Redacción VOZ
El 17 de febrero de 1999, Julio Alfonso Poveda fue asesinado. El dirigente sindical agrario estuvo vinculado a los procesos de organización del movimiento campesino, que dieron origen a organizaciones sindicales o cooperativas como Fensuagro, Sintrainagro, Fenacoa, entre otras.
Fuerzas oscuras del paramilitarismo pusieron fin a una vida preciosa. Frustraron una carrera que iba más allá del sindicalismo y se proyectaba hacia una reforma agraria democrática y hacia la paz en Colombia. Y lo que no querían los enemigos del campesinado organizado era que esos objetivos se materializaran.
La visión de Poveda tenía horizontes nacionales. Amaba la paz y entendía que el problema de la tierra y los reclamos de los campesinos deberían abonarse primero a la cosecha de la paz estable y duradera. Paradójicamente, una semana antes de su sacrificio, escribió el editorial de la edición 2000 del semanario VOZ, bajo el título “Las organizaciones agrarias y la paz”. Allí plasmó su pensamiento:
“Un número considerable de organizaciones agrarias, sindicales, cooperativas y asociaciones nacionales y regionales creemos que ese proceso de paz tiene que pasar básicamente por reformas políticas, sociales y económicas que hasta ahora en Colombia no se han querido aceptar por la clase dominante y, por tanto, son desconocidas”.
La reforma agraria
“Una de las reformas que con más urgencia se requiere en Colombia es la agraria. Esta tiene que ir más allá del simple favorecimiento de los campesinos que no tienen tierra, porque debe estar orientada a ser un elemento indispensable para el desarrollo general del país. Por eso, hablamos de una reforma agraria integral, la cual estamos dispuestos a respaldar y a contribuir con nuestros conocimientos y experiencias de largos años de movilizaciones, reclamos y luchas; como también de promesas y frustraciones”.
“Desde este espacio de VOZ, la verdad del pueblo, cuando llega a la edición 2000 al servicio de los trabajadores, los campesinos y las masas populares, llamamos a las organizaciones agrarias, en particular a los campesinos y sus familias, a ponerse en pie y a hacer sentir su voz, su iniciativa y su trabajo, para sacar adelante la reforma agraria que necesitamos los campesinos y que requiere la paz de Colombia que tanto anhelamos los que luchamos por la democracia y el socialismo”.
El mejor homenaje que podemos rendir a la memoria y el legado de Julio Alfonso Poveda es entregar a las nuevas generaciones de luchadores sociales elementos de su pensamiento, que aún hoy siguen vigentes.