La investigación sobre las escritoras es un paso importante hacia la paridad en la publicación y reconocimiento de las mujeres en la literatura colombiana, aunque queda mucho por hacer
Anna Margoliner @marxoliner
La presentación del lanzamiento de la segunda parte de la Biblioteca de Escritoras Colombianas constituyó un espacio para reflexionar sobre la importancia de visibilizar y rescatar la literatura escrita por mujeres en Colombia. En este evento, se destacó el trabajo de investigación y edición realizado por un equipo de mujeres, liderado por Pilar Quintana, para publicar diez antologías. Estas abarcan diversos géneros literarios y reúnen a 98 escritoras de diferentes épocas y regiones del país.
El proyecto busca no solo preservar este patrimonio literario, sino también promover su lectura y discusión en todo el país, con el objetivo de alcanzar una mayor paridad en el reconocimiento de las mujeres en la literatura colombiana.
Las obras estarán disponibles en las 1.653 bibliotecas públicas de Colombia y también en librerías, gracias a la colaboración de la Cámara Colombiana de la Edición Independiente. Busca promover su lectura y discusión en todo el país. Se espera que estas obras sean parte de conversaciones en ferias regionales e internacionales.
La marginalización histórica
Durante siglos, las mujeres tuvieron prohibido el acceso a la educación y, por ende, a la escritura. Las primeras escritoras en Colombia fueron principalmente monjas, como Francisca Josefa del Castillo, quienes escribían bajo la supervisión de sus confesores y por mandato religioso.
La literatura ha sido tradicionalmente un espacio dominado por hombres, donde las mujeres que escribían eran vistas como una excepción o incluso como una amenaza al orden social. Aun cuando las mujeres lograban escribir, sus obras eran menospreciadas o relegadas a un segundo plano.
Las mujeres escritoras han tenido que enfrentar la doble o triple jornada de trabajo (doméstico, laboral y literario), lo que ha dificultado su dedicación plena a la escritura. A diferencia de los hombres, quienes históricamente han contado con el apoyo de sus esposas para liberarse de las tareas domésticas, las mujeres han tenido que escribir en los márgenes de su tiempo.
Aún hoy se mantiene el estereotipo que es la tendencia a etiquetar la literatura escrita por mujeres como “literatura femenina”, lo que implica una segregación dentro del canon literario. Las panelistas mencionaron específicamente que, mientras la literatura escrita por hombres se considera universal, la de las mujeres se relega a un capítulo aparte, asociado con temas como el amor, la familia o la naturaleza, lo que limita su reconocimiento.
Por esa razón, se continúa cuestionando a las mujeres sobre “de qué escriben” o si tienen una “sensibilidad especial”, lo que refleja una visión estereotipada y reduccionista de su trabajo intelectual.
Lucha por el reconocimiento y la visibilidad
Durante la presentación se destacó cómo muchas escritoras colombianas han tenido que rebelarse contra las estructuras patriarcales para poder escribir y publicar. Esto incluye a mujeres que escribieron desde la insurgencia, como las autoras incluidas en la antología Rebeldes. Ante la exclusión de los círculos intelectuales dominados por hombres, las mujeres crearon sus propios espacios, como revistas y publicaciones, donde podían expresarse y difundir su trabajo.
Las obras de las mujeres han sido excluidas del canon literario colombiano, lo que ha llevado a que muchas autoras sean olvidadas o desconocidas para las generaciones actuales. Un ejemplo de ello es como, en la academia, las obras de mujeres no suelen ser incluidas en los programas de estudio.
A pesar de la marginación en el ramo de la creación literaria, las mujeres han tenido un papel fundamental en la recepción y mediación de la literatura. El 70% de las personas que trabajan en bibliotecas en Colombia son mujeres, lo que refleja una labor de cuidado y promoción de la lectura que ha sido históricamente femenina.
Desafíos contemporáneos
Aunque se han logrado avances, se señaló que aún no hay paridad en la publicación de obras escritas por mujeres en Colombia. Se mencionó el caso del Premio Elisa Mújica, creado específicamente para mujeres, como un ejemplo de cómo se pueden abrir espacios para fomentar la participación femenina en la literatura.
También mencionaron el problema de las obras huérfanas, es decir, aquellas cuyos derechos de autor no pueden ser gestionados porque no se encuentran herederos. Esto ha dificultado la publicación de obras de autoras históricas, pero también se aclaró que algunos herederos (especialmente hombres) han obstaculizado la publicación de obras de sus madres o abuelas, lo que refleja una forma más de control patriarcal.
Este trabajo debe seguir proyectándose, reconociendo la necesidad de rescatar y visibilizar a las autoras que han sido olvidadas o excluidas del canon literario. Esto incluye a mujeres que escribieron en periódicos, revistas o diarios, y que no tuvieron la oportunidad de publicar libros completos. Siendo una de las principales razones para tomar la decisión de crear antologías por género literario, en lugar de publicar obras completas de cada autora, fue una forma de abarcar una mayor diversidad de escritoras y géneros, construyendo una genealogía literaria que muestre la evolución de la escritura femenina en Colombia.
Además de buscar la paridad, es necesario crear espacios de pertenencia para las mujeres en la literatura, donde puedan sentirse reconocidas y valoradas, de allí la importancia de incluir a las autoras colombianas en los programas educativos, tanto en escuelas como en universidades, para que las nuevas generaciones conozcan y valoren su contribución a la literatura.