Iván Posada P.
En 1994 se creó el primer acuerdo de libre comercio en el continente americano bajo el nombre de Nafta (North American Free Trade Agreement) entre Estados Unidos, Canadá y México, cuyos objetivos eran, entre otros:
(a) crear una zona de libre comercio entre sus miembros; (b) aumentar sustancialmente las oportunidades de inversión en los países miembros; (c) facilitar la circulación de bienes, mercancías y mano de obra; (d) eliminación de aranceles; ( e) hacer valer los derechos de propiedad intelectual en el territorio de cada una de las naciones del pacto. Aunque la idea inicial era crear una región de libre comercio desde Alaska hasta la Patagonia, es decir, abarcar todo el continente americano. Por lo anterior se introdujo la idea del ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) como una extensión del bloque creado en 1994.
Ante la resistencia que generó en América Latina el ALCA, Estados Unidos optó por la estrategia de firmar tratados en forma individual con cada uno de los países de la región. Con Colombia el tratado ya lleva cerca de un año de vigencia. Uno de los sectores más afectados con este convenio será el agropecuario a causa de los altos subsidios que tiene la agricultura norteamericana. Pero el tratado abarca todos los renglones de la economía: industrial, minero, financiero, educación, servicios, medicamentos, y otros menos visibles pero igual de lesivos para la economía colombiana como lo son la propiedad intelectual y la biodiversidad.
Con la Unión Europea
En 1993 se crea la Unión Europea, comunidad de 27 países que pretende la libre circulación de mercancías, bienes y servicios y, por supuesto, la fuerza laboral. Igual que Estados Unidos, la Unión Europea lanzó una ofensiva para establecer convenios con otras regiones y países del mundo en el marco de la globalización y de la competencia por nuevos mercados y colocación de excedentes.
En este contexto el gobierno colombiano firmó este nuevo acuerdo con el bloque europeo que debe entrar en vigencia durante 2013. En este proceso de firma de acuerdos, cada bloque económico busca obtener igual o mejores condiciones de negociación y la nación receptora -Colombia en este caso– queda cada vez mas supeditada a las condiciones que imponen las potencias.
Ahora Corea del Sur
Recientemente se firmó otro acuerdo con Corea del Sur, considerada la 15ª economía del mundo de acuerdo al PIB, una de las naciones más avanzadas tecnológicamente y mejor comunicadas. Es el tercer país con mayor número de usuarios con conexión a internet de banda ancha y líder mundial en producción de aparatos electrónicos y electrodomésticos. Samsung y LG se encuentran entre los tres fabricantes más importantes de televisores y teléfonos móviles. Actualmente, Samsung es el segundo fabricante de electrodomésticos más exitoso a nivel comercial. Además es líder mundial en la industria de la construcción naval.
En producción de automóviles ocupa el cuarto lugar con 4.500.000 unidades por año.
En Colombia la industria automotriz comprende el ensamble de automóviles, motocicletas y la fabricación de autopartes, y representa el 4% del sector industrial. Genera alrededor de 25 mil empleos directos (en puestos de trabajo) y existen cerca de 170 empresas de autopartes alrededor de esta. El ensamble de vehículos lo realizan la Compañía Colombiana Automotriz, Sofasa y Colmotores principalmente. A nivel mundial este sector es considerado “punta de lanza” del desarrollo económico por sus múltiples efectos de arrastre sobre una amplia gama de campos de la actividad industrial, entre ellas la transferencia de tecnología.
Así pues este sector queda seriamente amenazado de desaparecer paulatinamente en la medida en que entre en vigencia este tratado. Aun si el desmonte de aranceles es gradual, al final el resultado será el mismo: el sector automotriz irá a desaparecer de la industria colombiana. Las consecuencias son evidentes en el corto plazo: el desempleo en esta rama y en el largo, una fase más en el proceso de desindustrialización iniciado en la década de los 80, cuando se comienza a implementar la apertura económica en el marco de la globalización.
De ahí la importancia de que en los diálogos de La Habana entre el gobierno colombiano y la insurgencia se discuta una estrategia de comercio internacional en términos de igual y verdadero beneficio mutuo.
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