sábado, abril 20, 2024
InicioEdición impresaParménides: El niño de la filosofía

Parménides: El niño de la filosofía

La filosofía de Parménides es naturalmente incipiente, idealista, antiquísima, metafísica, quizás revaluada hace muchos siglos, pero resulta pertinente beber esas fuentes para poder entender el presente filosófico con todo su entramado y perspectivas de pensamiento y de lucha filosófica.

Parmenides foto vision

Nelson Lombana Silva
Especial para VOZ

Los idealistas vanaglorian la figura de Parménides, caso de Manuel García Morente, que lo eleva a la categoría de emperador y de príncipe de la filosofía. Parménides era de Elea, pequeña población del sur de Italia; hizo parte de la escuela eleática. Es un filósofo de muchos siglos antes de la era cristiana, cuyo pensamiento hay que estudiarlo en el amplio y complejo quehacer filosófico, para comprender la filosofía contemporánea, sobre todo la científica, materialista y marxista – leninista.

Para comprender su filosofía, Manuel García Morente, la relaciona con el pensamiento filosófico de Heráclito, a partir de la controversia que se establece entre ambos. Heráclito sostenía en su filosofía materialista metafísica que “una cosa es y no es al mismo tiempo, puesto que el ser consiste en estar siendo, en fluir, en devenir”. Es el preludio de la dialéctica, que desarrollaría muchos siglos después Hegel desde el punto de vista idealista y Marx desde el punto de vista materialista (científico).

Parménides encuentra una primera contradicción en este postulado que García Morente, describe así: “Que el ser no es; que el que es, no es; puesto que lo que es en este momento, ya no es en otro momento, sino que pasa a ser otra cosa”.

A este postulado de Heráclito, que Parménides califica de absurdo, es necesario salirle al paso con un principio lógico, que define así: “El ser, es; el no ser, no es. Salirse de allí es un error”, dice el citado filósofo. Pero Parménides no se contenta únicamente con la crítica, hace un aporte metafísico importante: Desarrolla “el principio de identidad”. Con base en este principio, el filósofo de Elea, da características propias al ser:

Primera: El ser único que la expresa así: No puede haber dos seres, dice; porque sería sencillamente un absurdo; Segunda: El ser es eterno: Si no fuera así – dice – tendría inicio y tendría fin. Si tiene inicio quiere decir que antes existía el no ser; es como admitir que la camisa es roja, pero no roja, a su vez. ¿Tiene esto sentido? Tercera: El ser es inmutable: No puede cambiar, porque todo cambio implica, el no ser. Cuarta: El ser es infinito. No tiene límite. Es decir, no está en ninguna parte, porque estar en una parte quiere decir que tiene límite, piensa Parménides. Quinta: El ser es inmóvil. No puede moverse, porque moverse es dejar de estar en un lugar para estar en otro. “Resumiendo –dice Manuel García Morente– con los predicados de Parménides, nos encontramos con que el ser es único, eterno, inmutable, ilimitado e inmóvil”.

Pero allí no para Parménides. Hay algo más: “La teoría de los dos mundos”, que define así: “Este mundo abigarrado de colores, de sabores, de olores, de movimiento, de subidas y bajadas, de las cosas que van y vienen, de la multiplicidad de los seres, de su variedad, de su movimiento, de su abizarramiento, es mundo sensible, es una apariencia, es una ilusión de nuestros sentidos, una ilusión de nuestra facultad de percibir. Así como un hombre que viese forzosamente el mundo a través de unos cristales rojos, diría que las cosas son rojas, y estaría equivocado; del mismo modo nosotros decimos: El ser es múltiple, el ser es movedizo, el ser es cambiante, el ser es variadísimo. Y estamos equivocados. En realidad el ser es único, inmutable, eterno, ilimitado, inmóvil.

Dice con eso Parménides que la percepción sensible es ilusoria, llegando a la conclusión que hay dos mundos: Uno sensible y el otro inteligible. El mundo sensible para este filósofo, es el que conocemos por los sentidos, el cual según su criterio es ininteligible, absurdo; el mundo inteligible es un mundo que no vemos, no tocamos, del que no tenemos imaginación ninguna, pero que podemos comprender, que está sujeto a la ley lógica de la no contradicción, a la ley lógica de la identidad. Es el auténtico, dice Parménides y no es otro que el mundo del pensamiento.

La filosofía de Parménides es naturalmente incipiente, idealista, antiquísima, metafísica, quizás revaluada hace muchos siglos, pero resulta pertinente beber esas fuentes para poder entender el presente filosófico con todo su entramado y perspectivas de pensamiento y de lucha filosófica.

RELATED ARTICLES

Most Popular

Recent Comments