La senadora y principal lideresa del partido Todos Somos Colombia conversó con VOZ sobre el futuro de las reformas sociales que impulsa el Gobierno y la ruta unitaria que adelanta el Pacto Histórico
Claudia Flórez – Óscar Sotelo
¿Cómo ha sido esa experiencia de ser parlamentaria en un Gobierno de izquierda democrática?
Mi primera experiencia política real fue en el concejo de Bogotá. Es una historia muy linda porque era el semillero de la política. Nos reuníamos en las tardes hasta altas horas de la noche. Y en esa época destellaban el concejo de Bogotá dos figuras, que eran Carlos Romero y Teófilo Forero inicialmente, y después entró Mario Upegui.
Estando yo en el nuevo liberalismo, tuve mucho rapport con ellos porque coincidíamos en los temas sociales de fondo. Y nos tocó también la época dorada de Alfonso Palacio Rudas como presidente del concejo de Bogotá, que era una figura extraordinaria porque era un liberal irreverente.
Una gran escuela que echo de menos en el Senado de la República donde son intervenciones de tres minutos, se gasta mucho tiempo, habla todo el mundo, pero pocos dicen algo. Entonces estamos en un cambio de tiempo. La política no está acoplada a las urgencias de la actualidad y sus problemas.
El acuerdo nacional
¿Cuál es su opinión frente a lo que está pasando con las reformas sociales en el Congreso?
La política no está acoplada al tiempo actual y a sus problemas. Tuvimos dos explosiones sociales y una pandemia que causó estragos en amplios sectores de la población, especialmente en la gente más olvidada del país. Y es como si no hubiera pasado nada, como si la gente no hubiera exigido un cambio social profundo.
Hay una oposición cerrada saboteando las discusiones. En un parlamento tan inestable, cualquier cosa puede suceder, como que se hundan las reformas sociales que necesita el país. Y no estamos hablando de unas reformas que nos llevarán a una catástrofe, como dice la oposición. Es la recuperación en materia laboral de derechos perdidos, es cumplir la promesa de que la gente pueda tener dignidad en la vejez y tener un sistema que garantice el derecho a la salud de gran parte de los colombianos.
¿Fracasó el acuerdo nacional?
Yo creo que no han entendido el acuerdo nacional. No es para aprobar la reforma de la salud, es para ver si logramos un entendimiento básico, mínimos estratégicos.
Colombia necesita un acuerdo nacional no para hacer una constituyente en contra de nadie, sino una constituyente para sacar adelante al país. Y hay que involucrar a todo el mundo porque como está hoy estructurada la Constitución y la Ley, es muy difícil avanzar.
Para hablar sobre unidad, queremos que usted caracterice al partido Todos Somos Colombia…
Todos Somos Colombia nació como el resto de los sectores cuando se fue desgranando el Polo Democrático Alternativo. Nuestros principios, valores y programa son los mismos construidos por la izquierda en todos sus momentos unitarios, un partido que busca la paz y el cambio social. Hoy tenemos presencia en veintiocho departamentos del país.
El acuerdo político
Usted fue por mucho tiempo la presidenta del Polo, uno de los procesos unitarios más importante en la historia de las izquierdas. ¿Cuáles son las enseñanzas que dejó esa experiencia?
La principal enseñanza es construir una democracia bien entendida. En el Polo había una norma estatutaria que indicaba que las decisiones se adoptarían por consenso o por simples mayorías. Ni lo uno ni lo otro funciona. Exigir que todas las decisiones sean por unanimidad permite el veto y la simple mayoría tiene la desventaja que deja casi siempre a la mitad por fuera.
No hemos aprendido a acordar reglas de mayorías que nos permitan avanzar sin matonear al que no está de acuerdo. Es una lección que tenemos que aprender, tanto las minorías como las mayorías, porque de otra manera nos va a pasar lo que nos pasó en las elecciones territoriales donde se perdieron muchas oportunidades.
¿Cuál es el balance que ustedes hacen hasta el momento del Pacto Histórico?
El balance es muy positivo. Se ha elegido al primer presidente de izquierda en este país y estamos en el Gobierno proyectando nuestras políticas en todo el territorio nacional.
