viernes, marzo 29, 2024
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Pescadores artesanales del Magdalena, en vía de extinción

A raíz de la construcción de las represas los pescadores argumentan que la producción de las especies ha disminuido en un 90 %. Por ejemplo, son contados los casos en que se ve “El Capaz”; pasó de tener un valor de 5.500 a 8.000 pesos la libra, por su escasez.

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Anderson Hernández

Las dinámicas del Río Magdalena han cambiado en su paso por el departamento del Huila debido a la influencia de las hidroeléctricas de Betania y El Quimbo. Los impactos medio ambientales en el afluente son sentidos por las tradicionales familias de pescadores que continúan desapareciendo.

Voy a tener que cambiar de oficio porque pescar ya no es rentable

A quién preguntarle por las consecuencias de las hidroeléctricas en el río Magdalena, sino a los pescadores. Navegar sus aguas lo han convertido en un legado que ha pasado de remo en remo por décadas, pero que actualmente naufraga en los muros de las represa, ubicadas en el corazón del departamento.

Luis Enrique Losada tiene 49 años de edad y 20 de ellos los ha dedicado a la pesca artesanal. El oficio lo heredó de su padre, quien surcaba al indomable Magdalena con su barca. De él aprendió que “la noche es mejor para pescar”. Sin embargo lo invade la tristeza al recordar esa época de antaño y pensar que ahora la hidroeléctrica Betania alza sus muros en señal de que el Río, el sustento de su familia, ya no le pertenece.

A raíz de la construcción de las represas los pescadores argumentan que la producción de las especies ha disminuido en un 90 %. Por ejemplo, son contados los casos en que se ve “El Capaz”; pasó de tener un valor de 5.500 a 8.000 pesos la libra, por su escasez. (Ver: «Espumas» de Jorge Villamil en la voz de pescadores).

Incluso los restaurantes de la ciudad solían ofertar a los turistas y ciudadanía sus platos a base de este característico pez del Magdalena, pero según Losada, la disminución del pez en el Río no permite cubrir la demanda de estos establecimientos comerciales.

Otra de las especies amenazadas, es “El Bocachico Criollo”. Luis Enrique recuerda como antes las piscícolas acudían a ellos para obtener ejemplares y criar en lagos artificiales, ahora es difícil ubicarlo, ha sido condenado a desaparecer de las aguas del rio de la Patria,

Por su parte Elosin Trujillo, habitante de la ciudad y comprador frecuente, sostiene:

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La afectación más reciente vivida por los pescadores artesanales, es la construcción de la Hidroeléctrica de El Quimbo. “Fuimos censados en Garzón porque somos víctimas de esta central, la idea era que nos indemnizaran para poner un negocio o cambiar de oficio, porque pescar ya no es rentable, pues el descenso en la pesca ha sido grande, pero la respuesta a nuestra petición fue negativa, nos argumentaron que nosotros pescamos de las compuertas de Betania a la capital huilense y no hasta la nueva hidroeléctrica”, expresa Luis Enrique Losada.

Fenómenos como la popular “subienda”, que se presentaba entre los meses de enero y febrero, cuando las ciénagas costeras aumentan la cantidad de peces que invaden el río, solo están en la memoria. La construcción de centrales aguas abajo no permiten que los alevinos se desplacen río arriba, Afirman los pescadores.

¿Dónde están las autoridades ambientales?

Actualmente las condiciones que tienen las personas que se dedican al oficio de pescar en el Magdalenapara no son óptimas. Sumado a la problemática del Río se encuentra la falta de adecuación y salubridad en el lugar de expendio de peces a la comunidad.

Las denuncias que también hacen estas personas, apuntan a la falta de control a los mismos pescadores. Indican que algunos trabajadores con el afán de no venirse con las manos vacías del río extraen peces demasiado pequeños con atarrayas muy finas.

“Si al pescador no lo controlan hace y deshace”, afirma Luis Enrique Losada, haciendo el llamado para que las entidades ambientales retomen esta veeduría que hacía que los pescadores se concientizaran de no acabar con las especies. Por ejemplo una libra de cuchas regularmente contiene de 10 a 12 especies pequeñas.

Para dimensionar la situación del Magdalena, vasta con escuchar un adagio muy popular de los pescadores que dice: “donde el agua se acaba los patos se van”. La disminución del caudal en el afluente genera que el pescado reproductor desciende por el río hacia aguas más profundas.

Suregión

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