El nuevo representante a la Cámara por la Unión Patriótica habló sobre el legado que deja Luis Alberto Tejada, las luchas políticas en el Suroccidente colombiano, el futuro de las reformas y los retos que asumirá en su trabajo parlamentario
Bolcheradio AM
Gildardo Silva es un dirigente histórico en el Valle del Cauca. Oriundo de Florida, sus padres fueron campesinos tolimenses desplazados por La Violencia. Por influencia de su padre, desde muy pequeño se enamoró de la lucha social.
Ingresó a la Juventud Comunista y arrancó una larga carrera en la política revolucionaria. En la década de los ochenta, fue varias veces concejal de Pradera por el Frente Democrático y la Unión Patriótica. Por amenazas contra su vida, estableció su residencia en La Hormiga, Putumayo, donde continuó con su trabajo político.
Ante la toma paramilitar del territorio, regresó en 2010 al Valle del Cauca y reasumió su tarea al frente de la Unión Patriótica, de la que fue varias veces candidato.
El pasado 19 de marzo, Silva se posesionó como representante a la Cámara. VOZ habló con él sobre los retos en los dos años y medio que tiene de trabajo parlamentario.
Tejada, Valle del Cauca y el suroccidente
Usted ocupa la curul del fallecido Luis Alberto Tejada. ¿Cuál es el legado que deja el periodista?
Tejada era sobre todo un hombre de prensa alternativa. Él dirigió durante muchos años el Canal 2 de Cali, un referente de la prensa alternativa. Fue un hombre decisivo durante las jornadas de protesta social, tanto en 2019 como en 2021, momento en que se puso el overol al lado de lo que él cariñosamente llamó “la muchachada”, los jóvenes de la barriada. Fue el reportero del estallido social. A él debemos un compromiso al que la Unión Patriótica será leal. Como representante a la Cámara tengo esa responsabilidad y no podemos ser inferiores.
En las pasadas elecciones, usted fue electo como diputado a la Asamblea del Valle y tres meses después asume la curul en la Cámara. ¿Cómo fue el proceso para tomar esa decisión?
No fue una decisión fácil porque alcanzamos una votación histórica de 190 mil sufragios. La verdad, yo estaba enamoradito de la curul, me gustó el ejercicio, logré crear un espíritu de entendimiento y de unidad frente a muchos temas. Creo que se hizo un buen trabajo en estos tres meses de diputación. Pero las responsabilidades son mayores. La organización pensó que debíamos recuperar un espacio huérfano y que yo podía garantizar el fortalecimiento de la bancada del Pacto Histórico. Acepté ese reto.
Hablemos de Cali, el Valle del Cauca y todo el suroccidente. ¿Cuál es su diagnóstico sobre el territorio?
Cali viene asumiendo un liderazgo desde la óptica de la alternatividad. El Pacífico ha venido creciendo. Todo el suroccidente del país ha transitado por un ejercicio de cambio en la cultura política. Hay un despertar, una integración, un vínculo cada vez más estrecho de la población con las necesidades del cambio.
Eso tiene que ver con las características geopolíticas del territorio. En el suroccidente del país, tienen una connotación muy fuerte las etnias indígenas y los pueblos negros, incidiendo en las decisiones territoriales. Aunado a eso, está la crisis social y la exclusión en el Pacífico colombiano.
Hoy el movimiento social y popular, que lidera el Pacto Histórico en el Valle del Cauca, goza de buena salud, independientemente de las visiones internas que se puedan manifestar en diversos momentos. El espíritu de unidad es superior a esas fisuras.
Las reformas sociales
Posesionado como representante, nos gustaría su opinión sobre el paquete de reformas que viene impulsando el Gobierno…
Ese es un tema aparentemente fácil porque estamos comprometidos con las reformas. Sobre la laboral, uno no entiende por qué la vieja clase política se aferra a que no salga adelante. Erróneamente o de mala fe, creen que el proyecto les va a disminuir su nivel de ganancia y de acumulación de plusvalía. Eso no es cierto. La reforma laboral es una necesidad de la gente de a pie. Es devolverles derechos a los trabajadores.
La economía ha retrocedido en la medida que las empresas se han acabado y la población laboral se ha desplazado al rebusque. Por eso, apoyamos la propuesta del Gobierno de impulsar procesos de industrialización y de emprendimiento desde la economía popular para que exista un empresariado desde abajo.
¿Qué otro proyecto está dentro de sus prioridades legislativas?
Me interesa mucho la reforma a la educación, que debe estar en la línea de materializar y darle vida a la gratuidad de la educación. No es suficiente que tengamos ‘Matrícula Cero’, cuando no hay cupos suficientes para ingresar a la educación pública. Tan solo el diez por ciento de la juventud ingresa a una universidad pública. Es algo que debe cambiar.
¿En qué Comisión va a trabajar?
En la Comisión IV, una de las más importantes del Congreso. Estoy tratando de armar un equipo eficiente y calidoso que nos permita presentar un buen balance. Esta comisión económica trabaja sobre la inversión pública, los proyectos estratégicos, las empresas del Estado, el Presupuesto General de la Nación y la implementación del Plan Nacional de Desarrollo. Es un espacio exigente. En esa medida, más que aprender, tenemos que hacer, porque llegamos con dos años de retraso.
El compromiso
¿Cómo ve la correlación de fuerzas al interior del parlamento?
Mi propósito es buscar armonía entre las distintas bancadas. No solo es confrontar, sino también unir, buscar mecanismos que nos permitan acercar a los demás sectores con las iniciativas. Hay que crear compromiso, superar la dispersión, incluso en las fuerzas nuestras.
Entonces, lo primero es consolidar y fortalecer la bancada del Pacto Histórico. Segundo, crear mecanismos para generar identidad con las políticas que estamos empujando. Y tercero, ir por los aliados. Vine al Congreso a cumplir.
¿Alguna vez pensó ser un congresista?
Lo digo sinceramente, mi vida no está transversalizada por apetitos personales. Mi compromiso en el Congreso es más colectivo que personal. Y, en ese sentido, tengo una enorme responsabilidad con el proceso político que acompaña esta curul.