El suroccidente y, en especial Nariño, sigue votando por la izquierda de manera persistente y continua. ¿Qué razones históricas, políticas, económicas y culturales fundamentan este apoyo?
Zabier Hernández Buelvas
Nariño, en contravía del relato centralista y homogenizante, tiene una larga tradición rebelde, de inteligencia y acción colectiva, acentuada y fortalecida en los últimos 30 años.
Esta rebeldía tiene sus orígenes desde la conquista e invasión del Imperio Inca en territorio de los Pastos y Quillacingas. Fueron ellos, en el Nudo de los Pastos, los únicos que pudieron detener el avance del Imperio Inca.
En el proceso de Independencia, el tratamiento dado por Simón Bolívar, Antonio Nariño y el Ejército libertador, está plagado de excesos de guerra y violaciones no reconocidas aún. Esto volvió al pastuso un pueblo receloso, desconfiado y reafirmado en sus propias identidades culturales y religiosas. Pero los pueblos despiertan y aguzan sus oídos ante nuevas voces y propuestas.
Pensamiento afirmativo, constituyente y propositivo
Es así como esta rebeldía y lucha contra el centralismo se ha venido transformando, en pensamiento y acción cualificada, que permitió intentar nuevas dinámicas políticas y que encontraron eco en las propuestas del cambio a partir del Pacto Histórico.
El proceso no es homogéneo, ni lineal; tiene discontinuidades, estancamientos y retrocesos. Nariño ha apoyado también en otras épocas a nefastos gobiernos liberales, conservadores, de derecha y de centro. Pero, hay elementos característicos y resultados concretos que permiten ver un avance general, una tendencia de largo plazo, que es coherente con el proceso de cambios y reformas y que, en la última etapa, se articula de manera cualitativa al proyecto democrático en Colombia.
El cambio del pensamiento rebelde y de sospecha hacia un pensamiento afirmativo, constituyente y propositivo, con decisiones claras en función de la democracia, la paz y la justicia social puede verse en las votaciones del plebiscito por la paz, 2016, en Nariño, donde el Sí obtuvo el 73 por ciento.
También, en las elecciones del 2022 a la presidencia en primera vuelta: Valle del Cauca 53,89 por ciento; Putumayo 50,68 por ciento; Nariño 51,78 por ciento; y Cauca 53,67 por ciento. Y en la segunda vuelta volvieron a ganar Gustavo Petro y el Pacto Histórico en estos departamentos, sumándose Chocó. Hay un claro crecimiento histórico del apoyo al proyecto de cambio.
Gobernabilidad y gobernanza
La gobernabilidad y la gobernanza, combinados estos dos procesos, siendo el primero referido a los resultados aplicando la autoridad en un marco de reglas y procedimientos establecidos por la Constitución y la ley, en cambio, en el segundo, el gobernante va más allá de ese marco institucional, sin violarlo, logra articular a los sectores y fuerzas vivas del territorio, en ejercicios de planeación y ejecución colaborativa y participativa que redundan en la profundización de la democracia, en la calidad y efectividad de las políticas públicas.
La gobernanza fue ejercida en dos décadas de gobiernos sociales y alternativos liderados por Parmenio Cuellar 2000-2003, Eduardo Zúñiga 2004-2007, Antonio Navarro Wolff 2008-2011 y Raúl Delgado 2012-2015.
¿Qué dejaron esos gobiernos y la gobernanza para la gente del territorio? Sacar al departamento del déficit fiscal, sometido a la Ley 550 de quiebras; iniciar un proceso de inversión en educación secundaria y universitaria; planear y ejecutar presupuestos participativos unidos a la descentralización de la gobernabilidad identificando 13 subregiones económicas, culturales y geográficas, convocando a alcaldes, organizaciones sociales campesinas, resguardos indígenas y consejos comunitarios negros y afrodescendientes; elaborar y gestionar ante el Gobierno nacional la atención y solución a la problemática de los cultivos de uso ilícito, Nariño fue el primer departamento que comenzó a proponer esquemas de sustitución y concertación con el sector cocalero.
