Editorial 3222
Frente a las denuncias de miles de millones de pesos en pérdidas por actos de corrupción en la Unidad Nacional de Gestión de Desastres, UNGRD, hechas por el presidente Gustavo Petro, a través de Carlos Carrillo, director de esa entidad, la clase gobernante y sus medios de comunicación han pelado el cobre.
En lugar de reconocer que por primera vez hay un gobierno que no solo denuncia a los funcionarios implicados y los destituye, y que además estimula las investigaciones y aporta todas las pruebas para que los fiscales desarrollen rápidamente los procesos y se juzgue a los responsables, quieren aprovechar los hechos para acelerar el golpe blando que vienen ejecutando.
El objetivo que persiguen es crear en la opinión una imagen negativa de los funcionarios y del Pacto Histórico, como táctica politiquera para cobrar sus dividendos en las próximas elecciones e impedir que otro gobierno progresista gane en 2026 y consolide los cambios que profundizarán la democracia y la inclusión social.
El país está ante una gran crisis ética y moral. La moral se ha constituido en la gran trinchera de los poderes corruptos y privilegiados. Estos poderes han impuesto una moral convertida en privilegio, con la cual se autoasignan el “derecho a robar” y abusar del poder.
El cambio propuesto va más allá de las reformas sociales y económicas. La gran coalición del cambio y el Pacto Histórico debemos asumir la gran tarea estratégica de recuperar la condición ética de esta sociedad.
La clave está en la praxis. Lenin afirmaba que “la praxis es criterio de verdad”, la ética se soporta en la coherencia entre lo predicado y lo realizado. El presidente y su equipo dan el ejemplo de una férrea ética, de una decisión individual y colectiva de erradicar la corrupción.
“Acabar la corrupción no es tarea fácil, pero estamos trabajando para destruirla y neutralizarla. Antes de llegar a la Presidencia sabía que me iba a encontrar con la corrupción sistemática y profesionalizada en varias instituciones del Estado. Hoy puedo decir que dimos un paso gigantesco con la elección de una fiscal independiente para garantizar que las investigaciones al interior del Gobierno avancen y se haga justicia”.
Estas palabras y la acción de Petro son la demostración concreta y práctica del compromiso ético de este gobierno. Los desafíos colectivos, en el marco del proyecto de nación que estamos construyendo, avanzan a la par de las decisiones de un gobierno que sabe el valor de la honradez y la transparencia, promover el bien común, luchar por la justicia y construir una sociedad más inclusiva y equitativa.
La ética es un componente esencial en la propuesta del cambio, en la vida y el pensamiento del presidente Petro. Los partidos de izquierda en el marco del Pacto Histórico respaldan este compromiso y esta praxis de lucha contra la corrupción, liderada por el primer mandatario.
El mensaje a quienes violen este compromiso dentro del Gobierno y en el Estado, es que aquí no tienen espacios ni cómplices. Que la ley actúe y decida rigurosamente y en derecho.
