdad. No es raro que me sintiese al mando de uno de aquellos “halcones de lona”, título de un excelente libro. Hace uno o dos años se exhibió en La Habana una excelente película inglesa: El desafío de las águilas de Jack Gold.

Los primeros cines

¿Cómo se llamó el primer cine al cual asistió?

El cine donde vi Alas se llamaba “Verdún” y estaba en la calle Consulado. Supongo que sería un año o dos después de la película de Harold Lloyd.

¿Era diferente con los actuales?

No creo que los cines se diferenciaran mucho de los de hoy, sólo que eran más modestos, y había un piano para enfatizar las escenas. En esencia, eran una sala “a oscuras”, y a oscuras todos los perros son iguales. La función duraba más que ahora, porque echaban dos películas. “Echar” una película, me pareció siempre una barbaridad, pero está en el diccionario.

¿Quiénes eran los actores?

Por entonces Tom Mix y Bick Jones, los vaqueros más valientes que han existido. No hay que olvidar a William S. Hart. La S del medio todavía me fascina.

¿Qué importancia le concede a este arte?

Es el arte de nuestro tiempo. Se me ocurrió decir que siempre ha existido algo, como un anhelo del cine que sólo ahora ha podido hacerse realidad.

¿Se acostumbró enseguida al cine hablado?

En las primeras películas habladas, todo el mundo se pasaba el tiempo cantando y no pasaba nada.

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