Editorial 3293
El editorial de VOZ en su edición 3233, de julio 31 de 2024, concluyó: “Más allá de diferencias y disensos sobre la ruta, el modelo y las formas de gobierno de Venezuela, está la defensa de la soberanía popular de nuestros Estados y sociedades, si cae Venezuela, caerá América Latina. ¿No se dan cuenta? Abran los ojos y ubíquense en mínimos de autoestima continental”.
Hoy, Venezuela afronta una amenaza real, ya no desde las sofisticadas oficinas del Pentágono, sino como decisión en proceso de ejecución con presencia directa allí, en aguas internacionales al borde de la línea de aguas nacionales y territorio continental. Hay una invasión en proceso y se están cumpliendo todas las fases que han programado Bush -padre e hijo-, Clinton, Obama, Biden y Trump.
No es paranoia, como le decían al comandante Hugo Chávez Frías, quien el 20 septiembre 2006, en un discurso realista y dialéctico, denunciaba ante el mundo los planes imperiales de los Estado Unidos. Decía: “Hay una operación que está en marcha, diseñada en el Pentágono, para acusarme a mí, esto viene aproximándose, es una operación de varios años. Hace dos años me lo dijo alguien, te van a terminar acusándote de narcotraficante”.
Todo ha ido cumpliéndose en la estrategia imperial. Hoy, después de acusar al gobierno legítimo de Venezuela de narcotraficante y parte de un supuesto Cartel de Los Soles, después de financiar y apoyar a una oposición criminal y apátrida, encabezada por la impresentable nobel Corina Machado, ha comenzado la etapa de asedio y acorralamiento militar.
Pero ¿esta posible invasión es solo contra Venezuela? ¿Está Colombia exenta de ser afectada por esta nueva aventura militar e intervencionista del imperio? Definitivamente no. Colombia está también en la mira de los intereses yankis.
Lo que quiere decir, entonces, que como colombianos debemos prepararnos para enfrentar esta amenaza. El presidente Gustavo Petro ha dicho que Colombia no prestará su territorio para apoyar intentos de invasión al hermano país. Están amenazadas, las soberanías de ambos países. Una invasión a Venezuela tendría graves consecuencias en Venezuela y en Colombia.
Es necesario activar mecanismos diplomáticos regionales como la CELAC, UNASUR o la OEA para buscar una solución pacífica. Concretar mediaciones internacionales para desescalar el conflicto, en el marco de una defensa del principio de solución pacífica de controversias y respeto a la soberanía nacional.
Cualquier acción que afecte la paz y estabilidad regional contraviene los principios fundamentales del derecho internacional y el espíritu de la Carta de las Naciones Unidas. Ante esta situación amenazante a nuestros países, es necesario convocar a la comunidad internacional que tiene la responsabilidad de promover el diálogo y la comprensión mutua, buscando siempre caminos que conduzcan a la paz y el desarrollo compartido.
Pero a la vez, y teniendo la historia antigua y reciente del actuar del imperialismo, hay que prepararse social, popular y políticamente. La soberanía, la autodeterminación y la expulsión de las siete bases militares estadounidense en Colombia, deben entrar a hacer parte de la agenda en el debate político actual en Colombia. En materia de organización popular y social para defender el territorio, sin duda hay mucho que aprenderle a Venezuela y Cuba.
Retumban las palabras del comandante Chávez, “Huele a azufre” desde América Latina decimos, “El diablo” ya está aquí. Del imperialismo siempre hay que esperar lo peor.
Es hora en Colombia de organizar una potente movilización popular en defensa de la soberanía nacional.