viernes, abril 19, 2024
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Relatos sobre la fundación del Partido Comunista de Colombia

Con ocasión de los 85 años de la fundación del Partido Comunista de Colombia, como se llamó hasta 1991, cuando a propuesta del entonces Secretario General del Partido Comunista, se denominó en adelante Partido Comunista Colombiano, el semanario publica una separata especial con las obvias limitaciones de espacio sobre este gran acontecimiento de la vida política nacional.

Gilberto Vieira, figura emblemática del movimiento revolucionario y comunista en Colombia del siglo XX.
Gilberto Vieira, figura emblemática del movimiento revolucionario y comunista en Colombia del siglo XX.

El Partido Comunista se fundó el 17 de julio de 1930, en la agonía del funesto gobierno de Miguel Abadía Méndez, último de la hegemonía conservadora que duró 45 años. Fue un gobierno represivo, violento, responsable de la masacre de Las Bananeras en defensa de la transnacional estadounidense United Fruit Company y de otros desmanes contra el naciente movimiento sindical colombiano con influencia de los comunistas que contribuyeron a la fundación de la CTC. Ya había sido elegido Enrique Olaya Herrera, liberal, como nuevo presidente de Colombia quien tomó posesión el 7 de agosto del mismo año de 1930.

La fundación se da en medio de las contradicciones entre los que querían mantener el nombre de Partido Socialista Revolucionario y la mayoría que aceptaba el nombre de Partido Comunista de Colombia, recomendado por la Internacional Comunista. Esta contradicción llevó a algunos de los dirigentes del PSR a buscar las toldas del partido liberal y otros se marginaron de la actividad política.

Gilberto Vieira, en los últimos años de su vida, como en sus cuarteles de invierno se dedicó a escribir, leer y opinar de la política y de la actividad de los comunistas. Allí recibía a dirigentes y militantes del partido con los que conversaba en interesantes tertulias. Parte de su tiempo lo dedicó a escribir un “libro blanco” como lo llama Constanza Vieira, con sus memorias, que va desde su infancia y su adolescencia en Manizales, su llegada a Bogotá al final de la década de los veinte, expulsado del Instituto Universitario de Caldas, lo cual le dio la oportunidad de participar en 1930 en la fundación del Partido Comunista al que apenas se estaba incorporando. El “libro blanco llega en su relato hasta los años cincuenta. Por la generosidad de Constanza recibimos este interesante documento, aún inédito, del cual transcribimos unas breves líneas sobre el hecho trascendental de la fundación del PCC.

El “libro blanco”

(…)En ese periodo (finales de los años 20, nota de VOZ), con Juan Bernal y Milciades Quimbaya seguimos buscando contactos con los socialistas revolucionarios. Visitamos a Tomás Uribe Márquez, refugiado en humilde vivienda al sur de la ciudad. El “Tío Tom”, como lo llamaba la familia Cuéllar con quien vivía, nos recibió con mucho misterio. Se mostró afable pero ambiguo en sus conceptos. Era una figura clásica de conspirador, que en España había recibido cierta influencia anarquista, pero que hablaba con gran simpatía de la “Rusia de los Soviets”. Se mostró muy reservado sobre el socialismo revolucionario ante los ardorosos adolescentes que lo visitaban.

Supimos después, por otras fuentes, que los líderes del socialismo revolucionario estaban enfrascados en una discusión sobre un documento de la Internacional Comunista que criticaba su política y les aconsejaba fundar el Partido Comunista.

Trabamos conocimiento con Servio Tulio Sánchez, un dirigente del PSR quien cultivaba una forma de vestir y de ser lo más descuidada posible. Un día nos invitó a una pequeña oficina de la calle14, donde nos invitó a firmar una ficha de adhesión “al Partido Comunista de Colombia, sección de la Internacional Comunista”, impresa en mimeógrafo, que firmamos inmediatamente, pues Servio Tulio nos anunció que pronto se proclamaría la fundación del partido.

Efectivamente poco después el 17 de julio de 1930, tuvo lugar un pequeño desfile del Parque de la Independencia a la Plaza de Bolívar para dar a conocer públicamente el acontecimiento sin que fuera el evento antecedido de propaganda pública. Allí comencé a conocer y a relacionarme con los que serían los primeros dirigentes y militantes del Partido Comunista.

Manifestación agredida

El desfile transcurrió normalmente hasta que llegó a la Plaza de Bolívar. Allí, desde las gradas del Capitolio, hablaron varios oradores, como Jorge del Bosque y Esteban Sánchez. Los discursos habían atraído a gentes que parecían transeúntes casuales. Pero tomó la palabra Guillermo Hernández Rodríguez. Con su voz aflautada hizo saber que era el secretario general del partido y comenzó una severa crítica contra Olaya Herrera, a quien calificó de “lacayo del imperialismo yanqui”. Olaya había sido elegido Presidente de la República hacía pocos meses, presentándose como el candidato de la “concentración nacional”, mientras los conservadores votaron divididos por el poeta Valencia y el general Vásquez Cobo.

Inmediatamente, los que parecían “transeúntes casuales” comenzaron a insultar a Hernández Rodríguez en forma cada vez más agresiva y a gritar vivas a Olaya Herrera y al partido liberal. Pronto vinieron los incidentes a puñetazos entre los “manzanillos” liberales y los primeros comunistas. En estos incidentes se destacó, por su eficacia un obrero de Bavaria que había sido boxeador profesional; entonces los escuadrones de policía que vigilaban el acto cargaron contra los manifestantes comunistas que se vieron obligados a replegarse al Patio de Mosquera. Allí fueron cercados y comenzaron las capturas de los que aparecían como dirigentes. Otros logramos escapar, en medio de densos grupos liberales enfurecidos que ocuparon las gradas del Capitolio.

No sin recibir algunos golpes logré refugiarme en un café que había entonces en el atrio de la catedral, que tenía el nombre de “La Copa de Oro”. Hasta allí me siguieron algunos liberales fanáticos que vivaban a su partido y lanzaban mueras al comunismo, pero no se animaron a agredirme. La mayor parte de los dirigentes del Partido Comunista que apenas nacía fueron llevados al panóptico, donde es hoy el Museo Nacional. Pero su encarcelamiento fue corto.

A mediados de agosto comenzó a funcionar una casa el partido en la calle 26, frente al circo de toros, que era zona de prostíbulos. En esa casa comencé el conocimiento con los dirigentes del partido –Guillermo Hernández Rodríguez, y su compañera que se presentaba como “Inés Martel” (que era la venezolana Carmen Fortul), Servio Tulio Sánchez, Juan C. Dávila y Elvira Medina, Rafael Baquero, Esteban Sánchez, trabajador de Honda; Jorge del Bosque, bracero del río Magdalena; Pedro Garzón, obrero cantero; Vicente Rieg, peluquero que había pertenecido al primer grupo comunista que surgió en 1923 al 1924, bajo la inspiración iluminada del ruso Silvestre Saviski y del gran periodista Luis Tejada.

Luis Vidales regresó por esos días de París e inmediatamente adhirió al partido.

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