Pero como estamos hablando en clave interna y que el reto es pasar de una coalición a un partido, eso requiere mucha reflexión, madurez y un compromiso verdadero. De eso se trata el diálogo y la discusión. Si logramos ponernos de acuerdo, saldrá una organización política unitaria. Pero si pasamos por encima de esas diferencias, va a ocurrir lo mismo, se va a repetir la historia del Polo.
Eso no puede ser avasallando, no puede ser unos sectores que se sienten mayoritarios despreciado a los partidos pequeños. Yo les he repetido una y otra vez la historia de Dilma Rousseff cuando aceptó el mandato en la segunda elección como presidenta de Brasil.
Primero le dio las gracias al partido más chiquito, que había aportado menos del 1%. Resulta allá el Partido de los Trabajadores ganó por menos del 1%. Entonces, ella le dio efusivas gracias primero a ese partido.
Luego me contaron que después le reclamaron los del PT porque decían, “nosotros que somos el partido de la Presidencia de Brasil, usted cómo nos menosprecia y le da primero las gracias a ese partido chiquito”. Y ella les dijo, “mire es que nadie niega que el PT es la fuerza importante detrás de todo este proceso histórico. Pero sin ese partido no estaríamos en la presidencia”.
El almendrón
Todas las fuerzas están de acuerdo con una organización unitaria, pero el problema es la naturaleza del instrumento. ¿Cuál es la posición de Todos Somos Colombia frente a esta situación?
Estamos de acuerdo en la ruta para buscar la organización unitaria, pero nos falta establecer la letra menuda. Es en los detalles donde está el secreto. Estamos participando con un grupo más amplio de partidos, que nos hemos autodenominado ‘Los Unitarios’, para mostrar cuál es nuestra voluntad, objetivos, metas y compromisos. Nos hemos congregado para unificar voces y generar las condiciones de un diálogo fructífero buscando acuerdos, no desacuerdos.
Pensamos que se necesita elaborar un acuerdo político. Eso también lo ha planteado el colega Jaime Caycedo. Cuando ya tengamos ese acuerdo, nos podemos sentar a dibujar las reglas. El almendrón de la unidad en el Pacto Histórico serán las reglas para la toma de decisiones.
Otro elemento es reconocer los liderazgos sociales. Nosotros tuvimos una experiencia muy negativa y solo le doy el caso de Francisco Maltés, que era el candidato de Todos Somos Colombia para el concejo de Bogotá.
Habíamos convenido que se respetaban las curules ya elegidas. Entonces en Bogotá se propuso que el siguiente cupo pudiera ser el de Francisco Maltés, que fue presidente de la CUT y la cara visible de una coordinación muy compleja de muchas organizaciones en el paro nacional de 2021. ¿Usted sabe en qué lugar lo querían poner? ¡En el número 16! Nosotros dijimos que en esas condiciones nos retirábamos de la lista del Pacto, porque es un liderazgo que se tenía que respetar.
Hubo mucho desconocimiento y sectarismo. Nos trataron de traidores y nos expulsaron a los candidatos de las Juntas Administradoras Locales. Dijeron que ya no éramos del Pacto. Una satanización inmadura. Eso no me ha afectado mi relacionamiento en el Pacto Histórico, pero sí es algo que yo critico. Pienso que debe ser parte de la reflexión.
A propósito de las personerías jurídicas y la imposibilidad de una nueva coalición en 2026, ¿cómo evalúan la situación?
A mí sí me alegra mucho que se haya roto el monopolio de los partidos. Nosotros criticamos mucho a César Gaviria y al Partido Liberal, pero corremos el riesgo que nos pase lo mismo. Por eso, bienvenidas las personerías jurídicas.
Ahora, sin reforma política, la organización unitaria se enfrenta a un escenario donde todos tenemos que renunciar a las personerías jurídicas. Se trata de crear una nueva organización política que sea de todos, no solo de unos. La izquierda cuando se ha unificado, avanza; y cuando se ha dispersado, retrocede.
Nosotros no estamos aquí por un partido, estamos por un proyecto político de largo alcance al cual le hemos entregado la mayor parte de nuestra vida útil. No es el momento de renunciar al proyecto, sino de profundizarlo porque está avanzando.