Durante más de siete décadas, el sionismo acrecentó más y más sus dominios en lo que fue territorio libre para la población palestina. Internacionalmente, se han realizado variadas denuncias y adoptado resoluciones condenando las políticas israelíes, todas, acciones pacíficas y formales que no han dado resultado
Juan Sebastián Sabogal Parra
En la década de los 80, durante los acuerdos de Oslo, se reportaron múltiples violaciones al proceso de paz, lo que incluyó, nuevamente, la expansión de asentamientos y el aumento en las restricciones de movimiento para los palestinos. Entre 2008 y 2009, durante la “Operación Plomo Fundido” llevada a cabo en Gaza, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU realizó un informe que concluyó con diversas pruebas respecto a crímenes de guerra.
En julio de 2024, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos publicó un informe en donde señalaba crímenes como detenciones arbitrarías y torturas de palestinos por parte de Israel. Sin embargo, aun cuando todos estos hechos han sido analizados y documentados por organismos multilaterales que, en teoría, conforman la estructura judicial internacional más importante del globo, las sanciones contra el Estado de Israel son mínimas en comparación con sanciones impuestas a otros gobiernos.
En marzo de 2024, la Unión Europea aprobó sanciones contra colonos involucrados en actos de violencia en Cisjordania, dichas sanciones incluyen prohibiciones de entrada en territorio europeo y la congelación de activos, al considerar que los colonos son personas del común en Israel, dichas sanciones no dejan de ser absurdas.
Colombia prohibió la exportación de carbón a Israel, si bien se puede considerar una medida de presión económica, esto no impide que compre carbón a terceros u otros países.
Ningún otro país ha realizado sanciones directas; China establece restricciones comerciales informales, por su parte, Rusia, en el Consejo de Seguridad de la ONU, vetó una resolución propuesta por Estados Unidos que pedía un alto al fuego inmediato en Gaza, acción que evidentemente sólo quedaría como tinta en un papel sin efecto real.
El genocidio persiste
En 2021, Martín Martinelli escribió: “En momentos en que observamos estremecidos los ataques israelíes de destrucción masiva de los palestinos de la Franja de Gaza, nos queda desde nuestros lugares, manifestarnos en oposición…”1. Esta palabras deben parecerle al lector muy cercanas a lo que actualmente se vive en el territorio palestino, según cifras dadas por Human Rights Watch, desde los ataques realizados por Hamás el 7 de octubre de 2023, las diversas operaciones realizadas por Israel han dado como resultado el asesinato de más de 22.000 palestinos, de los cuales la mayoría son niños y civiles.
No sólo se observa que la llamada justicia internacional sólo ha tenido claras inclinaciones hegemónicas al hacer frente radical a posturas críticas al capitalismo, como se ha podido ver en Libia, Irán o Afganistán, en donde la intervención norteamericana ha sido aprobada en múltiples niveles y ejecutada de la manera más rápida posible. Sin embargo, frente al genocidio palestino, los posteriores ataques al Líbano, Siria e Irán, ningún Estado ha realizado acciones militares de alto nivel.
Las reacciones realizadas por Irán, como el lanzamiento de 180 misiles el pasado 1 de octubre de 2024, o los diversos ataques a distancia dirigidos por Hezbolá con drones y misiles o el lanzamiento de ataques a distancia por los Hutíes en Yemen, son acciones indirectas, no logran detener de forma radical el genocidio y tampoco impiden la continuidad de la vida en Israel, simplemente pone a prueba los diversos sistemas de antiaéreos como la llamada “cúpula de hierro” o “la honda de David”, elementos que han impedido que los daños sean importantes, pues hasta la actualidad se contabilizan en 1.200 las víctimas mortales, cifras manejadas únicamente por el Estado israelí.
Mientras el mundo observa horrorizado el genocidio que se transmite día a día por redes sociales y por algunos medios alternativos que aún pueden tener la dignidad de llamarse periodistas. La sociedad civil copa las calles al grito “palestina libre”, aun cuando múltiples gobiernos han criminalizado dichos movimientos e inclusive prohibido, el pueblo sigue en las calles, solidarizándose con los miles de víctimas mortales, los miles de desplazados y otros tantos que aún siguen encarcelados en campo abierto en Gaza, mientras esto pasa, el genocidio simplemente avanza y ante la mirada de miles de millones, desaparecen lentamente una población entera.
El pacifismo, frente a la violencia
Son innumerables las acciones pacíficas que se han realizado en apoyo al pueblo palestino, sin embargo, ninguna de dichas acciones ha logrado detener el genocidio, mucho menos han impulsado a un gobierno a tomar acciones directas contra el Estado israelí. Una vez más el discurso vence a la acción.
Para la capacidad de los Estados hegemónicos sobre el sur global no tiene la menor importancia masacrar miles de personas si estas no controlan o afectan de forma directa el sistema económico global, de esta manera, mientras no se trate de perder el control sobre el petróleo, pero sí del asesinato físico y moral de niños y niñas no se toma la más mínima acción para salvaguardar la vida.
En Colombia, hablamos, luego de la COP16, de “Economías para la vida”, al mismo tiempo la vida de cientos de palestinos se ha extinguido mientras usted lee el presente texto.
Por ello, la invitación es a la acción. No es posible que en la historia de la humanidad vuelva a ocurrir un acto tan cobarde como el que vemos día a día, sin que sus gestores sufran el más mínimo daño. El sionismo se sigue escudando en su forma de ver el mundo, la cual parece a todas luces válida y defendible por occidente, mientras que cualquier tipo de visión contraria a ella, parece criminal, así, es necesario recordar las palabras de Alí Primera, “No basta rezar…”.
1 Tomado de: Palestina: de la Nakba al Apartheid, dossier realizado por varios autores en 2021 y publicado por ContrehegemoniaWeb en Buenos Aires Argentina.
* Miembro del colectivo de maestros Leonardo Posada – William Agudelo