Con base en las cifras del DANE, es evidente que se desmorona la hipótesis impuesta por décadas por empresarios y gobiernos, según la cual un incremento alto en el mínimo produciría desempleo e inflación
Juan Carlos Hurtado Fonseca
@aurelianolatino
Vuelven las discusiones que, cada año, suscita el incremento al salario mínimo: el desempleo, la informalidad, la inflación y el crecimiento económico, entre otras. Mucho más en el actual gobierno, por las medidas económicas tomadas y por el deseo de fracaso que hay desde poderosos sectores del empresariado y el resto de la oposición.
Hay que recordar las reacciones que causó el anuncio del presidente Gustavo Petro hace unas semanas, cuando dijo que el reajuste al mínimo para 2026 debía ser alto y, con base en declaraciones del ministro del Interior, Armando Benedetti, se dice que la propuesta del Ejecutivo podría ser de 11%.
Por otra parte, el Departamento Administrativo Nacional de Estadística, DANE, publicó el resultado de sus mediciones sobre mercado laboral: “Para el mes de octubre de 2025, la tasa de desocupación del total nacional fue 8,2%, lo que representó una disminución de 0,9 puntos porcentuales respecto al mismo mes de 2024 (9,1%). (…) Finalmente, la tasa de ocupación fue 59,7%, lo que representó un aumento de 1,6 puntos porcentuales respecto al mismo mes de 2024 (58,1%)”.
Sobre el Índice de Precios al Consumidor, IPC, expresó: “En octubre de 2025 la variación anual del IPC fue 5,51%, es decir, 0,10 puntos porcentuales mayor que la reportada en el mismo periodo del año anterior, cuando fue de 5,41%”.
Hablan empresarios
Aunque las centrales obreras no han divulgado una cifra oficial, sí han exigido un incremento de dos dígitos lo que les permitiría recuperar parte del poder adquisitivo que perdieron los salarios en décadas. Algunos se atreven a decir que debe ser de un 15%.
De otro lado, y a medida que se acercaban las negociaciones tripartitas en la Comisión Permanente de Concertación de Políticas Salariales y Laborales, iniciadas el primero de diciembre -donde participan empresarios, trabajadores y Gobierno-, los grandes empleadores han ido reaccionando a la posibilidad de un salario alto.
En respuesta a la cifra que se maneja desde el sindicalismo, la presidenta del Grupo Aval, María Lorena Gutiérrez, comentó que un alza de esa magnitud podría tener consecuencias negativas para el empleo formal y la sostenibilidad de las pequeñas y medianas empresas: “Me parece tres veces más la inflación, es un exabrupto”.
A su turno, el presidente de la Asociación Nacional de Industriales, ANDI, Bruce Mac Master, anotó que se debe tener en cuenta el impacto de un aumento excesivo, tanto en términos de inflación como su efecto negativo sobre la generación de empleo formal.
CUT y ANDI
El presidente de la Central Unitaria de Trabajadores, CUT, Fabio Arias, reaccionó a los datos del DANE, en relación con las negociaciones del mínimo, que apenas inician: “Significativo que, a pesar del incremento en los ingresos, inclusive, del salario mínimo para los trabajadores, la tasa de desempleo sí puede ir descendiendo. Y, sirve como elemento para no tener ninguna disculpa para hacer un buen incremento salarial, para los trabajadores de salario mínimo en Colombia”.
Arias agregó que no hay que temerle a que los trabajadores tengan buenos ingresos, porque eso puede reducir el desempleo y generar crecimiento económico.
De manera diferente, se tomaron los datos en la ANDI: “Si bien una menor tasa de desempleo es un buen indicador, preocupa que un alto porcentaje de la mayor ocupación sea informal puesto que se está configurando un deterioro en la calidad del empleo. Adicionalmente, se trata de un empleo sin derechos que difícilmente es sostenible en el tiempo”, dijo Bruce Mac Master, su presidente.
Más salario, más crecimiento
Para profundizar en la discusión, el economista y analista Mario Osorio, con base en los datos de desempleo, argumenta que es lógico que crezca el empleo informal, porque la estructura económica del país y la legislación laboral aún no facilitan la creación de empleo formal.
Anotó que, en primer lugar, la informalidad le sirve al capital, ya que no le interesa una formalización completa. Y, en segundo lugar, la estructura económica está basada en que la gente se dedique a actividades de la economía popular, “porque el capital no se hace cargo de la propia población en edad de trabajar, como debería ser, es decir, con prestaciones sociales en condiciones de formalidad”.
Ahora bien, según Osorio, las políticas del Gobierno, de no dar prelación al extractivismo, sino a otros sectores, ha beneficiado a los grandes capitales, como lo demuestran las cifras de sus utilidades.
Acerca de la advertencia anual de los empresarios, de que un alza de más de dos dígitos en el mínimo provocaría afectaciones negativas para el empleo formal y las sostenibilidad de las pequeñas empresas, el analista aclara que la política de Petro es que los salarios no pierdan, sino que por el contrario recuperen capacidad adquisitiva y, en contradicción a lo profesado por décadas, el desempleo ha venido disminuyendo.
“Se rompe ese mito porque el crecimiento que se está dando es un crecimiento real, es decir, que no se están haciendo aumentos del mínimo sobre la base de una estructura económica deprimida -que eso sí generaría problemas de inflación y de desempleo-, sino que se están haciendo sobre aumentos efectivos tanto de los sectores productivos, como en los sectores de la comercialización y los transportes.
Es un crecimiento material, real, y no es especulativo”, argumenta Osorio.
La economía popular
Ahora bien, para el analista consultado, es cierto que, para las micro, las pequeñas y las medianas empresas, un aumento muy elevado del mínimo sí tiene un impacto negativo, para lo cual debe haber alivios tributarios y subsidios a nómina.
En contraposición, hay que tener en cuenta el intento de ampliar la base y la generación de empleo y de riqueza por parte de la economía popular, que, aunque también aumenta la informalidad, permite posibilidades de inversión.
“Sobre la economía popular hay que hacer toda una política para que le lleguen los beneficios de la legislación laboral, sin tener necesariamente que formalizarse como empresas. Que haya una especie de nuevo contrato social, de forma tal que la gente de la economía popular sienta que pagar algo de impuestos les retribuya, sobre la base de tener condiciones que les facilite dedicarse a actividades productivas”, concluye Osorio.







