En el Valle del Cauca, Tolima, Urabá y Bajo Cauca antioqueño, se constituyeron nuevas Zonas de Reserva. Estos territorios fueron víctimas de la guerra, hoy son esperanza de paz e inclusión
René Ayala B
La COP16 en Cali también se constituyó en un escenario para los temas de ruralidad, que tuvieron un protagonismo clave en la discusión sobre la biodiversidad y el papel de las comunidades en su preservación. En el transcurso del evento, el Ministerio de Agricultura anunció la aprobación de la constitución de cuatro nuevas Zonas de Reserva Campesina (ZRC), lo que representa un hecho histórico que coloca en el centro al campesinado. Además, esta figura territorial es escenario fundamental para la protección del medio ambiente, la reforma agraria y la paz.
Estas ZRC están ubicadas en los municipios de Pradera, Valle del Cauca; Santa Isabel y Anzoátegui, Tolima; Apartadó y Tarazá, en Antioquia. En ellas se benefician a más de 4.000 familias campesinas y consolidan más de 103.000 hectáreas de territorio dedicado a sistemas agroalimentarios sostenibles, la promoción de la soberanía alimentaria, la economía campesina familiar y la conservación de ecosistemas.
Esta decisión se tomó en el marco del Consejo directivo de la Agencia Nacional de Tierras (ANT), en el que líderes campesinos y representantes del gobierno del cambio se reunieron para ratificar su compromiso con la soberanía alimentaria, la protección de la biodiversidad y la lucha contra la deforestación.
Este reconocimiento legal y territorial es un reflejo de la promesa del Gobierno de fortalecer los derechos del campesinado colombiano, en relación con el Acuerdo final de paz y el objetivo de la reforma rural integral.
Territorios para la paz
Las ZRC recién constituidas son más que un acto de protección ambiental; se erigen como un acto de justicia social y un avance hacia la paz. Las regiones donde se han constituido han sufrido profundamente los embates del conflicto armado, que derivó en desplazamientos, pérdidas de medios de vida e impactos ambientales. Este reconocimiento no solo dignifica a los campesinos, sino que, además, permite crear condiciones para su estabilidad y arraigo en sus territorios, al evitar que se vean obligados a migrar a causa de la violencia o producto de la exclusión y la pobreza.
“Por fin vamos a poder vivir sin el miedo a que nos saquen de la finquita que hemos levantado con nuestras familias, con mucho esfuerzo y con mucho trabajo. Nosotros llevamos mucho tiempo aquí, nuestros abuelos llegaron para sobrevivir de la violencia, que llegó también persiguiéndolos, pero ni así nos vamos, es nuestro territorio y aquí nos quedamos”, dice visiblemente emocionada doña Emilse Chalarca, campesina de Sanjosé de Apartadó, donde la ZRC constituida beneficiará a 1.300 familias.
Wilmer Ramos es uno de los cientos de campesinos que participó en el acto de entrega de tierras en el Bajo Cauca antioqueño. El Gobierno estuvo en cabeza de la Ministra de Agricultura y la Agencia Nacional de Tierras y entregó 3671 hectáreas a las organizaciones campesinas de la región.
Ramos expresó: “Nos ha tocado muy duro, la violencia, la minería, provocaron que muchas familias se fueran. Hoy recibimos de nuevo la tierra, para volver y quedarnos a producir, hacer nuestra vida, esto es algo increíble, gracias a Dios y al Gobierno podemos ver esta realidad y dejarles un futuro a nuestros hijos”.
Construcción colectiva
“Este es un trabajo de más de un año en el que, junto al Ministerio de Ambiente y las comunidades, ajustamos el ordenamiento jurídico para presentar estas cuatro nuevas Zonas de Reserva Campesina. Hoy podemos decir que este Gobierno ha restablecido los derechos del campesinado de forma oportuna y eficiente. La agricultura para la vida es fundamental para contrarrestar el cambio climático y para construir gobernanza en los territorios”, expresó la ministra Martha Carvajalino al subrayar el esfuerzo colectivo que representa este hecho, con la confirmación de la noticia.
La creación de estas nuevas ZRC hace parte de la política pública que fortalece el avance de la reforma rural. También busca subsanar las brechas históricas de desigualdad en el campo colombiano, donde las disputas por la tierra y el conflicto armado han afectado durante décadas a las comunidades campesinas.
Colombia cuenta ahora con un total de dieciocho Zonas de Reserva Campesina, de las cuales once han sido aprobadas en el gobierno de Gustavo Petro, con lo que reafirma su compromiso con el acceso a la tierra y el fortalecimiento de la economía familiar campesina.
Doña Marina Ramírez, de la Asociación de mujeres cafeteras de Santa Isabel (ASOMUCASA), organización que lidera la ZRC ubicada en el municipio de Anzoátegui, Tolima, reafirma la dimensión de este proceso y el papel de la mujer campesina en su concreción:
“Esta zona de reserva se convierte en un símbolo de empoderamiento femenino en el campo, 1.385 familias serán beneficiadas, demostrando que las mujeres campesinas están en el corazón de la construcción de paz y sostenibilidad”.
Avanza la reforma agraria
Sin duda, la constitución de estas ZRC, muchas de ellas en lugares de ley segunda de reserva forestal, reafirma que la voluntad política es clave para poder avanzar en estos mecanismos que oxigenan y potencian la tarea de la reforma agraria.
El reordenamiento del territorio, el reconocimiento de las comunidades en la ruralidad, son fundamentales para transformar la realidad del campo, que ha sido víctima de la violencia potenciada por la segregación del mundo campesino, la concentración de la tierra y la paquidérmica o nula acción del Estado para superar las complejas vicisitudes de esta ruralidad.
Hoy el Estado llega a los territorios no con operativos militares para expulsar a campesinos colonos que han sido obligados por la guerra a sobrevivir en baldíos, ni arriba con bombardeos indiscriminados o aspersión de agrotóxicos que envenenan el agua y enferman personas y animales.
La bandera que otea es la de la revolución por la vida, una consigna que encierra la aspiración histórica del campesinado y asume una deuda diacrónica con las comunidades de la ruralidad que han sido víctimas del atropello, el despojo y la persecución y hoy son redimidas por un proyecto político que hay que defender y continuar.
Las nuevas ZRC anunciadas en la COP16 representan más que un acto de protección ambiental, son un acto de justicia social consecuente con la paz. Las regiones donde se han constituido han sufrido los embates del conflicto armado, por eso, este reconocimiento dignifica a los campesinos y reivindica su resistencia por la permanencia en el territorio y su papel protagónico en la construcción de un nuevo tiempo.