Festival de Artes, Tunja (Boyacá), un evento que no se queda en los espectáculos y se la juega por un proceso constante de aprendizaje, creación y producción para proteger lo local

Juan Carlos Hurtado Fonseca
@aurelianolatino
Desde hace 10 años un grupo de trabajadores de la cultura de la capital boyacense se la juega por sacar adelante un festival de artes, pero con y para el pueblo. A diferencia del Festival Internacional de la Cultura que hace el departamento desde 1973, este no cuenta con los grandes recursos aunque sí con gran aceptación ya que, entre otras cosas, promociona a los artistas locales.
El evento es una iniciativa de gestores culturales, líderes cívicos, líderes comunales y estudiantes, quienes decidieron generar procesos alternativos. Procesos, porque más allá del Festival la Corporación Casa de la Cultura Popular desarrolla una actividad permanente a través de la formación artística, con talleres de video comunitario, pintura y dibujo, entre otros.
El componente fuerte del último Festival, realizado del 5 al 10 de agosto pasados, fue la plástica y artes visuales como la caricatura. La exposición de Arlés Herrera -Calarcá- “Re-corridos de la teja” agradó a los visitantes. También la exposición de caricaturas de 18 países en homenaje a Gabriel García Márquez.
En esta oportunidad hubo varias presentaciones teatrales, la Villa del Blues con agrupaciones de Bogotá y Tunja; la noche de la salsa; ciclo de cine francés y Colombia de película; muestras plásticas de artistas locales.
Como toda hazaña alternativa sus recursos son muy limitados, pero formulan proyectos a entidades del Estado y con patrocinio de la empresa privada logran sacar adelante el festival y mantener los talleres. Aun así, el Festival de las Artes pone un nivel muy alto en cuanto a calidad al punto que se ha convertido en un referente nacional; abre las puertas a artistas locales, a la juventud para que expongan sus trabajos, y el acceso del público a todas las presentaciones es gratuito.
“El posicionamiento del Festival es tal que la gente está atenta a él, lo pide, está pendiente por la calidad de los artistas, por el cumplimiento y por lo bien organizado”, comenta Wiston Porras, uno de los coordinadores.
La organización también ha hecho esfuerzos por la dignificación de esta labor, y logró que en esa ciudad crearan la Estampilla Procultura y la Carpeta de Estímulos, que son beneficios para los artistas. Los recursos de la primera se destinan a proyectos donde los artistas participan, obtienen algún dinero y mejoran la calidad de su trabajo.
En los últimos años se ha generado un movimiento para que el Festival Internacional de la Cultura -que maneja recursos públicos- no sea solo de cultura espectáculo, sino que también tenga en cuenta a artistas de la región.
Este último es un evento muy promocionado, donde se cobra al público. “A los artistas de la región les dice que se presenten gratis solo porque mejoran su hoja de vida, pero no se les reconoce con algo económicamente. Por lo contrario, contratan artistas internacionales a quienes les pagan 500 o 600 millones de pesos, quienes se llevan el dinero del departamento y no se beneficia a la región”, explica Wiston al describir uno de los motivos que lo llevó a echarse al hombro esta proeza.