sábado, mayo 10, 2025
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Caballería ligera: Embajadores de la muerte

José Ramón Llanos

Un país que a lo largo de su historia se enorgulleció porque contribuyó con sus productos naturales a evitar las carencias humanas por la falta de desarrollo tecnológico. Fue así como suplió la ausencia de febrífugos, con la exportación de la quina. Las falencias de la química en la producción de colorantes, fueron cubiertas por nuestras exportaciones del añil. El mundo occidental fue enriquecido y estimulado por el exquisito aroma y la quintaesenciada sapidez del café colombiano. No es concebible en el mundo la eclosión de afectos del día de San Valentín, sin la impar belleza de las flores colombianas.

Infortunadamente dadas las prácticas políticas de la burguesía colombiana, la estrategia de terror como instrumento para apoderarse de la tierra ejidal y desplazar a sangre y fuego a las pequeños y medianos propietarios. Así como también en la misma forma invadir la propiedad comunal de los indígenas. Implantaron por estas prácticas una cultura del terror y la violencia e indujeron a los campesinos e hijos de los asalariados urbanos a adoptar como profesión el ejercicio de la guerra, contra sus propios hermanos en beneficio de terratenientes y empresarios expoliadores.

Como consecuencia de esas dinámicas, hoy un sector de la burguesía se vanagloria de la cosecha de los vientos que sembraron: la exportación de mercaderes de la muerte y el terror. Lo vergonzante es que El Tiempo, el periódico de mayor circulación del país, en primera plana destaca el hecho de haber devenido exportadores de agentes de la muerte al mundo árabe. La forma como se destaca la noticia, es natural, si tenemos en cuenta que el periódico fue fundado por la familia de quien ocupara el Ministerio de la Guerra, cuando se cometieron los bárbaros crímenes de estado, perpetrados por el Ejército Nacional.

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Esa tendencia de la clase gobernante colombiana para utilizar la violencia destructora contra el pueblo, es refinada y multiplicada por el actual gobernante Juan Manuel Santos, prueba de ello es su recalcitrante negativa a pactar un cese al fuego, mientras se desarrollan los diálogos de paz en La Habana. Otra prueba de su emotivo morbo por la guerra, es la orientación, copiada de las fuerzas armadas estadounidenses, que imparte al ejército nacional para que con deplorable sevicia utilicen miles de toneladas de bombas para matar a un guerrillero.

Afortunadamente las movilizaciones masivas y combativas como la próxima toma de Bogotá el 9 de abril, harán que el mandatario Juan Manuel Santos replantee su negativa a parar la guerra en medio del diálogo y así se dinamizará la solución al conflicto social armado y se eliminarán las condiciones sociopolíticas que barbarizan a los hombres del pueblo y los convierten en arcángeles de la muerte y objetos de exportación de los traficantes de la violencia.

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