La Organización Mundial de Comercio, OMC, llama “Tiempos turbulentos” a los vaivenes en que se debaten actualmente la economía y el comercio internacionales
Carlos Fernández
Las tensiones políticas entre potencias dominantes y países con niveles inferiores de desarrollo económico surgen de la necesidad apremiante de parte de la potencia dominante, Estados Unidos- de enfrentar el ascenso económico y tecnológico de China, que le está haciendo perder peso en el ranking de desarrollo a nivel mundial, para lo cual requiere apoderarse de recursos naturales de otros países apelando, incluso, a la fuerza.
La situación ha develado la debilidad económica y militar de Europa y su dependencia respecto a los Estados Unidos. Para mantener la guerra en Ucrania, aceptaron, en un acto de sumisión vergonzoso, seguir suministrando armas al segundo país, pero comprándolas a la industria militar estadounidense, manteniendo los ingresos y las ganancias del denominado complejo militar-industrial.
El mapa global de la geopolítica
China, Rusia y otros países emergentes no han estado quietos. El proceso de conformación del grupo BRICS es, tal vez, el evento más importante en términos políticos y económicos, y configura la posibilidad de que las relaciones económicas y comerciales a nivel mundial tengan una orientación más pacífica que la agresiva política de guerra que Estados Unidos y Europa promueven,se y en la cual el genocidio perpetrado por el sionismo israelí sobre Gaza juega un papel central.
El ascenso económico chino, el bajo impacto de las sanciones a Rusia sobre su economía, se basa, en gran medida, en la explotación de combustibles fósiles, la creación de los BRICS y la deslocalización de las inversiones industriales y financieras del occidente global, producto de la globalización en retroceso, han debilitado la economía estadounidense. Una parte creciente del comercio mundial ha empezado a hacerse sin apelar al dólar como moneda de intercambio.
El dólar como dinero mundial
Los cambios en la situación económica internacional y la evidente pérdida de dinamismo de la economía estadounidense, aunados al relativo ascenso de las economías de los BRICS y otros países emergentes han llevado a algunos analistas a pronosticar una pérdida importante de la participación del dólar en las transacciones comerciales internacionales y en los movimientos financieros de los mercados cambiarios y de deuda.
Asistimos a un enfrentamiento entre potencias con sistemas político-económicos diversos: de un lado, el ya tradicional imperialismo anglo-sajón y europeo, en declive y, del otro, una China en auge, con un sistema económico que combina la propiedad de los medios de producción por el capital privado y un fortísimo sector público bajo la dirección política del Partido Comunista Chino.
Con el acuerdo de Bretton Woods en 1944, se creó un sistema financiero mundial en el que el oro se constituyó como patrón de las relaciones financieras internacionales y el dólar como la divisa que lo respaldaba en razón de su convertibilidad. En 1971, los Estados Unidos decidieron acabar con la convertibilidad del dólar por oro, pero mantuvieron la hegemonía de su moneda como dinero mundial, es decir, el dólar estadounidense se convirtió, ya sin convertibilidad, en la moneda de referencia internacional en materia de comercio, de inversiones, de créditos y de actividades financieras especulativas. Esto les permitió a los Estados Unidos endeudarse al máximo pues su capacidad de emitir la moneda de referencia mundial, los libera de ciertas restricciones que tienen los demás países, incluidos los que manejan monedas que se intercambian en el mercado internacional, como el euro.
La deuda total de los Estados Unidos equivale al 122-125% de su PIB. De esta deuda, la China es propietaria de una porción importante y, si lo quisiera, podría hacer colapsar el sistema financiero internacional vendiendo los bonos del tesoro estadounidense que posee, pero, como es obvio, esto no le convendría a su propia economía. Lo mismo pasa con el Japón, otro gran detentador de bonos estadounidenses.
Cada cierto tiempo, en situaciones de crisis financieras como la que se vive en la actualidad, se generan movimientos de compra de oro con el fin de proteger la propia moneda y de precaver caídas bruscas en la cotización de las monedas.
El peso de la tecnología y las nuevas materias primas
La agresiva política de Trump en materia de aranceles apunta a devaluar al dólar para elevar los ingresos por las exportaciones de su país, pero, también, a incentivar el regreso y la elevación de inversiones en las industrias de punta al país para reversar la pérdida evidente de competitividad de su economía.
El asunto es relativamente simple: la China ha elevado enormemente su competitividad en materia de nuevas tecnologías y, lo que es más importante, posee alrededor del 85% de las materias primas necesarias para producir los bienes y servicios que determinan la adopción de esas nuevas tecnologías. Tales materias primas se denominan “tierras raras” y están conformadas por 17 elementos de la tabla periódica que no poseen los Estados Unidos. Tales elementos son necesarios para producir carros eléctricos, teléfonos celulares, computadores y armas.
China ha desarrollado una gran capacidad en materia de energías renovables mientras los Estados Unidos se aferran a la energía proveniente de materiales fósiles como el petróleo y el carbón (por eso han puesto barcos de guerra al frente de las costas venezolanas con el ya manido pretexto de la guerra contra las drogas).
¿Qué prevalecerá?
Los cambios en las transacciones comerciales y financieras entre los países, como los de los BRICS, apuntan a una mayor utilización de las divisas propias sin pasar por el dólar, los nuevos proyectos de cooperación comercial, energética, de construcción e infraestructura. Los programas como la nueva ruta de la seda que promueve China, el acercamiento de países africanos a Rusia y China en materia económica y de cooperación, hacen prefigurar un nuevo orden mundial que deberá basarse en criterios diferentes a la dominación de unos países por una o varias potencias imperialistas.
Sin embargo, el peso de la economía norteamericana y su capacidad de presión sobre países económicamente más débiles sigue siendo enorme. Algunas cifras lo muestran: el 44% de las transacciones que se realizan diariamente en el mercado de divisas -el más grande del mundo- corresponde a transacciones hechas con el dólar.
El euro representa un 17% de ese mercado y tan sólo el 2% está representado por el renminbi chino. El dólar representa el 63% de las reservas mundiales (las que sirven para todas las transacciones internacionales), el euro, el 20%, y el renminbi chino, el 1,2%. Colombia, cuyo peso no es moneda de reserva, tiene el 85% de sus reservas monetarias representadas en dólares.
El imperialismo sigue siendo fuerte, lo está demostrando con agresividad sacando las uñas (drones, misiles, barcos, genocidio). ¿Qué posición prevalecerá? De la movilización de los pueblos depende la respuesta.
Cada cierto tiempo, en situaciones de crisis financieras como la que se vive en la actualidad, se generan movimientos de compra de oro con el fin de proteger la propia moneda y de precaver caídas bruscas en la cotización de las monedas.







