viernes, abril 19, 2024
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Vanessa Redgrave: Bella, rebelde, trotskista

Recordada por papeles emblemáticos como el de Isadora Duncan, Vanessa Redgrave hizo historia en el cine como uno de los rostros más bellos del celuloide. Pero también por su condición de activista contra la guerra en Vietnam y por su intento de rescatar, ante la URSS, la memoria de León Trotsky

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Ricardo Arenales

Nacida en Greenwich, Londres, el 30 de enero de 1937, Vanessa Redgrave tuvo, desde su cuna, una afinidad por las ideas progresistas. Siendo niña, supo que su padre, Michael Redgrave, también actor de cine, era un activo militante del Partido Comunista Británico.

Vanessa estudió en la Queensgate School y en la Central School of Speech and Drama, de Londres, y en 1957 se inició como actriz en el repertorio clásico, interpretando las obras de Shakespeare. En 1961 recibió un premio como mejor actriz, y en 1965 el de mejor intérprete, del Festival de Cannes, por su papel en la cinta Morgan.

Su película más emblemática, sin embargo, fue Isadora, que le mereció el premio a mejor actriz principal, en el Festival de Cannes. Para entonces, Vanessa era una activista política, defensora de derechos humanos, luchadora contra la guerra y por la paz mundial, e Isadora se inscribe en esa línea de activismo político. Otras cintas que la hicieron célebre, fueron Camelot, La Gaviota, y Crimen en el Expreso de Oriente.

En marzo de 2003, protagonizó su primer acto teatral masivo por la paz en el mundo. En Londres organizó un coro globalizado, denominado Lisístrata, que multiplicó el grito “no a la guerra”, repetido en 59 países, con lecturas, representaciones en esquinas, teatros, escuelas, parques, estaciones de metro.

Compartió activismo con otra luminaria del cine, Jane Fonda, y juntas expresaron su solidaridad con el pueblo vietnamita, con el pueblo palestino, con las causas progresistas de los pueblos. No hace mucho, refiriéndose a la situación de asedio económico a Cuba por parte de los Estados Unidos, se pronunció contra el bloqueo económico a la isla, y dijo que “Guantánamo es un campo de concentración” que debe desaparecer y esa franja de territorio de la isla regresar a la soberanía del gobierno socialista de Cuba.

Persona no grata

Curiosamente, su posición antiimperialista la llevó a enrolarse en uno de los grupos trotskistas más radicales de la Gran Bretaña, que tuvo una controvertida aparición en la vida pública del país. Se trató del grupo Socialist Labour League, liderado por Gerry Healy. El grupo tuvo una fuerte ligazón con la facción trotskista española Liga Obrera Comunista y con el periódico Prensa Obrera, que llevaron a Vanessa a Barcelona y Florida, en 1977.

El grupo de Healy se caracterizó por su discurso dogmático y sectario, y a la postre, al líder la prensa le hizo un escándalo por actitudes inmorales en su vida personal. Vanessa Redgrave, sin embargo mostró una actitud coherente con su pensamiento político y social, y en los años de la Perestroika viajó a la Unión Soviética, en una gestión intensa por recuperar la memoria y el legado de Trotsky.

Uno de los episodios más controvertidos de su activismo político, ya siendo una estrella consagrada, fue cuando compartió tribuna con el líder libio Muhammar Gadafi, en un acto de alto contenido antiimperialista. Había participado antes en un concierto masivo en Londres, en la Plaza del Parlamento, contra la guerra mundial, y más tarde, el gobierno de los Estados Unidos la consideró ‘persona non grata’, y junto a los conservadores británicos, vetaron su participación en varios proyectos artísticos y cinematográficos.

Hoy, entre los aficionados a la pantalla grande, se le considera uno de los rostros más bellos del cine, y, a sus 78 años (se cumplen el 30 de enero), sigue alimentando su compromiso con el socialismo y el progreso de los pueblos.

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