El 27 de febrero de 1989, la violencia política cobró la vida de mis padres, así como de los compañeros Antonio Toscano y Antonio Sotelo, todos grandes luchadores. VOZ reproduce la carta que nos envía Galia Forero, su hija
Al Cierre
Mis padres, Teófilo Forero Castro y su esposa Leonilde Mora de Forero, fueron víctimas de esta masacre perpetrada por un comando de sicarios bajo las órdenes de fuerzas oscuras, en complicidad con miembros del Ejército nacional. Este crimen constituye una prueba de la crueldad del plan sistemático de exterminio, planeado por las altas esferas del poder y ejecutado por actores armados ilegales, así como por miembros del Estado colombiano.
A pesar de los años transcurridos, sigo insistiendo y luchando por hacer reconocer este crimen como un delito de lesa humanidad. Gracias a los oficios de mi abogada, con quien interpusimos varios derechos de petición ante la Fiscalía y otros entes, se ha podido conocer la verdad procesal. El primer paso consistió en iniciar el proceso de desarchivo del expediente, ya que, inicialmente, no se encontró ni la nota criminal relacionada con esta masacre.
Afortunadamente, el 20 de diciembre de 2024, la Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía me informó que la investigación se reactivó. En la actualidad, se ha podido recopilar información sobre los autores materiales, las declaraciones de testigos, quienes fueron asesinados, las condenas y, en general, sobre todo el caso. Sin embargo, aún falta individualizar a los autores intelectuales.
Además de afrontar la pérdida simultánea de mis padres y el desamparo del Estado, he tenido que cargar sola con toda de la búsqueda de verdad y justicia. Por eso, deposito mi esperanza en el trabajo de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y en la Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía, para que en un futuro cercano se logre identificar a los autores intelectuales. Asimismo, confío en que, gracias a la sentencia condenatoria de la Corte Interamericana de Derechos Humanos contra Colombia, en la cual se ordena iniciar o reactivar todos los procesos, se pueda avanzar a la verdad y a la justicia. Reparación sí, pero antes verdad y justicia.
Colectivo Leonilde Mora de Forero
En este aniversario, no solo invito a recordar a mis padres y las demás víctimas de la masacre, sino también a reflexionar sobre la importancia de la memoria histórica y el reconocimiento de todos aquellos que lucharon por un país mejor. La conmemoración de este hecho es una oportunidad para fortalecer la lucha por la paz y la defensa de los derechos humanos en Colombia, y para evitar que las injusticias del pasado se repitan.
En línea con lo anterior, quiero expresar mi agradecimiento y resaltar que, en honor a mi madre, Leonilde Mora de Forero, un grupo de compañeros de la célula de Fontibón creó un colectivo que lleva su nombre. Este colectivo, integrado por quienes continúan su legado de su lucha, tiene como objetivo mantener viva la memoria de su trabajo, su compromiso con la educación y la justicia social, y su contribución al movimiento popular en Colombia. Mis padres tuvieron una estrecha relación con esta célula y siempre confiaban en ellos ante cualquier dificultad o circunstancia.
Basándome en los testimonios de las compañeras Adela Dimas e Isabela Martínez, quienes conocieron muy bien a mi madre, me atrevo a afirmar lo siguiente: el reconocimiento de mi madre como la primera educadora comunista asesinada en Bogotá es clave para la memoria histórica de Colombia. A través de su trabajo en las aulas, su militancia política y su dedicación a su familia, se erige como un símbolo de la resistencia contra la violencia, el autoritarismo y el estado patriarcal.
Su legado, junto con el de mi padre, es un recordatorio constante de que la lucha por los derechos de los pueblos y la justicia social debe ser preservada y reivindicada.
Galia Forero Mora, hija de Teofilo y Leonilde
