Editorial 3258
No es fácil detenerse y proyectar salidas a las crisis que producen estremecimientos y obligan a sostener el timón con fuerza, sin perder de vista el horizonte. Las decisiones que hay que tomar son muchas y deben ser rápidas, por el reloj que corre y pende sobre las cabezas visibles de quienes dirigen el Gobierno, el presidente, sus ministros y ministras. Queda año y medio para cumplirle al pueblo.
Desde el histórico consejo de ministros televisado y toda el agua que ha corrido debajo del puente, los debates generados, el aprovechamiento de la extrema derecha y las renuncias de las últimas horas, algunas irrevocables, otras protocolarias, nos preguntamos ¿Qué queda por hacer? Mucho.
Lo primero es que el Pacto Histórico y la izquierda, por muy complejo que sea y se vea el panorama, no ha declarado ni declarará una ruptura con el presidente Petro, mucho menos con el proceso de cambios, reformas y el programa de gobierno. El presidente tiene todo el respaldo del Pacto Histórico y del pueblo, que después del 4 de febrero se afianzó más en rodearlo y defenderlo.
Las renuncias de Jorge Rojas, Susana Muhammad, Juan David Correa y Gloria Inés Ramírez más que ausencias, son un cambio de roles. Él y ellas, sin excepción, han reafirmado su compromiso con salir a impulsar el cambio, defender las reformas y trabajar junto al pueblo para ser gobierno en 2026.
Para el Pacto Histórico, la prioridad, por encima de nombre y personalidades, es el cumplimiento del Plan de Desarrollo Nacional. Para lograrlo, es necesario superar el diagnóstico y tomar la iniciativa, entendiendo que la principal preocupación debe ser avanzar hacia el máximo cumplimiento tanto del programa por el que votó el pueblo colombiano, como de las propuestas que se han hecho a las diferentes comunidades.
Es cierto que existen aspectos de la gestión gubernamental que pueden y deben mejorarse. La renovación del alto Gobierno debe tener ese propósito. En especial, los esfuerzos deben concentrarse en lograr la aprobación de las reformas de financiación, salud, laboral y agraria en el Congreso de la República. Avanzar en la Paz Total e impactar positivamente con políticas sociales en los territorios afectados por la confrontación es hoy un imperativo del gobierno del cambio.
Para que estos propósitos se materialicen, no basta con la conformación de un equipo de trabajo eficiente y comprometido. Es necesario que el apoyo popular a las reformas siga expresándose en las calles. El Gobierno cuenta con la aprobación de millones de personas que ven en el proyecto del cambio la posibilidad de mejorar la vida de la gente. Las organizaciones sociales, los partidos de izquierda, la ciudadanía democrática y la juventud popular no deben perder el protagonismo que hasta ahora han tenido.
El episodio de los murales “Las cuchas tienen razón” puso en evidencia que buena parte de la ciudadanía no solo respalda las demandas populares, sino que hay una porción muy importante dispuesta a salir a la calle a defender sus derechos. Ese impulso no debe perderse.
Decisiones asertivas del presidente, mucha pedagogía, organización, concientización, debate constructivo, información en redes sociales y la movilización permanente del pueblo en defensa de su Gobierno y de sus conquistas, siguen siendo el mayor sostén del proyecto transformador.
Aquí estamos y aquí nos quedamos, nada de lo que hasta ahora hemos logrado nos ha sido regalado. Ni en lo institucional ni en la calle cederemos los espacios que son del pueblo y para el pueblo.