jueves, septiembre 19, 2024
InicioPaísActualidadViruela del mono, la emergencia de ser pobre

Viruela del mono, la emergencia de ser pobre

La declaración de emergencia sanitaria internacional enciende las alarmas por la expansión del virus Mpox. Como todo en el capitalismo, el impacto de la enfermedad se ceba en los más desprotegidos

Federico García Naranjo
@garcianaranjo

La Organización Mundial de la Salud, OMS, acaba de declarar al brote del virus Mpox como “emergencia sanitaria de interés internacional”. El virus provoca la llamada “viruela del mono”, de una forma similar a otras emergencias sanitarias de origen animal como la “gripe porcina” o la “gripe aviar”. Una vez más se ha precisado que la enfermedad no debe llamarse “del mono” porque ello puede llevar a pensar que son los primates los responsables del contagio, como sucedió con los murciélagos y el covid-19, cuando en realidad el virus se transmite principalmente por el contacto físico con humanos.

La expansión

El comienzo del brote tuvo lugar en algunas provincias de la República Democrática del Congo y su expansión hacia otras zonas del planeta ha sido muy rápida debido al carácter globalizado del mundo de hoy. Una persona contagiada que viaje en avión a cualquier país puede, sin darse cuenta, esparcir el virus a varios continentes en cuestión de días.

Por eso, la OMS ha declarado la emergencia, cuyo espeluznante nombre puede llevar al pánico, pero debe aclararse que, primero, esto no es una pandemia. Lo que la OMS hace es advertir del riesgo para que los gobiernos y las autoridades sanitarias tomen las medidas necesarias para contener la expansión del virus y atender a las personas contagiadas.

Segundo debe aclararse que si bien el Mpox es primo del virus de la viruela, erradicada del mundo gracias a la vacunación, este tipo de virus tiene una letalidad mucho menor. La viruela clásica mataba a la tercera parte de los contagiados mientras el Mpox solo alcanza a ser letal para el 4 por ciento de los afectados.

Los síntomas

La enfermedad, que se transmite por contacto piel a piel, presenta inicialmente unos síntomas que pueden confundirse con los de un resfriado severo o un dengue: decaimiento, debilidad, congestión de las vías respiratorias, fiebre y dolor de espalda.

Después de los primeros siete días aparecen unas ampollas que pueden estar en cualquier parte del cuerpo, pero que suelen ubicarse en las manos, los pies, la zona genital y la zona anal. Si la persona guarda reposo, se alimenta bien, se hidrata convenientemente y se aísla de otras personas, lo más probable es que los síntomas desaparezcan alrededor de la tercera semana.

Las vacunas

Existen al menos dos vacunas desarrolladas contra el virus Mpox, la alemana Jynneos y la estadounidense ACAM-2000. Ambas vacunas fueron recomendadas por la OMS durante el brote de esta enfermedad de 2022, cuando también se declaró la emergencia sanitaria de interés internacional. Las vacunas reducen prácticamente a cero la probabilidad de morir por la enfermedad e incluso reducen el impacto de los síntomas si son aplicadas en una persona enferma. Dos dosis son suficientes.

Por ello, la OMS ha instado a las farmacéuticas a acelerar la producción de estas vacunas, aunque aclara que no recomienda la vacunación masiva sino solo en aquellas personas en alto riesgo de contagio: los individuos que practican la promiscuidad sexual, quienes investigan sobre la enfermedad y el personal de salud.

La preocupación más acuciante de las autoridades sanitarias mundiales es actuar rápido ante la amenaza de que aparezca un nuevo tipo de virus Mpox, el clado I, que a diferencia del actual, el clado II, tiene una tasa de letalidad más alta, alrededor del 10 por ciento frente al 3 por ciento o 6 por ciento del actual.

En Colombia, el impacto del virus Mpox ya sobrepasa los 4000 casos, aunque hasta ahora no se registran muertes producto de la enfermedad. En países del entorno, como México y Perú, el impacto ha sido más fuerte y ya se registra alrededor de un centenar de fallecidos en los dos países. Estados Unidos reporta el mayor número de casos y también el mayor número de fallecimientos.

La economía política de la epidemia

Como se ve, la OMS tiene razón al advertir del peligro que supone la actual epidemia del virus Mpox, pero claramente esto no se parece ni de lejos a la pandemia del covid-19 de hace cuatro años. En esta ocasión, se trata de una enfermedad tratable, su contagio no es tan fácil y se requiere un contacto directo con la persona enferma, el porcentaje de letalidad no es muy alto y ya existen vacunas que la previenen o ayudan a disminuir el impacto de los síntomas.

Entonces, ¿por qué el escándalo? Porque tras ese bajo porcentaje de letalidad se oculta que el paciente efectivamente pueda tener las condiciones para su recuperación. Es decir, si el paciente cuenta con los recursos económicos, familiares, sociales o públicos para su recuperación, la enfermedad no pasa de ser un desagradable episodio. Pero si la persona no tiene las condiciones para cuidarse o no tiene la posibilidad de aislarse, los síntomas pueden empeorar y el contagio se hace más probable, agravando la situación.

Es decir, el impacto de esta epidemia también, como casi todo, está mediado por la clase social. En otras palabras, es una enfermedad que comporta un alto riesgo para las personas pobres. No es casual que el brote se haya producido en un país, la República Democrática del Congo, donde en medio de la disputa por minerales como el cobalto, se lleva a cabo un genocidio tal vez peor que el que sucede en Palestina, solo que silenciado e ignorado por los medios corporativos de comunicación.

Y no es casual que el mayor impacto, fuera de África, se esté presentando en países que han desmantelado sus sistemas de salud pública como los Estados Unidos o Perú. Por eso, tras la experiencia de la pandemia del covid-19, cuando las potencias mundiales acudieron al filibusterismo más ruin, robándose entre ellas cargamentos enteros de mascarillas o vacunas, ahora la OMS llame a la responsabilidad y a la prevención coordinada entre los países.

De nuevo, una emergencia sanitaria mundial nos recuerda que es mentira eso que se repetía durante la pandemia y el confinamiento: que todos estábamos en el mismo barco. No es cierto, no estamos en el mismo barco, estamos en el mismo mar, pero unos van en canoa y otros van en yate.

RELATED ARTICLES

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Most Popular

Recent Comments

Rodrigo en 30 años sin Manuel
Rodrigo en ¿No se dan cuenta?
Rodrigo Carvajal en Elefantes blancos en Coyaima
Rodrigo Carvajal en No Más Olé
Rodrigo Carvajal en ¡A hundir el acelerador!
Rodrigo Carvajal en Semana contra el fascismo
Rodrigo Carvajal en Ucrania, ¿Otro Vietnam?
Rodrigo Carvajal en ¿Quién es Claudia Sheinbaum?
Rodrigo Carvajal en Odio y desinformación
Rodrigo Carvajal en La inflación y sus demonios
Rodrigo Carvajal en No cesa la brutalidad sionista
Rodrigo Carvajal en Putin gobernará hasta el 2030
Rodrigo Carvajal en De Bolsonaro a Lula