jueves, abril 17, 2025
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Primero el conflicto

No se puede dar la sensación de que la paz está de un cacho, cuando faltan puntos importantes por debatir, incluyendo los que han quedado pendientes en los tres aprobados de forma parcial

Foto: Policía Nacional de los colombianos via photopin cc
Foto: Policía Nacional de los colombianos via photopin cc

Editorial del Semanario VOZ

Aunque parezca una verdad de perogrullo, para entrar en la etapa del posconflicto, primero hay que resolver el conflicto. Hay que recordar la manida frase, de todas maneras, porque el Gobierno Nacional está creando falsas expectativas a nivel nacional e internacional con el cuento de que ya Colombia está en el posconflicto. Y que el país debe prepararse para esa etapa.

Entre otras cosas, la campaña gubernamental, adobada con el viaje a Europa del presidente Juan Manuel Santos, dizque para recaudar fondos para el posconflicto, tiene molesta a la Delegación de Paz de las FARC-EP en La Habana, porque no se puede dar la sensación de que la paz está de un cacho, cuando faltan puntos importantes por debatir, incluyendo los que han quedado pendientes en los tres aprobados de forma parcial. Para los voceros de la insurgencia es irresponsable presentar así las cosas, según se lo expresaron a este semanario el fin de la semana pasada en La Habana, tema que será presentado en la próxima edición.

Pablo Catatumbo, integrante del Secretariado y de la Delegación de Paz, dijo, por ejemplo, que mientras el problema del paramilitarismo no esté resuelto será difícil concretar un acuerdo de paz. Amén de otros de no menor envergadura, como el mecanismo de refrendación y la llamada justicia transicional, cuyas versiones unilaterales son inaceptables para la guerrilla.

Faltan tres puntos trascendentales: víctimas, que está en desarrollo (el 24 de octubre comienza una nueva ronda), fin del conflicto y la implementación de los acuerdos, incluyendo el mecanismo de refrendación sobre lo cual existen desacuerdos. En estas condiciones, el tiempo razonable no es corto todavía. El proceso toma su tiempo.

También hay temas pendientes en los tres adoptados de forma parcial, que tienen que ver con aspectos palpitantes y otros que tocan con el modelo económico, las Fuerzas Militares, la extranjerización de la tierra, los TLC, la concentración de la propiedad sobre la tierra, que para el gobierno de Santos son inmodificables e intocables.

Decir, entonces, que el país está en la etapa del posconflicto, en medio de injusticias sociales tremendas, de represión oficial a la lucha popular, de amenazas y asesinatos contra militantes de la izquierda, sindicalistas, campesinos, representantes de las víctimas y activistas de derechos humanos, es por lo menos una insensatez y un desvarío.

El Gobierno Nacional poco hace por ponerle freno a la expansión paramilitar, bajo las mismas circunstancias de siempre, pues cuentan con el apoyo de la Fuerza Pública, ganaderos, caciques políticos regionales y empresarios en muchas regiones, así como se lucran del narcotráfico. Con el cuento de que el paramilitarismo se acabó y que lo que queda son unas bandas criminales, pretenden darle un carácter político al paramilitarismo que no tuvo ni tiene, pero también negar de hecho la continuidad de la amenaza, que pone en evidente peligro el logro de la paz como lo advierte Catatumbo.

No se puede hablar de posconflicto mientras el Gobierno continúe desconociendo la necesidad de los diálogos con el ELN que deberán encontrarse en algún momento con los que se realizan con las FARC-EP.

¿De cuál posconflicto habla el Gobierno? Cuando en los hechos concretos actúa bajo los rigores del conflicto social y armado. La reforma política, la ley sobre baldíos y el presupuesto nacional no demuestran la voluntad de paz de la parte oficial. Contradicen muchos de los acuerdos parciales, divulgados hace dos semanas, así como refuerzan el régimen autoritario, excluyente y plutocrático.

Difícil así creer el cuento del posconflicto y ni siquiera puede darse total crédito a la voluntad de paz del Gobierno Nacional.

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