La lucha cotidiana de los liderazgos femeninos, históricamente invisibilizada, ha abierto importantes espacios sociales, culturales, políticos y profesionales
Tania León Vargas–Asonam Huila
Evocar la ternura del rostro de la mujer opita, su perseverancia y la tenacidad de su espíritu, en medio de sus implacables luchas, en un territorio que ha heredado las cargas culturales del patriarcado, será siempre una labor titánica, una misión que suscite la demolición de las barreras que impuso el tirano medieval, el que la arrinconó al abandono social, a la exclusión política y a su propia desidia.
Sin embargo, a pesar de las violencias de todos los tiempos, ella se ha levantado heroica siguiendo el ejemplo de Huatypán, llamada también “gran madre”, “gran sacerdotisa” y hoy conocida como Cacica La Gaitana, quien liberó su dolor tomando legítima justicia contra el que arrebató el aliento del Cacique Buiponga, su hijo.
Nada más perverso acompaña este relato que la idea transmitida por siglos, de que lo ocurrido fue una simple leyenda, despojando así la esencia de valentía de una mujer huilense de carne y hueso, que entregó la vida misma por el pueblo Yalcón, aquel que libró batallas contra los invasores.
Un aspecto generacional
Así, entre mitos y leyendas, la imagen de la mujer huilense se ha posado en la mirada de las abuelas que, entre sueños generacionales de dignidad, enseñan a sus nietas a vivir de forma distinta a la de su tiempo y a tener otras experiencias. También aparece como cantadora sencilla en las manos de la madre que con ternura protege y alista a sus hijas en la lucha diaria por hacerlas más fuertes. Está en las tías que con poesía las impregnan de la rebeldía necesaria para vivir con decoro.
Gracias a ellas, se han logrado espacios importantes en el campo social, político, cultural y profesional, expresado en conquistas jurídicas y políticas contra las diversas Violencias Basadas en Género, VBG, al igual que en las luchas cotidianas, la mayoría de las veces invisibles. Sea este el espacio para reivindicarlas.
Llega a este encuentro Carmen, una mujer trigueña, de ondulantes cabellos, sonrisa esperanzadora y lideresa de procesos campesinos en el sur del departamento, quien manifiesta que “ser campesina en el Huila tiene muchos significados, estamos en un medio y en una sociedad machista patriarcal, en donde vivimos las violencias diariamente, reflejadas en nuestras comunidades. En las familias campesinas se piensa que es el hombre el que da para la supervivencia y, por esa razón, él debe ordenar y decir cómo se vive en el hogar”.
Carmen sostiene con valor que “en los procesos organizativos tampoco es fácil ser mujer, porque se reproducen esos comportamientos, se cree que los hombres deben liderar, dirigir, orientar y definir lo que se debe hacer. Nosotras estamos en la capacidad de conducir nuestros procesos campesinos, eso nos exige formarnos, reconocer qué es eso del machismo, la cultura patriarcal, qué significa ser lideresa, qué proyectos tenemos para cambiar nuestra realidad, debemos tener claro que nuestros compañeros no son enemigos, son aliados y que es una tarea conjunta que seamos comprendidas y transformadas”.
Menciona que para romper con esas prácticas es indispensable formar a las familias sobre la importancia de vivir con dignidad, con la plena garantía de derechos a la vivienda, salud, espacios para educarse y a vivir con mucho amor.
Luchando por la vivienda
Siguiendo el recorrido de esas huellas femeninas que enseñan senderos de sueños colectivos, advierte su presencia en este relato Rosario, mujer de tez blanca, ojos vivaces, alegría contagiosa y de tenaz carácter, quien se ha destacado en la lucha por la vivienda digna para los destechados.
Rosario sostiene que ser mujer en el Huila “ha significado un crecimiento personal gracias al entorno de luchadoras que acompañaron mi formación y forjaron en mí el liderazgo en procesos comunitarios que me han permitido reconocer nuestros aportes a la sociedad. Pienso que es indispensable promover nuevos liderazgos como una práctica que impacte a las futuras generaciones de niñas y niños, desde la empatía, el apoyo mancomunado”.
También llama la atención sobre lo difícil que es surgir en esta sociedad donde el machismo y lo patriarcal están tan marcados, hecho que no permite el desarrollo y la participación de la mujer dentro de los espacios sociales y políticos, donde no hay garantías igualitarias en el campo laboral.
De igual forma, resalta que en el actual momento que vive el país, la prioridad es dignificar el papel de las mujeres nativas, ya que ellas han transmitido por generaciones la rebeldía y la gallardía por reivindicar el papel que juegan las mujeres como sinónimo de vida, gestoras de amor y constructoras de una nueva sociedad.
En las voces comunales, se percibe Blanca, Consuelo y Geraldine, quienes irradian optimismo, orgullosas de sus historias, sus valores en la sociedad y las perspectivas de futuro donde “ser mujer en el Huila es ser emprendedora, en todos los aspectos de la vida cotidiana…los liderazgos de las mujeres hoy son más abiertos y participativos. Antes la mujer no tenía derecho a voz ni voto, hoy tenemos esa oportunidad”.
Utopías alcanzadas
Ellas, en un tono fuerte y convincente, afirman que la mujer huilense es berraca, admirable, destacan la forma como asumen su rol de madres cabeza de hogar, señalando los retos de asumir la crianza de los hijos solas.
Uno de los aspectos positivos de las utopías alcanzadas, se refleja en sus narrativas de empoderamiento, en las que anuncian sus logros y dejan entrever lo que han dejado en el pasado.
“Ahora podemos ser escuchadas, nos hacemos valorar. En lo laboral hemos conquistado espacios que no tuvimos, superamos tiempos de esclavitud. Antes para la mujer era solo el hogar. Hoy estudiamos y alcanzamos posiciones importantes en la sociedad, estamos empoderadas y las mujeres que creen que no pueden, deben quitarse esa idea y luchar porque nosotras sí podemos”, dicen.
Todos estos semblantes están vivos y fulgurantes en las narrativas femeninas que durante años gestaron victorias, trazando caminos que aún no terminan de materializarse en un territorio que promete riqueza para todos sus habitantes, con una innegable tradición organizativa y de lucha que se fortalece con las inicativas del Gobierno del cambio, que ponen el acento en la participación de las mujeres, sus expresiones organizativas y los aportes a la sociedad colombiana, al definirlas como uno de los actores diferenciales.
En este contexto, el movimiento de mujeres del Huila destaca y respalda todas las políticas de gobierno impulsadas a través de las grandes reformas que van en beneficio de todos los sectores populares, en donde se busca promover un posicionamiento de las luchas del movimiento feminista por reivindicar sus derechos para que, en estos tiempos de esperanzas, el grito y el ejemplo de Huatypán se escuchen con más fuerza y estén más vivos que nunca.