Editorial 3228
A los procesos que se desarrollan en mesas de diálogos y ciclos de acuerdos con el Ejército de Liberación Nacional, ELN; el Estado Mayor Central, EMC, con las mesas regionales en Nariño y las exploraciones con grupos criminales como el Clan del Golfo y otros, se suma ahora el inicio de ciclos de conversaciones en la mesa de diálogos con la Segunda Marquetalia – Ejercito Bolivariano.
Es un hecho de gran trascendencia, no por el tipo de actor que interlocuta con el Gobierno, sino porque es, por asi decirlo, el único diálogo que de entrada se conecta con el Acuerdo de la Habana, con sus desarrollos y dificultades, con su potencia como cuerpo de concepciones sobre los cambios y transformaciones estructurales y territoriales que necesita Colombia.
Esta característica de iniciar las partes, conectadas al Acuerdo de paz de La Habana, no es fortuita. Por eso, la pregunta planteada en la instalación por el jefe de la delegación del Gobierno para esta mesa, el exmagistrado Armando Novoa: “¿Por qué una mesa de negociaciones con firmantes del acuerdo de paz del 2016, quienes, alegando distintas circunstancias decidieron tomar nuevamente el camino de las armas?”, más su respuesta, orientan este nuevo proceso.
El ítem 7 del texto de instalación se afirma: “En el caso de mesa, de negociación que se instala el día de hoy, no podemos arrancar de cero, sobre todo para los firmantes el acuerdo de paz del año 2016 es un mandato vinculante vigente que compromete al Estado y las autoridades, y como lo han dicho distintos organismos internacionales, es la ruta para caminar la senda de la paz, para el fortalecimiento del Estado Social de Derecho. Si ese acuerdo fue suscrito por varios de los firmantes aquí presente, es una verdad incontrastable que esa ruta para tener presente el contenido del mismo”.
El Gobierno desde su responsabilidad expresa y pública ha demostrado su compromiso en la implementación, no sin dificultades, especialmente económicas. La Segunda Marquetalia, siendo firmantes del acuerdo de paz, asumen una línea de continuidad con el discurso y los contenidos del Acuerdo.
El ambiente de coincidencias y reconocimientos mutuos de las condiciones en que cada parte llega a la mesa será importante para el proceso. “Representamos un continente alineado en los propósitos del cambio” (…) “Estamos del lado de quienes buscan dotar con contenidos sociales y populares los procesos de reformas democráticas” (…) “Analizamos el gobierno del presidente Gustavo Petro al que le reconocemos esfuerzos honestos por generar cambios básicos en medio de una encarnizada oposición”, son algunas de las afirmaciones del comandante Iván Márquez, que expresan y generan confianzas iniciales.
Seguro se presentarán dificultades y diferencias serias en el desarrollo de la mesa, habrá rupturas y crisis, pero esta como las otras mesas, solo será exitosa en la medida en que por un lado el Gobierno y el Estado garanticen avances en la implementación del Acuerdos de La Habana, se cumplan las metas planteadas en el Plan marco de Implementación y se consoliden los ceses bilaterales del fuego.
Pero también, la Segunda Marquetalia debe cumplir su compromiso de respeto a la población civil, desarmada y no combatiente, debe mantener su decisión de no efectuar acciones ofensivas. Así, avanzamos, Colombia se lo merece.