Editorial 3268
No, no, no basta rezar / hacen falta muchas cosas para conseguir la paz, dice el estribillo de la canción del inolvidable cantautor venezolano Alí Primera.
Ante la actual situación del proceso de la Paz Total, que muestra avances en negociaciones territoriales como en Magdalena, Nariño, Putumayo, y urbanas como Medellín y Buenaventura, pero a la vez soporta amenazas y poderes guerreristas, se han hecho evidentes tres estrategias de alto impacto muy negativas.
Por un lado, grupos armados como el ELN, el Estado Mayor Central de las Farc que comanda Iván Lozada y el “Clan de Golfo”, han rechazado la mano tendida del Gobierno y del pueblo colombiano. Por otro, la extrema derecha que se alimenta del negocio de la guerra, arrecia en su estrategia desestabilizadora. Y están los sectores de la ultraderecha aún incrustados en instituciones del Estado como las Cortes y Congreso. Estas tres amenazas a veces se encuentran, coordinan y actúan conjuntamente, para conspirar contra la paz y el programa “Colombia, Potencia de la Vida”. Las Cortes y las mayorías en el Senado siguen siendo manejadas y orientadas por las derechas capitalistas y guerreristas.
El Gobierno, en cabeza del Estado, que representa hoy los intereses de las mayorías populares, está dirigido por el progresismo, la izquierda, apoyado por sectores tradicionales que coinciden con el programa de gobierno y sectores sociales, populares y territoriales. Es decir, tiene una parte del poder del Estado. Es esa la parte que empuja el pesado carro de la paz.
Los procesos de paz no son una fotografía. Hay que recordar que el Gobierno ha concretado gestos tempranos de buena voluntad. Desde que iniciaron los procesos, el comisionado de Paz en ese momento, Danilo Rueda, por órdenes del presidente suspendió las órdenes de captura contra los comandantes del ELN. Con pocos avances y sin protocolos definidos, se acordaron ceses bilaterales al fuego con las diversas organizaciones armadas.
Hoy, las distintas delegaciones del Gobierno han asistido a cientos de reuniones donde los grupos y sus comandantes o jefes se han sentido seguros, solo por mencionar algunas de las expresiones de buena voluntad de la parte gubernamental. El país nacional y mayoritario que quiere la paz y la comunidad internacional, representada por los países que acompañan y apoyan los procesos, pueden dar fe de esto.
Garantizar las condiciones para lograr la paz y cumplir el mandato del constituyente primario, lleva al gobernante a utilizar todos los recursos disponibles. Primero la participación del pueblo en los procesos; segundo, el marco jurídico aprobado para tal fin; y tercero, las Fuerzas Armadas oficiales que, como comandante en jefe, dirige y orienta.
Una guerra donde siguen vivas y actuantes las fuerzas clasistas, regresivas y guerristas contra el pueblo, contra las reformas y el cambio, no se puede afrontar solo con expresiones de buena voluntad y rezos. En el actual estado de tensión y defensa del derecho fundamental a la paz del pueblo, no hay cabida a pacifismos ingenuos.
La solución política dialogada al conflicto social, político y armado sigue siendo vigente hoy más que nunca. No hay que dejar de persistir en la paz. Hay que seguir poniendo sobre la mesa iniciativas que abran las puertas del diálogo y la negociación, movilizar al pueblo por sus derechos a la paz y la justicia social y seguir articulando los procesos sociales, populares y étnico territoriales en favor de la Paz Total.
Cuando el pueblo se levante / y que todo haga cambiar, / ustedes dirán conmigo / no bastaba con rezar