Todo el conjunto de esta acción gubernamental, social, política y comunitaria, basada en una visión multicultural e intercultural, llevó a avances mínimos en la disminución de la pobreza, en el aumento de coberturas educativas y recuperación de niveles productivos en cadena.
Estos mínimos progresos serán difíciles de sostener si no se detiene la guerra, se pacta la paz y se abren horizontes de inversión en lo rural. Como es natural, hay debates, percepciones diferentes sobre el papel de cada uno de los procesos de gobierno adelantados en Nariño. Pero en lo que parece haber acuerdo es que es posible avanzar a nuevas formas de gobernanzas, con un papel creciente de los sectores y pueblos históricamente excluidos, campesinos, indígenas y negros afrodescendientes.
El papel de la universidad
Cuando se habla de los cambios de pensamiento, paradigmas e inteligencias colectivas, se olvida el papel fundamental que ha jugado la Universidad de Nariño, Udenar, en sus más de 100 años de existencia.
La Udenar ha tenido una reconocida tradición de pensamiento libertario, progresista y de izquierda, en especial, desde la década del cincuenta, en la que el Alma Mater acogió y reunió a intelectuales no solo de Colombia, sino de América Latina y Europa. Intelectuales críticos, libertarios, socialistas y comunistas, perseguidos por dictaduras y huyendo de guerras que encontraron espacio y desarrollo para sus ideas y visiones.
El profesor German Benavides, director del Programa de Psicología de la Facultad de Ciencias Humanas, recuerda: “en esos años había mucha lucha sindical, liderados por un combo de profesores democráticos del MOIR, del PCC, de los socialistas, que fueron formando cuadros que a su vez iban generando una cultura política nueva, crítica y humanista. Desde el movimiento estudiantil que ha sido uno de los más fuertes en toda Colombia, salieron muchos líderes y lideresas con visión democrática y de izquierda entonces se generaron muchos profesionales sobre todo en el área de educación que han ido formando desde los colegios nuevas generaciones de jóvenes y mujeres lideresas con una visión crítica y alternativa”.
En efecto, muchos de los que en estas décadas han asumido roles de ediles, concejales, diputados, alcaldes y gobernadores, provienen de esa escuela crítica, transformadora y de acción colectiva, impulsada por la Universidad de Nariño. Vale la pena recordar que hoy esta es la única universidad que elige rector o rectora por voto directo de estudiantes y profesores, cuyo resultado democrático es respetado por el Consejo Superior.
Cansados de sufrir la guerra y la pobreza
Nariño está cansado de la guerra, lo que se traduce en una rebeldía colectiva política y pacífica. Escuchar y apoyar una nueva propuesta de paz liderada por un gobierno democrático y alternativo, es coherente con la aspiración de un pueblo golpeado por alarmantes índices de pobreza multidimensional, que sus territorios son escenarios de la confrontación y donde los derechos humanos son violados cada día.
Ivonne Quiñones lideresa social y política del Pacto Histórico, investigadora del conflicto y gestora de paz y derechos humanos de Tumaco, lo plantea así: “Somos un pueblo poseedor de una cosmovisión afro e indígena basada en la solidaridad comunitaria, el respeto por la naturaleza, defensa del agua y el bien vivir, ideas estas que riñen con el sistema capitalista, depredador, individualista, deshumanizante y corrupto. Por eso Nariño y el pacífico se sienten plenamente identificados con el proyecto de izquierda en Colombia”.
Vencer las vicisitudes y obstáculos que conlleva cohesionar y unir una coalición como el Pacto Histórico, es una de las cualidades actuales del proceso y que da razón de los resultados. Tramitar las diferencias en debate y diálogo, no exentos de tensiones, y respetar las decisiones finales fortalecieron las propuestas del Pacto al pueblo nariñense.
Para el caso de la gobernación, el candidato entendió el valor de la unidad y supo reconstruir los diálogos con todos los sectores. Su capacidad, formación y carisma, entusiasmó a la coalición. El pueblo nariñense demostró que está preparado para elevar la democracia local y construir gobernanza en paz, con justicia social.