Editorial 3273
En la Colombia de hoy circulan propuestas como reformas sociales, consulta popular, cabildos, huelga general y paro nacional, que condensan el escenario de disputa. Allí se libra una batalla asimétrica entre un pueblo con ansias de cambio y justicia social y unas élites de oposición ciegas, sordas y obtusas.
Las propuestas, entrelazadas, expresan la complejidad de una coyuntura como parte de un proceso de larga duración, donde la organización, movilización y acción del pueblo han iniciado la construcción de una verdadera democracia popular.
El horizonte estratégico no debe perderse, pero las reformas son la prioridad en la actual coyuntura. Ellas son el sustrato de la lucha actual, son la cuota inicial que marca la ruta de la transición democrática, tienen un sustento legal y legítimo ya que están consignadas en el programa político del Pacto Histórico y aprobadas en el Plan Nacional de Desarrollo. El Congreso de la República, que aprobó el PND, ahora quiere impedir su materialización saboteando las reformas, ya que estas son su columna vertebral.
Las reformas mantienen su vigencia y la consulta popular, radicada otra vez por el Gobierno ahora con 16 preguntas, es la garantía para poder defenderlas. Las jugaditas de Angélica Lozano y de la oposición no prosperarán porque ante el esperpento de reforma que aprobaron en la Comisión Cuarta del Senado, acudir al pueblo para que se exprese en consulta popular es un paso que supera a la institucionalidad legislativa, cooptada en su mayoría por intereses de los grandes capitales y las mafias corruptas.
Los cabildos son un alimento para el proyecto estratégico del poder popular. No deben ser de coyuntura, sino un ejercicio permanente en los territorios. La reunión y deliberación popular sobre temas de interés y problemas de la vida diaria de comunidades, barrios y veredas, plantean retos de una constante acción y opinión colectiva, que someta al escrutinio público a gobernantes, proyectos, decisiones y, en general, la administración del Estado en sus diversos niveles y estructuras.
En el marco de la lucha de clases, del entrelazamiento y convergencia de los anteriores procesos de reformas, cabildos y consulta, ha surgido un elemento nuevo en la coyuntura: el Paro Cívico Nacional. Es la primera vez que el movimiento sindical, social y popular convoca un paro en el contexto de un gobierno progresista que está a su lado liderando la defensa de sus derechos.
Por ello es claro que este Paro es contra los poderes tradicionales y de extrema derecha que se oponen a las reformas y al cambio, contra el poder del capital que ve peligrar sus enormes ganancias, adquiridas a través del despojo y el empobrecimiento de sus trabajadores.
Este será un Paro Nacional sui géneris porque no es contra el Gobierno sino para presionar al Congreso. Es un Paro animado por el presidente de la República, que ofrece todas las garantías de seguridad por parte de la fuerza pública para las movilizaciones y el desarrollo de las actividades.
La decisión del movimiento en lucha, expresado a través de la Cumbre Social, Política y Popular, de convocar el Paro Nacional, es una muestra de madurez, autonomía e independencia, de capacidad para asumir nuevos retos en nuevas condiciones, y de capacidad para correr el riesgo con altura y calidad en las decisiones, que afiancen la consciencia de clase y la acción colectiva.
El pueblo debe y puede decidir su destino. El escenario hoy es de movilización, unidad y aprendizaje de nuevas experiencias. Defender las reformas y construir Gobierno del cambio es compatible con la lucha popular y la perspectiva de la democracia y el socialismo.
Todo el poder para el pueblo. ¡Viva el Paro Nacional!